Desde el Puente Ladrillo a través del altavoz de una plataforma vecinal antiinmigración están haciendo sonar en salamanca TRUMPetas de cortes de calles, manifestaciones y altercados varios. Al parecer, quieren convencernos de los problemas de convivencia que generan los emigrantes, generando problemas de convivencia en Salamanca ellos.
Aunque tienen reivindicaciones muy justas como solucionar los problemas de seguridad, la falta de un centro de la salud o de cajeros en el barrio, es más que evidente que la mecha que ha encendido a esas personas del barrio es la futura apertura de un centro de acogida de emigrantes en las antiguas instalaciones de residencia de San Juan de Sahagún.
Ahora analicemos cual es la chispa que ha encendido esa mecha y no es otra que los prejuicios.
En la época actual son muchos los neologismos que se han creado para hablar de todo esto, xenofobia, islamofobia, homofobia, aporafobia o la recién creada psicofobia todas ellas palabras muy acertadas para describir ciertos pensamientos y actitudes humanas, pero que todos parten del mismo origen: de los prejuicios.
Así como la iglesia nos habla de los pecados capitales y nos enseña como el homicidio, la calumnia o la venganza se originan de un pecado capital inicial: la ira. Quiero, con este ejemplo, hacer pedagogía y explicar que la xenofobia, la aporafobia y todo lo que significan esas nuevas palabrejas, se originan de un pensamiento que sobre todo hay que entender que es humano: los prejuicios.
La palabra prejuicio está formado por el prefijo ‘pre’ que significa anterioridad en el espacio o en el tiempo y es lo que tenemos aquí, juicios previos antes de tiempo, nadie sabe por qué no hay información publicada; cual será la capacidad del centro; cuantos emigrantes acogerá, si son muchos o pocos, si serán menores o mayores de edad; de que país proceden, desde que comunidad autónoma nos llegaran y ni siquiera cuando será la fecha de apertura….
No hay ninguna información para juzgar en estos momentos si será positivo o negativo para el barrio, salvo solo una información: que lo ocuparan emigrantes y que serán pobres, porque hay prejuicios contra edificios, contra instituciones y, por supuesto, contra personas, se juzga a un emigrante como posible persona conflictiva antes siquiera de que haya llegado al barrio, es decir se hace un juicio con anterioridad sin siquiera conocerlo, es por tanto el paradigma de lo que es un prejuicio.
Aunque los miembros de la recién creada plataforma han dicho en prensa que su postura no responde a “actitudes discriminatorias” es evidente que sí, que se discrimina a estas personas cuando avisan de movilizaciones para que se impida acogerlas allí, cuando aun no han llegado al barrio y, por tanto, no las conocen de nada para saber si serán buenos o malos vecinos.
Si no las conocen de nada, ¿qué les motiva a oponerse a tenerlas de vecinos? Los prejuicios. Y, diría que más que prejuicios al emigrante (xenofobia) prejuicios hacia el pobre, la llamada aporafobia, el miedo a que el pobre va a delinquir, porque muchos de los que se han concentrado contra el centro de emigrantes, estaban encantados de que unos jeques árabes multimillonarios invirtieran a través de una empresa de australianos en asentarse en el campo charro para extraer y procesar uranio, que vinieran esos extranjeros no parecía preocuparles.
No soy ningún ingenuo para tener yo también prejuicios positivos y decir que un centro de emigrantes va a ser como Disneyworld, la emigración ha creado lugares como ciertas ciudades dormitorio de París donde los disturbios están a la orden del día y la emigración ha creado maravillas como Nueva York, donde en una isla llamada Manhattan que hace menos de 200 años era un bosque salvaje, se ha creado una metrópoli crisol de culturas con emigrantes llegados de todo el mundo, que asombra a todos los que la hemos visitado y donde la convivencia intercultural es modélica.
Pero quedemos en Salamanca, yo soy un chaval que me crie en Garrido Norte no tan lejos de Puente Ladrillo, al otro lado de la vía, en los años 80 cuando no existía la emigración, el trabajo me obligo a moverme por varios barrios de la ciudad y en la década de 2020 me asenté definitivamente de nuevo en el barrio que me vio crecer y me implique en el movimiento vecinal.
Tras un cambio que lo hace irreconocible de lo que era en los años 80 por el cambio poblacional, por la salida de la población ‘autóctona’ niños hijos del éxodo rural que llegaron a garrido en los 70 y 80 y que al crecer salieron de Salamanca sobre el 2000 a buscar mejores puesto de trabajo, más cualificados y mejores pagados que los de sus padres o mejores viviendas en el alfoz y la llegada de emigrantes de todo el mundo a cubrir los puestos de trabajo y las viviendas que los españoles rechazaban.
Doy mi percepción, subjetiva claro está, del cambio del Garrido que conocí en los años 80 en mi niñez al actual, convertido en un barrio multicultural, cuando era pequeño. los únicos centros religiosas eran tres parroquias católicas y uno iba a la parroquia que le tocaba según distrito, como el ganado, si resulta que el cura no tenia mano con los niños y les repartía ‘hostias’. y no precisamente de las sagradas, te lo aguantabas y ya está….
Hoy en día, en Garrido si no te gusta lo que predica el cura de la parroquia puedes, sin salir del barrio, ir a una iglesia evangélica, al salón de los testigos de Jehová, al templo de los mormones o a la mezquita. Y, y por supuesto, si quieres, no ir a ninguna de ellas. La mayoría de estos templos los ha traído la emigración.
Cuando yo era pequeño, en los 80, todos los bares del barrio ofrecían caña y pincho de patata u otro de cocina española, muy ricos sí. Pero, hoy en día, en Garrido puedes tomate un té moruno marroquí, comprar panela en vez de azúcar en una tienda de latinoamericanos, beber mate, comprar frutas tropicales, hacerte trenzas como en Centroáfrica etc.….
La multiculturalidad ha traído mas diversidad y libertad religiosa, gastronómica, de vestimenta y, en general, la posibilidad de elegir entre un abanico muchísimo mayor en los comercios que los españoles dejaron por jubilación. Y, sé de buena tinta que muchos de esos emigrantes que han creado esos comercios, venían con una mano delante y otra detrás como los que les van a llegar al centro de emigrantes a los vecinos de Puente Ladrillo.
Así que, no prejuzguen tan rápido que a lo mejor el centro de emigrantes es lo que mejor le viene al barrio, al menos en Garrido hemos salido ganando.
Y sepan los vecinos de Puente Ladrillo que no les juzgo de nada, como no me gusta que juzguen ellos a otros, como he dicho antes los prejuicios y los miedos son humanos, todos los tenemos.
Por. Andrés Hernández López
1 comentario en «Los prejuicios contra emigrantes encienden Puente Ladrillo»
Sii… Con el Amor… buen Royito..sin Odio