“Ahora mismo los compañeros de Psiquiatría no dan abasto“

Te cuento otra anécdota. Una tarde, cuando salí de la zona “sucia”, como llamábamos a la zona de covid, a la limpia, vi a una psiquiatra con un residente, sentados y, entre comillas, sin hacer nada. Y les dije: “Estáis aquí un poco aburridos, ¿no?”. Contestaron: “Bueno, sí...”. Les dije: “Pues descansad, porque cuando se acabe esta pandemia, viene la vuestra”. Y así ha sido.
El médico Miguel Ángel Delgado Vicente, del Hospital de Salamanca, lleva más de 30 años como profesional y se enfrentó a la pandemia de la covid.

Miguel Ángel Delgado Vicente es médico de urgencias desde hace más de 30 años y uno de los sanitarios que vivió la pandemia de la covid en el Hospital de Salamanca. Cinco años después, echa la vista atrás y recuerda las dificultades y miedos de aquellos momentos, pero también los instantes entrañables. En 2020, unos días antes del confinamiento, compró con anticipación unos pasteles para celebrar su cumpleaños. Y no se equivocó: el estado de alarma llegó de inmediato.

La covid les cambió la vida.
Claro. Igual que a quienes siguen teniendo las secuelas o enfermedades que les dejó aquella primera infección.

¿Cómo fueron los inicios de la pandemia para usted?
Al principio teníamos muchas dudas. Entonces se empezaba a oír que en China y en Italia ya había casos. Fíjate lo que sucedió: mi cumpleaños es el día 16 y, un par de días antes, salí a comprar y dije “vamos a comer unos pasteles, porque nos van a encerrar”.

Y así fue.
Sí. También recuerdo, en aquellas fechas, hoy hace cinco años, estar haciendo la compra en un supermercado y ver que algunas trabajadoras llevaban mascarilla. Cuando les pregunté, una me dijo: “Nos han dicho en la empresa que sería conveniente que la usáramos”. Y no se me olvida lo que le respondí: “No es conveniente, es necesario”. Después las oí hablar entre ellas: “Hay por ahí uno, que dice que es médico, y dice que nos pongamos todas la mascarilla”.

¿Cómo se vivieron esos primeros días en el hospital?
Al principio teníamos muchas dificultades para hacer las pruebas y no sabíamos si era una infección por el coronavirus o no. Recuerdo que en los primeros días tuve una guardia muy mala. Ya separábamos a los pacientes que venían con clínica de infección respiratoria en una zona distinta, en el antiguo hospital, claro. No dábamos abasto. La gente se nos desmayaba en el pasillo. El resultado de las PCR podía tardar hasta ocho horas. Yo le dije a mi entonces jefe de servicio: “Esto tenemos que arreglarlo”. Y de hecho días después nos dieron toda una planta entera para nosotros, que fue la baja izquierda de cirugía.

Y recuerdo, en aquella guardia tan mala, a un paciente joven, de unos cuarenta y tantos, que llevaba esperando no sé cuánto tiempo y, cuando le di el resultado y le dije que había dado negativo en la infección por coronavirus, me dijo: “Bueno, entonces esto ya se ha acabado”. Le dije: ¿Cómo que se ha acabado? Usted no tiene hoy la infección, pero… ¿quién le dice que mañana no la tenga?”. Me preguntó: “¿Pero esto cuándo se va a terminar?”. Le contesté: “No lo sé ni lo sabe nadie pero, este año, en el verano, en la playa, vamos a estar todos con mascarilla”.

Miguel Ángel Delgado
Miguel Ángel Delgado, médico de Urgencias

Así sucedió.
Pues sí. Aquellos primeros días fueron duros, porque venía gente joven que estaba muy mal. Se nos moría gente que llamaba y a la que se le decía: “Quédate en casa”. Me acuerdo del caso de una mujer y su marido. Le dijeron que durmieran cada uno separado, por si acaso. Por la mañana, su marido no se levantaba y, cuando fue a verlo, estaba muerto. Casos así pondría contar muchos. Pero casi prefiero no recordarlo. Fueron días muy duros.

¿Qué cree que falló?
Cuando se desborda un río, a lo mejor da tiempo a decir “¡sal corriendo!”, pero se va a desbordar igual. Y cuando hay una pandemia, la hay. Estábamos viendo lo que estaba pasando en China. Unas semanas antes, compañeros médicos nos decían desde Italia: “Esto es muy serio”. Bajo mi humilde opinión, creo que a nivel institucional, desde lo más alto, deberían haber dado la alarma antes. Estuvimos un poco retrasados al fijar el confinamiento. A lo mejor hubiésemos podido salvar más vidas o se hubiera infectado menos gente haciéndolo antes. Aunque controlar una enfermedad como esta es muy complicado.

Al principio tratábamos los síntomas y el soporte vital, pero no había un tratamiento eficaz. Poco a poco, las cosas fueron mejorando en este sentido. Cuando surge una enfermedad infecciosa nueva, nos pilla indefensos. Y nuestro sistema tiene que aprender a defenderse. Gracias a los tratamientos y las vacunas, esto se consigue de manera más rápida.

¿Considera que en un primer momento no se tomó en serio lo que estaba ocurriendo?
Creo que no se tomó lo suficientemente en serio. En general, nadie preveía que iba a suceder algo así. Un refrán muy castellano dice: “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. Y es que a veces nos cuesta mucho aprender. Al final, ni era un cuento chino ni era un cuento italiano: era una realidad. Pero no le dimos la suficiente importancia. Muchas veces nos da miedo enfrentarnos y nos creíamos que con nosotros no iba a poder nada ni nadie. Pero ante enfermedades como esta seguimos muchas veces indefensos, aun en el siglo XXI.

¿Qué sería necesario cambiar si se diera una pandemia similar?
Como persona de la calle y como médico no especialista en salud pública, creo que hoy disponemos de un exceso de información que nos dificulta más la formación, porque nos confunde. Han pasado cinco años, y todavía tenemos un recuerdo. Incluso hemos establecido esa costumbre de usar mascarilla si tenemos una gripe. Y en la urgencia nosotros la mantenemos, porque es un mecanismo higiénico. En otras culturas la llevan utilizando desde hace años, y nos reíamos.

Entonces tal vez algo hemos aprendido…
Hemos aprendido cosas, pero parece que seguimos pensando eso de “esto no va conmigo”. Porque, a pesar de todo, somos humanos y seguimos siendo unos inconscientes. Yo siempre digo que, en salud, el protagonista principal es cada persona y, o nos cuidamos nosotros, o nadie lo va a hacer. Todos sabemos muy bien las normas, pero luego no las cumplimos y decimos “hay un sistema de salud… ¡pues ya me curará!”. A lo mejor ese sistema tendría que educar más y mejor, incluso desde la atención primaria, con el propósito de evitar. Porque la salud es muy cara y, recuperarla, también. Muchas veces no respetamos los límites de nuestra salud y no somos conscientes de que podemos perderla.

Debemos ser más responsables, entonces.
Sí. Nuestra salud es importante porque, cuando la conservamos, estamos haciendo lo mismo con la de los demás. Porque ayudamos a no enfermar a otros. Debemos cuidar nuestra salud por el bien común.

En este sentido, ¿la vacunación sigue siendo importante?
Sin duda. Cuando nos vacunamos, estamos tratándonos a nosotros, pero también a la sociedad, porque estamos evitando el contagio. Y eso es corresponsabilidad, responsabilidad social. Creo que en esto sí que se insiste a través de las campañas de vacunación.

En cuanto al nuevo hospital, ¿considera que cuenta con suficientes profesionales para afrontar una pandemia similar?
Sí, porque los había la otra vez. Nunca hubo falta de personal. Cuando surge una pandemia como esta, siempre hay cosas que son necesarias. No había suficientes respiradores o suficiente material al principio. Pero los españoles somos muy colaboradores en situaciones así. También lo hemos visto en las inundaciones por la Dana de Valencia.

Recuerda que, mientras se atendía a los pacientes agudos en el hospital, se habilitó Fonseca, y ahí hubo gente colaborando, incluso ya jubilada, y otros profesionales de especialidades médico-quirúrgicas que, tal vez no tenían la habilidad técnica para tratar al paciente agudo, pero sí a quienes estaban mejor y ya en recuperación. Creo que nos organizamos bien.

hospederia fonseca habitaciones coronavirus 4
La planta de Fonseca con las habitaciones para los pacientes enfermos de Covid-19, en abril.

A pesar de eso, ¿nos daba miedo ir al hospital?
Muchas veces el miedo frenaba a la gente en sus casas. Me acuerdo de una señora de unos 70 u 80 años, con un infarto de miocardio, que pidió el alta voluntaria porque no quería ingresar, por más que le insistíamos en que la unidad coronaria era una zona limpia sin pacientes covid. “¡Que no! ¡Que yo me voy!”. Y no hubo manera. El miedo, la incertidumbre, la desinformación… el lío que nos teníamos hizo que, en los primeros días, mucha gente que en principio estaba sana se quedara en casa y, en horas, se ponían malísimos.

El nuevo hospital, ¿daría una mejor respuesta si se repite una pandemia así?
Creo que no. El nuevo centro, en una pandemia como la que nos sucedió, respondería como lo hizo aquel que, por ser viejo, no respondió peor. Nos organizamos. La urgencia fue la puerta de entrada, como lo somos siempre. Los quirófanos se cerraron y solo se operaba lo urgente. Utilizamos una de esas plantas para estos pacientes. Ahora sucedería algo similar.

Tenemos más capacidad y más respiradores así que, en ese sentido, estamos mejor capacitados. Pero creo que responderíamos igual. Nos adaptamos aceptablemente bien entonces, para cómo fueron las cosas. Ojalá no pasemos por esto de nuevo, pero este centro se adaptaría, ni mejor ni peor. Si viene un desastre como este, es un desastre. De eso no nos libraría que el centro sea más viejo o más nuevo.

Aunque han pasado cinco años, ¿entre los sanitarios se sigue hablando de lo que ocurrió?
No. De la vida hay que aprender pero, aquellas cosas que te han hecho sufrir, no hay que olvidarlas, pero tampoco recordarlas. Las debemos tener en nuestra memoria para que nos sirvan de aprendizaje y evitar, en el futuro, problemas similares o mayores, pero no recrearse en el recuerdo, porque eso solo conduce al sufrimiento. Pasa lo mismo cuando perdemos a un ser querido.

Sobre la pregunta, la verdad es que no hablamos de ello, es excepcional que salga el tema. Creo que como en la calle. Hay compañeros que tienen secuelas y siguen de baja. A ellos debemos tenerlos en cuenta, tratarlos, acompañarlos y cuidarlos.

El doctor Delgado (centro), durante un acto en el Colegio de Médicos de Salamanca.

Quiero pedirle disculpas por hacerle recordar todo esto.
Solo espero que te sirva para la entrevista. (Risas)

Por supuesto que sí. Y para dejar de lado los malos recuerdos, no olvide comprar los pasteles para celebrar su cumpleaños. Esta vez, sin confinamiento.
(Muchas risas). Dentro del dolor y del sufrimiento, siempre hay momentos entrañables. Recuerdo la sensación al ver cómo alguien salía para adelante, la sonrisa de alguien que se curaba, o de alguien que lo estaba pasando mal y al que le decía que es negativo… A pesar de todo, entre nosotros, que lo pasábamos tal mal, no faltó la colaboración y el apoyo, porque hicimos piña. Aunque la pandemia no nos ha hecho mejores.

¿Se refiere a la sociedad?
Sí. No nos ha hecho mejores socialmente, como personas.

Pues se decía que sí lo haría…
No nos ha hecho mejores y ha descontrolado muchas cosas. Te cuento otra anécdota. Una tarde, cuando salí de la zona “sucia”, como llamábamos a la zona de covid, a la limpia, vi a una psiquiatra con un residente, sentados y, entre comillas, sin hacer nada. Y les dije: “Estáis aquí un poco aburridos, ¿no?”. Contestaron: “Bueno, sí…”. Les dije: “Pues descansad, porque cuando se acabe esta pandemia, viene la vuestra”. Y así ha sido.

Es una pena, pero ahora mismo los compañeros de Psiquiatría no dan abasto. En la urgencia, todos los días tenemos cantidad de pacientes con depresiones, intentos autolíticos… Gente joven. Y más que antes. La pandemia nos ha hecho más daño de lo que creemos. Y me da la sensación de que la sociedad también opina así. Me entristece.

¿Ve alguna esperanza?
Es lo que tenemos, pero siempre podemos intentar mejorar lo que hay. Esa debe ser la actitud.

1 comentario en «“Ahora mismo los compañeros de Psiquiatría no dan abasto“»

Deja un comentario

No dejes ni tu nombre ni el correo. Deja tu comentario como 'Anónimo' o un alias.

Más artículos relacionados

Te recomendamos

Buscar
Servicios