Cuando un grafiti decora uno de los barrios de Salamanca menos murales en sus fachadas, como es el caso de Pizarrales, es de agradecer.
Sin embargo, la ilusión de los vecinos -y seguramente de sus creadores- se viene abajo cuando el vandalismo lo estropea. Es el caso del mural que decora la trasera del edificio de Carretera de Ledesma, a la altura del Colegio Salesiano San José.
Esta composición floral de fondo azul cielo acumula cada día más firmas y garabatos nada respetuosos con la que sí es una obra urbana de calidad.

No es el único grafiti que se deteriora en la zona sin que se tomen medidas, pues existe otro en la calle Cándido Albarrán que literalmente se cae a pedazos. La dejadez en el barrio se aprecia en detalles así, y también en zonas vedes como las de la calle Las Hilanderas, siempre descuidadas y llenas de maleza. De hecho, hasta alguno de los bancos se encuentra casi atrapado por la propia naturaleza que, sin intervención humana, crece descontrolada. Quizá no sea el más usado para sentarse, pues la zona no invita a ello, tanto por la falta de cuidados como por la ubicación nada estratégica del banco.

Sin embargo, bancos con mucho uso tampoco tienen una atención óptima desde el Ayuntamiento, como ocurre con dos de los situados en María Auxiliadora, en la entrada de El Corte Inglés y junto a una parara de autobús muy concurrida. Desde hace meses presentan agujeros que se van agrandando cada vez más, como si la madera se fuera pudriendo sin que nadie cambiara las tablas afectadas. Alguno de los bancos, incluso está tan vencido por el uso que los tablones están dejando de ser rectos para irse curvando por es peso.

Además, frente a uno de estos bancos, el sábado aparecía levantada una de las placas de hierro fundido que cubre los alcorques de la misma acera.
