Opinión

Un problema de imagen

Feijóo y Ayuso, en Salamanca, en julio de 2024. (Ical/Susana Martín)

El PP de Feijóo tiene ahora mismo un problema estratégico, geopolítico, y de imagen, muy gordo, que se llama Díaz Ayuso. Y en relación con ese problema, otro paralelo, que se llama alianzas con VOX.

Si a esto le sumamos el «caso Mazón», estaríamos ante una suma de malas imágenes imprevisibles de cara a las urnas. Ahora bien, al hablar de un problema de «imagen», pudiera entenderse que nos referimos a algo cosmético y exterior, perteneciente al marketing político y el mundo publicitario, y no es así. En realidad este problema de imagen procede y tiene su origen en un problema de contenido, al haber asumido cierta derecha, alegre y precipitadamente, los postulados de una ultraderecha que ya saluda a lo nazi, sin prever además que esos postulados pueden hacerse realidad y dejar constancia palpable de su toxicidad en tiempo real, de manera que ni los más ciegos puedan decir que no ven.
La imagen y el contenido a veces están más cerca de lo que suponemos y de lo que el marketing político desearía.

Trump, por ejemplo, parecía un personaje de cómic distópico (un personaje de ficción) hasta que se hizo realidad. Igualmente, la imagen moderna, tecnócrata, y eficiente que se quiso dar desde el relato neoliberal a los recortes en nuestros servicios públicos, parecía halagüeña y lejana sobre el papel (el timo de no pagar impuestos), hasta que sufrimos en nuestras propias carnes sus efectos directos durante la pandemia COVID, que pilló
a nuestros servicios sanitarios en cueros, gracias a los recortes.

Y hoy mismo sufrimos esos recortes en forma de listas de espera de nuestra sanidad, que traducen que nuestro servicio público se va convirtiendo
paulatinamente en negocio privado.

Suprimir un servicio de emergencias parece una buena idea de tipo, digamos, «economicista», hasta que, no tardando mucho, llega una dana y nos pilla sin ese servicio de emergencias, y volvemos a comprobar que lo que sobre el papel parecía una medida «técnica» ultramoderna, en la realidad de los hechos es una medida reaccionaria y criminal.

A estas imprudencias, lamentablemente repetidas, les sigue luego un lamento prolongado e inconsolable. Pero no aprendemos.

Otro ejemplo: en el plano retórico parece muy brillante y posmoderno echar pestes de las «alertas masivas en los teléfonos móviles», en situaciones de emergencia. Le añadimos a esa ocurrencia «libertaria» incluso un toque literario y lo llamamos «pitido orwelliano” (pobre Orwell, que no tiene la culpa de tanta idiotez). Pero tras esa imagen sugestiva llega rauda la realidad y nos descubre el contenido que oculta esa retórica falsa: cientos de muertos que no fueron alertados durante una dana.

Ayuso, como dirigente política importante en la definición de lo que representa y propone el PP a los ciudadanos, muy identificada además con los postulados de VOX, y relacionada también con asuntos poco claros, ha establecido nítidamente y desde el principio su ubicación en el panorama político actual, no solo de forma local, aquí en España, sino a nivel internacional o global, señalando enfáticamente a qué políticos admira, y quién merece -a su juicio- ser condecorado con medallas de la Comunidad de Madrid. Se ha declarado en consecuencia orgullosamente trumpiana y admiradora del mago de las estafas con criptomonedas, el argentino Milei, al que ha premiado no hace mucho con una medalla honorífica de la libertad «libertaria», rama motosierra. Raro es que no le haya puesto ya otra medalla de las suyas a Donald Trump.

Y a su vez Milei ha homenajeado a Elon Musk (todo queda en casa) con una motosierra como símbolo de su rapacidad. Sí acudimos estos días a YouTube para ver cuál ha sido la reacción de los ciudadanos estadounidenses, en infinidad de localidades norteamericanas, frente a los recortes de la motosierra del hombre más rico del mundo (Elon Musk), nos quedará claro todo el asunto.

No será necesario para el desarrollo de este artículo recordar que Milei juega con el caos tanto en lo que concierne a los servicios públicos como en lo que atañe a las estafas con criptomonedas.

Ahora bien, si Trump es ahora mismo el gánster más conocido de la escena política internacional, y también la bestia negra de un Occidente que se suponía civilizado y a salvo dentro de la OTAN, bestia negra que intenta por todos los medios a su alcance echar por tierra el Derecho internacional y las instituciones que lo amparan, además de perjudicar en todo lo que puede a Europa, incluida España, y que ha adquirido en poco más de un mes las formas y el poder despótico de un Nerón, que si no está incendiando Roma, sí está hundiendo la Bolsa, declararse «trumpiano» o trumpiana, como hace Ayuso (algo así como la quinta columna del gansterismo trumpiano en nuestro país), debería tener consecuencias en las urnas, no solo para ella, sino para el partido que la sostiene y promociona.

1 comentario en «Un problema de imagen»

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