TV2 ha empezado a emitir la serie La conquista de la democracia, que pretende ser una panorámica sobre la transición española y sus antecedentes. En la presentación la periodista Natalia Junquera dijo que la serie aporta un nuevo enfoque: una «mirada desde abajo», desde el pueblo llano y de los movimientos sociales. Con eso, y el añadido de materiales de NO-DO y de TVE inéditos, el interés está asegurado. La verán hasta esos medios de extremo centro que ya se han apresurado a calificarla como “izquierdista” y de propaganda de quien Uds. saben.
La transición puede verse de varias maneras, y desde luego, no será lo mismo para los que la vivieron que para los que han nacido después. Estos quizá harían bien recurriendo a una bibliografía ya bastante asentada, desde el tomo X de la Historia de España de Tuñón de Lara hasta El aprendizaje de la libertad, de S. Juliá y J.C. Mainer, pasando por El mito de la transición pacífica, de Sophie Baby, que introduce la violencia política como factor actuante clave, con esas 714 víctimas mortales entre 1975 y 1982, de las que el 52 % fueron obra de ETA y el 25 % de las fuerzas del orden público.
Sin esas lecturas pausadas, nos podemos contentar con explicaciones simplistas como esta: «La transición fue una obra de teatro con un empresario: el rey; un director: Adolfo Suárez, y un autor: Torcuato Fernández Miranda”. Ya se ve que en esta sinopsis al pueblo español se le otorga el papel de mero espectador de los acontecimientos. No muy distinto es el concepto de Juan Carlos de Borbón como «piloto del cambio”, un tópico elaborado por el historiador Charles Powell, según el cual el navío de la sociedad española –una especie de ‘Bribón’ gigantesco– tuvo a Juan Carlos como piloto por el proceloso derrotero que va desde la muerte de Franco hasta el 23-F, episodio que, según algunos, dio fin a las querencias golpistas del ejército y a la vez afirmó el prestigio del propio rey, olvidando la mancha de ilegitimidad derivada de su instauración franquista. (La cual permite ver al emérito como un usurpador desde la Ley de Sucesión hasta la fecha en que su padre, Juan de Borbón, renunció a sus derechos dinásticos).
Pero seguramente han calado más en la opinión pública española series divulgativas o dramatizadas de TVE, como la dirigida por Victoria Prego o Cuéntame cómo pasó, con sus interminables 413 episodios, 23 temporadas y 22 años de emisión. Con su punto de nostalgia y de documentación de época este tipo de producciones tienen suficiente rigor, si bien siguen pintando un Ruedo Ibérico en el que el protagonismo de la política está en manos de las élites y los movimientos sociales aparecen como mero telón de fondo.
De ahí el interés de la nueva serie, que presenta en su primer capítulo como origen remoto de la transición las movidas estudiantiles de Madrid en 1956, las huelgas en Asturias y el País Vasco y el llamado ‘contubernio de Munich’ de 1962. Así se pone en primer plano un variado activismo popular que empujará el carro de la política española hasta una democracia formal, la cual no fue ciertamente una ruptura –como sí lo fue la de Portugal– pero sí bastante más de lo que inicialmente deseaban el Príncipe de España, sus amigos americanos y los reformistas del Movimiento.
1 comentario en «La transición vista desde abajo»
Desgraciadamente la Transición no se cerró como hubiera sido debido. Nadie pagó por los crímenes del régimen. Es más, se les integró mediante la actual Constitución. Hasta que esta no cambie no habrá terminado la Transición… Monarquía impuesta con privilegios medievales, privilegios territoriales, ley D’hont y otros hacen que la actual constitución no sea la necesaria para el siglo XXI.