La constante evolución digital de la fotografía ayuda cada vez más a economizar esfuerzos físicos y técnicos para afrontar un trabajo, pero también exige asimilar rápidamente nuevos conocimientos, para poder optimizar la inversión en la renovación de equipos profesionales, si no queremos frenar nuestra evolución.
Hay una amplia generación de cincuenta años en adelante, que empezó trabajando en la fotografía química y que son parte esencial de la transición a la digitalización en todas sus fases, desde las primeras e indomables cámaras digitales, evolucionando de la manualidad en un cuarto de revelado a la compra del primer ordenador.
Pocas cosas les pueden sorprender. Pero, después de un cambio tan abrupto en tampoco tiempo, ¿quién iba a decirles que la fotografía se popularizaría a través de un móvil y que un teléfono pondría en riesgo su profesión? Sobre todo en prensa. La tabla de salvación siempre está en la formación y la adquisición de tecnología que abra nuevos caminos.
Como por ejemplo la fotografía aérea, antes se hacía desde un avión y ahora se realiza con una máquina fotográfica acoplada a un dron. Este aparato volador igual sirve para cartografiar que para localizar personas perdidas, para ayudar en la extinción de incendios o descubrirnos el mundo desde una perspectiva cenital.
Tuve el privilegio de visitar el otro día la exposición Geometría Secreta con su autor, David Arranz.
Fotógrafo natural de Villalpando (Zamora) afincado en Salamanca tanto familiar como profesionalmente desde hace bastantes años. David, que por su profesión y experiencia de vida es un gran conocedor del paisaje castellano, en 2014 decide sacarse la licencia de piloto oficial de dron y ampliar su oferta profesional.
En esta exposición, que podemos ver en el Museo de Salamanca hasta el 6 de julio, disfrutamos de la exquisita técnica que el fotógrafo ha desarrollado, encuadrando y ordenando el paisaje en una perspectiva poco habitual, sorprendiéndonos con el orden natural de la geometría secreta de la tierra castellana. Una maravillosa ensoñación del que aprendió a volar con los pies en el suelo.























