Con respecto a 2013 aumentó un 10.06% los accidentes leves, un 31.03% los accidentes graves y un 100% (es decir, se han duplicado) los accidentes mortales
Según el “Avance Provisional de Estadística de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales”, correspondiente al año 2014, publicado por la Junta de Castilla y León en su web, la siniestralidad laboral en Salamanca, se ha vuelto preocupante. Tenía una tendencia descendente en los últimos años, sin embargo, en 2014, se ha invertido, ascendiendo muy notablemente con respecto al año anterior, un 10.06% los accidentes leves, un 31.03% los accidentes graves y un 100% (es decir, se han duplicado) los accidentes mortales.
La media del incremento es de un 9.63%, situándose más de un punto por encima de la comunitaria, cifrada en un 8.26%. En cuanto a las enfermedades profesionales también subieron en 48.28%, mientras que en el conjunto de la comunidad de Castilla y León descendió en un 4.01%. «Algo no se está haciendo bien en la provincia en la gestión de la prevención de riesgos laborales de nuestras empresas», explica Lucía Risueño, licenciada en Psicología Social y del Trabajo, técnico superior en Prevención de Riesgos Laborales y responsable de Asesoría en Prevención de Riesgos Laborales.
Risueño señala que la prevención de riesgos laborales es mucho «más interesante de lo que la mayor parte de los ciudadanos piensa. Es la forma correcta de hacer las cosas, porque no podemos pensar que un trabajo esté bien hecho si puede causar un daño en la salud de quien lo realiza».
La experta en prevención de riesgos laborales explica que se han ido afrontando las diversas problemáticas de salud laboral, con un método de búsqueda de soluciones un tanto “apaga fuegos, tratando de resolver cada una de las condiciones de trabajo con mayor índice de siniestralidad (construcción, industria, etc.)». Sin embargo, piensa que puede estar cercano el día en el que nos sentemos a reflexionar acerca de lo ya conseguido y construyendo un nuevo esquema de los conocimientos preventivos, «anticiparnos a la ocurrencia de los accidentes, previniéndolos realmente, a través del enfoque ergonómico que planteo en el modelo La Ergonomía Laboral Preventiva».
Este planteamiento está sirviendo de base para la tesis doctoral que Lucía Risueño ha iniciado en la facultad de Derecho de la Universidad. Además, pretende lograr la gestión eficaz de los riesgos psicosociales, que probablemente sean los de mayor incidencia en la actualidad.
Lo que pretende poner en marcha Risueño es un servicio de asesoramiento en prevención de riesgos laborales. «Deseo que los conocimientos y experiencias adquiridos en los últimos años, puedan servir a empresarios, trabajadores autónomos o empleados por cuenta ajena que lo requieran y resolver cualquier duda que se les puedan plantear en esta área».
Es decir, a través del servicio de asesoría, se trata de potenciar otras dos opciones que permite la Ley de Prevención, que son: la asunción por parte del empresario, y la delegación en uno de los trabajadores. Estas formas, consiguen que la prevención de riesgos labores no se perciba como una especie de “impuesto” que hay que pagar cada año, economizando, por tanto, su gestión, y además, aumentando la capacidad de decisión del empresario e incrementando la integración de la cultura preventiva en la empresa, percibiéndola de forma más positiva.
Está claro que, obligando a su afrontamiento y forzándolo mediante el miedo a la inspección, no se consigue más que crear resistencia, en vez de percibirlo como la forma más útil de la mejor gestión de la empresa. Suelo decir que la PRL es el departamento de mantenimiento de los recursos humanos, de forma análoga al de las máquinas, instalaciones o herramientas.
Estas modalidades preventivas, existen desde que apareció la Ley, hace casi 20 años, en 1995, sin embargo, es probable que no hayan sido adoptadas por los empresarios, pues, aunque dispongan de una pequeña formación en prevención de riesgos labores, «no se sienten capacitados para asumir esta responsabilidad», puntualiza Risueño.
Con el servicio de asesoramiento que pone en marcha, les acompañará y ayudará para que no sientan miedo de poder hacerlo. «Es la forma ideal para los pequeños empresarios cuyas actividades no cuentan con riesgos importantes (como pueden ser la hostelería, comercio y supermercados, oficinas, enseñanza, servicios especializados como peluquerías, farmacias, etc.), sean franquiciados o no», concluye