Salamanca, inhóspita con el viajero

La plaza de Anaya no tiene una fuente donde el viajero pueda rellenar la botella de agua, refrescarse la cara o lavarse las manos
La plaza de Anaya vista desde el atrio de la Catedral. Fotografía. Pablo de la Peña.

Los datos recogidos en la Encuesta de Ocupación Hotelera del Instituto Nacional de Estadística registran, en el acumulado anual de los primeros once meses de 2024, 654.142 viajeros, un 0,97% más que en 2023 y sólo por detrás del registrado en 2019. En el caso de las pernoctaciones se alcanzan ya 1.078.315, un 1,21% menos que en 2023 (sólo superan este número 2019 y 2023).

El Ayuntamiento de Salamanca también publica que el peso de la ciudad en la comunidad autónoma también es significativo. Los viajeros que llegan a la Salamanca representan el 12,92% de los que llegan a toda Castilla y León. En el caso de las pernoctaciones esta cifra es del 12,62%. Sólo indicar que el peso igualitario de cada provincia (no ciudad) sería del 11,11%.

Teniendo en cuenta estas cifras tan imponentes para Salamanca, que después de la Universidad -es nuestra joya económica- el turismo aporta riqueza a la ciudad en el sector gastronómico, hotelero y de comercio, la Salamanca institucional no es muy hospitalaria con el viajero, porque ninguno de los planes turísticos que se programan desde el Ayuntamiento incluyen la construcción de una fuente en la plaza de Anaya u otro punto estratégico de la parte monumental de Salamanca.

Una fuente no le quitaría ni un cliente a una establecimiento de hostelería, ya que los viajeros pueden adquirir el agua en los supermercados. Pero, es que una fuente en una zona turística es mucho más que un lugar donde rellenar la cantimplora, es también un grifo donde mojar la cabeza, refrescar la cara y cuello o lavarse las manos. No todo es pasar por caja. La acometida del agua está instalada, porque hay establecimientos hosteleros en la plaza de Anaya, al igual que la Facultad.

La plaza de Anaya es un enclave emblemático para el viajero. Eso sí, hasta llegar a ella desde la Plaza Mayor se encuentran con una maltrecha Rúa Mayor repleta de imágenes de Semana Santa, que los turistas que vinieran hace como un lustro se vuelven a encontrar con las mismas, y edificios apuntalados. Si hacen el camino inverso, la estampa es la misma.

Además, los viajeros que quieren darse un paseo por el centro histórico encuentran muy pocos bancos donde sentarse a descansar o simplemente un asiento donde contemplar lo que tienen delante. Eso sí, se las ingenian para disfrutar de la Casa de las Conchas desde la escalera de la Clerecía o en la escalinata del palacio de Anaya para contemplar la escalinata o lo propio desde el otro lado del ágora, las escaleras del atrio de la Catedral.

No hay ni un banco en Libreros, ni en el Patio de Escuelas, escasos en el Patio Chico, ni sombra en Compañía, al igual que en las calles que se entrecruzan por el barrio Antiguo. Hay que salirse hasta la Facultad de Ciencias, Matemáticas o Físicas para hallar acomodo.

Y eso que Salamanca dispone de un cementerio de bancos….

Si quiere ver las 15 imágenes de la plaza de Anaya desde todos los ángulos, donde no hay fuente, siga la flecha. Eso sí, es preciosa.

plaza de anaya-15

5 comentarios en «Salamanca, inhóspita con el viajero»

  1. No solo para el viajero, si no tambien para el vecino de la ciudad. No me apetece tener que ir a un bar o ir al supermercado a por una botella. ¿Y por la noche que no hay nada abierto? ¿A que me sablen en una máquina expendedora? Es que ni una fuente por el casco antiguo practicamente, de vergüenza …

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  2. Estamos bastante hartos de que todo se haga ( si es que se hace) con vistas al “ viajero” ( turista) que invade nuestras calles, nuestros edificios residenciales y nuestras vidas. Un respiro para la ciudad y para sus ciudadanos. Salamanca se ha vuelto irrespirable . El centro está de pena. Pobre ciudad…

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  3. Ni bancos para sentarse, ni fuentes para refrescarse, ni sobras para protegerse del calor. En verano el centro es horrible. Bueno tenemos las sombras de las «macetas» para los enanitos.

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  4. Nuestra ciudad se vaciará en los meses de verano. Terminaremos huyendo del efecto isla de calor-HORNO urbano, huiremos a los pueblos. Y los turistas, también, dejarán de venir.

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  5. La ciudad está vendida. Y subsiste porque está vendida. Si la universidad y la hostelería (ambas un horror, si se conocen desde dentro) se viniesen abajo, la ciudad, tal como la conocemos, se vendría también abajo. No hay vida en común: esto es un negocio.

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