[dropcap]D[/dropcap]esde el año 2009, nuestro país acumula un recorte en inversión en I+D+i (inversión, desarrollo e innovación) de más del 47%. Estos recortes han repercutido claramente en la pérdida de competitividad de muchos centros y grupos de investigación.
Uno de los sectores más afectados ha sido el de los jóvenes investigadores, que son todos aquellos jóvenes que trabajan en investigación desde que comienzan sus tesis doctorales -etapa predoctoral- hasta que tras muchos años de esfuerzo –etapa posdoctoral- consiguen una estabilización en algún organismos público de investigación o universidades.
El sector de los jóvenes investigadores, que es la base fundamental de la producción científica en España, es quizá el más afectado por la escasa inversión en I+D+i que ha tenido lugar estos años en España. Son investigadores que no tienen puesto fijo, sino que tienen contratos de duración determinada para determinados propósitos –su formación predoctoral o la realización de proyectos de investigación durante un período determinado-.
El estado ha invertido mucho dinero en la formación de estos jóvenes, y debido a que el sistema de I+D+i español no puede asimilarlos – bien por la escasa contratación posdoctoral o por la nula estabilización de investigadores – , la única forma de seguir trabajando en investigación es marchar al extranjero. Esto es lo que se conoce en estos tiempos como la “fuga de cerebros”. Es por este motivo que no será España –el país que ha invertido en su formación- sino otros países de Europa los que obtengan el beneficio de su formación, destrezas y conocimientos.
A finales del pasado año, el presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) señaló que la fuga de cerebros no existía y que era una leyenda urbana –alegando que solamente una parte muy pequeña de los investigadores fijos del CISC- había abandonado la institución para seguir en el extranjero. ¿Qué ocurre con todos estos jóvenes investigadores cuya única opción ha sido la de hacer las maletas para continuar su carrera científica?, ¿Son una leyenda urbana los 11.000 científicos que ha perdido España desde el inicio de la crisis – según los últimos datos del INE-?, ¿Piensan los mismo estos jóvenes expatriados o sus familias?
Por supuesto que trabajar en investigación en el extranjero es muy enriquecedor desde un punto de vista personal y profesional: el joven investigador entra en contacto con grupos muy competitivos y donde puede desarrollar trabajos de investigación muy relevantes. Todo sería ideal si existiese la forma de poder regresar al cabo de unos años a su país de origen, a desarrollar sus propias líneas de investigación. Este proceso de reincorporación a día de hoy es prácticamente inexistente, y es la causa por la que España está perdiendo una generación muy preparada de jóvenes investigadores, que son todo menos una leyenda urbana.