Salamanca y la prostitución tienen una historia común. La fiesta más salmantina, El Lunes de Aguas, está íntimamente relacionado con las meretrices, la mancebía, el negocio… A lo largo de los domingos veraniegos se pasearán por La Crónica de Salamanca, San Lucas, las Tabernas del vino blanco, las brujas, hechicera, putas literarias, además de la Celestina… Salamanca y las meretrices tienen una historia común y eso que la capital charra pudo ser ‘Ciudad de Dios’.
Ungüentos, dichos, conjuros, amuletos… todo servía para proteger a los seres queridos de las fuerzas del mal. Tratados de médicos y conjuros de brujas y antídotos de curanderos… El mal de ojo está en las entretelas de nuestra tradición literaria, mundana y tradicional.
Según una conocida leyenda, Enrique de Villena estudió artes nigrománticas con el mismísimo Diablo en la Cueva de Salamanca. Quizá se lo dictó el propio Lucifer, lo cierto es que Jacobo Sanz Hermida comparte en Cuatro tratados médicos renacentistas sobre el mal de ojo que “Enrique de Villena escribió un tratado en forma de carta sobre el aojamiento –mal de ojo- Y nuestro autor aprovecha para recopilar todo lo que de la fascinación se sabe, sin tener reparo alguno en servirse de las opiniones más diversas, sea cual fuera su origen”.
Es frecuente que Villena, según Sanz Hermida, hable de autoridades árabes y hebreas, así como al uso de fórmulas preventivas y curativas, mágicas, cabalísticas y supersticiosas
Sanz Hermida explica que el mal de ojo “podría haber surgido por el miedo hacia una enfermedad de difícil adscripción por lo que de supersticioso que encierra, cuya génesis se relacionaba con actitudes de venganza, saña o encono, según se creía popularmente, con los problemas sociales que plateaba”.
Sanz Hermida en su Cuatro tratados médicos renacentistas sobre el mal de ojo puntualiza que “la clase privilegiada, y en gran medida la nobleza, sería la más susceptible al mal, pues, si como se creía, la enfermedad era movida por la envidia y la ira e inferida casi siempre por viejas decrépitas de clase baja, los más poderosos estarían a merced de los que pudieran aojar con ayuda de malignos poderes”.
La elección de Enrique de Villena para tal demanda no es fruto del azar, sino que respondía a los amplios conocimientos de un personaje que había demostrado ya anteriormente su saber en otras materias científicas y exegéticas complejas.
Jacobo Sanz Hermida expone en Cuatro tratados médicos renacentistas sobre el mal de ojo que en este ambiente de debate sobre la fascinación propiciado por las obras de Villena y el Tostado pone la base sobre la que sustentará un importante corpus médico sobre este mal que se inicia a finales del Cuatrocientos. Diego Álvarez Chanca, publica su Tractutus de fascinatione hacia 1499. Los otros médicos con Antonio de Cartagena, Gaspar Ribero y Tomás Rodrigues da Veiga, en 1561.
De los cuatro galenos, haremos una especial mención a Diego Álvarez Chancas o Diego Álvarez Chacón, sevillano de nacimiento y formado en la Universidad de Salamanca, al ser uno de los más importantes y más prestigiosos estudios de Europa desde finales del siglo XIV principios del XV. Llegó a ser el médico de los Reyes Católicos hasta 1499, fecha en la que se cataloga la publicación de su tratado.
Jacobo Sanz Hermida expone en Cuatro tratados médicos renacentistas sobre el mal de ojo que El tratado del aojo, dado a la luz por Diego Álvarez Chanca, doctor y médico del rey y de la reina, nuestros señores, lo divide en dos partes, en la primera determinará diez cuestiones, para que brille mejor la verdad de éste. En la segunda, práctica, se declarará el modo de curarlo, primero preventivo, segundo curativo.
Las diez cuestiones que recoge el tratado:
- Si en el cuerpo humano se puede hallar veneno o complexión venenosa en la extensión de la salud.
- Si en los hombres puede hallarse veneno o complexión venenosa en la extensión de la salud.
- Si el hombre puede envenenar al hombre por la vista.
- Si el aojo puede hacerse de otra manera que por la vista.
- Si cualquier cuerpo humano es susceptible de aojo.
- Si el envenenador puede aojar a otros animales a excepción de los que son de su especie.
- Si el envenenador puede aojar las hierbas y las plantas.
- Si el envenenador puede en todo tiempo y en toda disposición aojar los cuerpos dispuestos.
- Pregunta de qué edad y de qué complexión deben ser los cuerpos aojadores.
- Por qué autores famosos como Galeno, Avicena, Rasis y otros no capitularon sobre el aojo.
Y llegaron ellas… las brujas
Sanz Hermida ya alude en su libro a quién eran las personas que podían echar mal de ojo, Francisco Blanco en su libro Brujería y otros oficios populares de la magia nos acerca a estos personajes entre brujas, hechiceras, magas… que infundían un enorme temor en la sociedad tradicional.
Se entiende comúnmente por mal de ojo, como la influencia negativa de carácter mágico o sobrenatural que ejercen algunas personas en especial las brujas, sobre otras personas, animales, cosas y actividades, sobre todo a través de la mirada.
“Esta definición ha de entenderse dentro de la mentalidad popular. Si preguntamos a un médico que haya conocido enfermos de mal de ojo, acaso no tendríamos otra respuesta que la dada por varios médicos gallegos al respecto: los casos de mal de ojo se corresponden con niños que sufren raquitismo y trastornos tróficos, o con jóvenes y adultos aquejados de tuberculosis pulmonar o visceral”, explica Francisco Blanco en su libro Brujería y otros oficios populares de la magia.

Pero… haberlas, haylas… el refranero castellano dice: ‘El niño murió: reventado sea el ojo que lo aojó’ y ‘Brujas y hechiceras, malas para los niños: ¡fuego con ellas!’.
Para quitar el mal de ojo
Sobre este tema, Blanco comenta que en Salamanca se aseguraba que va perdiendo fuerza la superstición al mal de ojo, “al que suelen atribuirle ciertas desgracias y contrariedades de distintos órdenes, como las pérdidas de las cosechas, epidemias y muertes de los ganados, la retirada de la leche de las nodrizas, el raquitismo, anemia y la discapacidad de los niños; superstición muy defendida aunque antes infinitamente más que ahora en la tierra salmantina, particularmente entre los campesinos y gentes ignorantes, que han dado lugar hasta a crímenes colectivos”, matiza Blanco.
De hecho, explica el autor de Brujería y otros oficios populares de la magia que se dan casos en los anales judiciales, de asesinatos de brujas, pero lo más común es conquistarlas por medio de regalos para que no ejerzan en las criaturas su maléfica influencia; y se pone a las mujeres, antes de que lleguen a dar a luz, amuletos que imponen con virtud bastante para contrarrestarlas”.
Hemos visto el mal de ojo como influjo proveniente de la bruja. Sin embargo, como señala Blanco, no es solo ésta la responsable de tan temida interferencia mágica.
De hecho, el Tratado de Fray Martín de Castañeda, considera que las mujeres menstruantes pueden provocar también el mal de ojo.
Pero, ¿está presente hoy día el mal de ojo? Blanco contesta a la pregunta. “En los primeros años del siglo XX, se aseguraba que aunque desacreditada, es general en toda la provincia de Salamanca la creencia en el mal de ojo. Hacen mal de ojo algunas viejas, sobre todo las aprobadas como brujas y los tuertos que miran en ayunas; también se dice que para ser víctima del mal de ojo es necesario estar en ayunas”.
Y, ¿qué se puede hacer contra el mal de ojo? Contra el mal de ojo se pone a los niños higas, evangelios, la regla de San Benito, la uña de la gran bestia –jabalí- y, sobre todo, reliquias antiguas; para que les nazcan bien los dientes una carrillera de erizo, y una cabeza de víbora para evitar, en chicos y grandes, la erisipela.
El mal de ojo se manifiesta de muchas maneras, aun la más importante sea el deterioro de la salud. “En Villar de Ciervo, con el mal de ojo el niño no mama, la máquina no cose o se tiene un mal día de caza. En Terradillos, cuando los niños están enfermos o el ganado se muere repentinamente, lo atribuyen a malos quererés. Si abortan las vacas o nace el ternero muerto, es seguro, según información de El Cabaco, que el mal de ojo tieen algo que ver en el asunto. En Salmoral y Villar de la Yegua temen que con el mal de ojo se le corte la leche a la madre en periodo de lactancia”, puntualiza Francisco Blanco.
Por último, ¿cómo se cura? En las informaciones que ha podido recopilar Francisco Blanco para su libro, suele decirse que el mal de ojo causado por una bruja puede ser curado por otra. Sin embrago, es firme al mismo tiempo la idea de que las brujas no ayudan a nadie, con lo cual esta posible vía terapéutica queda automáticamente anulada.
Otros especialistas hablan de los curanderos, cuya dedicación ha sido la de curar el mal de ojo. Cuenta Blanco que en Salamanca el más conocido fue el curandero de Garcihernández, aunque no el único. «Curiosamente, estos curanderos reciben casi siempre el nombre de ‘brujos’, con lo cual se produce cierta confusión terminológica; la denominación que les otorgan no es rigurosa, ya que en absoluto participaban de ninguna de las características que definen a la bruja, sino que les viene por ocuparse justamente de combatirlas», matiza Francisco Blanco.
En otras localidades de Salamanca como Hinojosa de Duero aseguran curarlo con hierba tul; En Villarino de los Aires se curaba tirando cuatro garbanzos a un pozo de la capilla que está en el centro del pueblo, o bien ahumando al niño con cañas recogidas el día de San Juan; en Las Veguillas recuerdan el consejo de cierta bruja -acaso más bien curandera- quien le recomendó recoger estiércol de las calles, quemarlo y pasar al niño por el humo; en El Payo, el ritual consistía en poner un caldero de agua a la lumbre, coger la camisa del niño enfermo, meterla en agua y luego picarla con un objeto punzante, al tiempo que se decía: «Bruja, tú que me lo embrujaste, tú me lo desembrujaras».
«Pese a que en un buen número de los remedios recogidos se hace referencia a niños -por ser, como hemos visto, los más sujetos a estos males-, también los adultos pueden aplicárselos y a los animales», concluye Francisco Blanco.
Ejemplos literarios:
- Brujería y otros oficios populares de la magia, de Juan Francisco Blanco. Ed. Ámbito.
- Cuatro Tratados médicos Renacentistas sobre el mal de ojo, de Jacobo Sanz Hermida. Ed. Junta de Castilla y León.
- El Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita: Menciona el ojo de una zorra con propiedades curativas contra el mal de ojo.
- El Libro del aojamiento o fascinología de Enrique de Villena: Describe signos y síntomas de las personas afectadas por el mal de ojo.
- El Teatro Crítico Universal de Benito Jerónimo Feijoo: Niega la eficacia del mal de ojo.
- El mito de Perseo y Medusa: La mirada de Medusa, capaz de petrificar, es una manifestación del mal de ojo en la mitología griega.
**** La ilustración es obra de Chema Martín, responsable de la academia de pintura Cibeles, situada en la calle Rosario, 32
Chema Martín trabaja por encargo… Una caricatura, un retrato, una escultura suya… siempre será una obra que embellece su casa o un buen regalo para que os recuerden.




















