Salamanca y la prostitución tienen una historia común. La fiesta más salmantina, El Lunes de Aguas, está íntimamente relacionado con las meretrices, la mancebía, el negocio… A lo largo de los domingos veraniegos se pasearán por La Crónica de Salamanca, San Lucas, las Tabernas del vino blanco, las brujas, zánganos, hechicera, putas literarias, además de la Celestina… Salamanca y las meretrices tienen una historia común y eso que la capital charra pudo ser ‘Ciudad de Dios’.
«De buen ayre e de fermosas salidas debe ser la villa do quisieren establecer el Estudio, porque los maestros que muestren los saberes e los escolares que los aprendan vivan sanos en el, e puedan folgar e recibir placer en la tarde cuando se levanten cansados del estudio». (Alfonso X el Sabio -Fundador de la Universidad de Salamanca en 1218)
Exigían además las Partidas que el pueblo fuera barato y abundante no solo en víveres sino en posadas. Pensemos que esto se escribió en el siglo XIII. Si legislaban de esta forma, es admirable. Por ello, los autores de un código semejante deben ser recordados con todo respeto, porque esto supuso muchos siglos de adelanto para la civilización. Y eso pasó en Salamanca…
Salamanca y las meretrices tienen una historia común. La primera con tintes literarios: La Celestina, de Fernando de Rojas publicada por primera vez en 1500, cuya trama tiene lugar aquí en Salamanca. La Celestina es una alcahueta, hechicera y con pasado de meretriz, aparte de su labor de casamentera para unir a Calisto y Melibea, cuida de otras dos muchachas Areúsa y Felicia ambas prostitutas.
Estas tres mujeres representaban por un lado la lujuria que recorría las calles de Salamanca hace 500 años y por otro la miseria que empujaba a las mujeres a comerciar con su cuerpo.
Además de la marca psicológica que supone, las prostitutas de aquella época estaban marcadas también con su atuendo para así poder diferenciarlas del resto de mujeres de la sociedad.
En las viejas ciudades medievales las ordenanzas establecían una señal para indicar las casas de lenocinio y a las mujeres que ejercían «el oficio más antiguo del mundo». En las ventanas o balcones se colocaba un ramo de llamativas flores; de ahí el nombre de rameras.
En Salamanca la costumbre era que estas llevasen la falda recogida en pico y que fuese de color pardo. Ello fue regulado en tiempos de Carlos III, estableciendo un tejido pardo, cuadrado, con orificio en el centro para introducir el cuerpo, y con las esquinas, los picos, recogidos. En la famosa escalera de la Universidad de Salamanca hay dos personajes a cada lado del primer tramo que llevan la falda recogida así, indicando su oficio.
Más o menos por la época en la que se publicó La Celestina se construyeron las escaleras del Edificio Histórico de la Universidad de Salamanca. «El primer tramo de la decoración de las escaleras de la Universidad está dedicada a la vida jocosa y lasciva de la época juvenil. Alrededor de la dama de vida libre unos juglares bailan con cintas cascabeles en pies y manos, la danza morisca”. Según publica Paulette Gabaudan en El Mito Imperial. En este tramo también se pueden ver dos mujeres que lucen la falda de picos.
Y de un clásico a otro. No sabemos si la condesa Trifaldi, un personaje que aparece en la segunda parte de El Quijote se dedicaba a ‘aliviar’ a los señores, pero Cervantes le da ese nombre en referencia a las tres faldas o puntas del vestido que viste. Una vestimenta que recuerda mucho a la que lucían las prostitutas y sus faldas de picos ¿pardos?
Ponemos a la condesa en contexto: es una dama que llega al reino de Candaya, donde se ha producido un encantamiento que ha provocado que las mujeres del reino, incluida ella, desarrollen barbas. Ella solicita la ayuda de Don Quijote, prometiéndole que, si monta a lomos de Clavileño, un caballo de madera, podrá ayudarla a ella y a las demás mujeres a recuperar su aspecto original.
La condesa Trifaldi es en realidad una artimaña de los duques, quienes están interpretando una comedia para burlarse de Don Quijote.
Esta historia cervantina no ocurre en Salamanca, pero a lo largo de la historia de Salamanca, la prostitución, la Universidad y la ciudad han estado relacionadas entre sí. La juventud de los estudiantes conlleva libertinaje y desenfreno y en el Renacimiento no era distinto.
**** La ilustración es obra de Chema Martín, responsable de la academia de pintura Cibeles, situada en la calle Rosario, 32
Chema Martín trabaja por encargo… Una caricatura, un retrato, una escultura suya… siempre será una obra que embellece su casa o un buen regalo para que os recuerden.
1 comentario en «Las prostitutas se vistieron de putas por primera vez en Salamanca»
Desde entonces muchos son los varones de esta ciudad que se pasan la vida «de picos pardos», ya sea aquí o en la Villa y Corte que dicen que allí no se encuentran con su «es» o con su «ex»…