«Muchos pescadores se beben la cerveza y tiran la lata. Y yo allí no he visto ni un papel, ni un plástico, ni una botella”

Los alcaldes de los tres pueblos afectados por la rave de Salvatierra critican las molestias que ocasiona la música, sobre todo, por la noche, pero destacan el civismo de los miles de participantes
Durante el día, el pantano es uno de los principales atractivos del evento. “La gente por la mañana se mete en el agua, se da sus baños y está como dios”, dice uno de ellos
La rave de Salvatierra.

La gran rave que se celebra desde el viernes junto al pantano de Santa Teresa está haciendo pasar la noche en vela a decenas de vecinos de la zona. El problema principal es el ruido. El pueblo más afectado, Aldeavieja de Tormes (de unos 100 habitantes), pero en Salvatierra (unos 70) la música electrónica también está complicando el descanso nocturno.

“La gente no dice nada porque, a ver… ¿qué haces contra ello? Pero vamos, que no se puede dormir. ¿Tú sabes cómo retumba aquí por la noche?”, declara este lunes el alcalde de Aldeavieja, Francisco García, que visitó el lugar el domingo y se sorprendió de la escrupulosa organización. “Eso no lo monta cualquiera en un momento, porque hay que ver cómo está organizado: todo planificado”, incluso “no hay piedras donde bailan, a la orilla”, por lo que “tiene que haber habido gente que ha estado limpiando la zona durante quince días o más”, asegura.

Han llegado más de 2.000 vehículos para tomar parte en esta fiesta no comunicada oficialmente, con participantes de distintas nacionalidades, cuyo comportamiento está sorprendiendo por su civismo. “Muchas veces los pescadores se beben la cerveza y tiran la lata. Y yo allí no he visto ni un papel, ni un plástico, ni una botella”, explica García.

En definitiva, el problema es “el ruido por la noche, porque por el día no afecta nada”. El pueblo está justo en frente de la macrofiesta, separado por el embalse, sin zona montañosa que pueda absorber las ondas sonoras, y solo hay 1,5 kilómetros entre la rave y el municipio. Por eso, en medio del silencio nocturno, “en Aldeavieja se oye como si estuvieras allí”, según su alcalde.

El evento va acogiendo cada vez a más público a través del “efecto llamada”, apunta García. “El primer día habría como 2.000 personas, pero eso ha crecido muchísimo, ahí habrá, dicen, 6.000”, procedentes “de todos los sitios” (franceses, belgas, portugueses… y “españoles hay la tira”).

La mayor parte trae sus propias “provisiones” e incluso hay puestos de comida dentro de la fiesta. Aun así, algunos forasteros han comprado en negocios de la zona. “Al Lupa fueron el otro día y lo barrieron”, cuenta el alcalde de Aldeavieja, en referencia al supermercado de Gujiuelo, pero “nosotros no tenemos tiendas”, lamenta.

Durante el día, el pantano es uno de los principales atractivos del evento. “La gente por la mañana se mete en el agua, se da sus baños y está como dios”. Y es que los participantes parecen encantados con la naturaleza de la zona elegida. “Pues hombre, que la explote alguien de alguna manera, ya que nosotros no le sacamos mucho provecho…”, bromea el alcalde García. Aunque en horario diurno también hay música, “se soporta, es un ‘tungun, tungun, tungun…’, pero por la noche pones las manos en los cristales y retumba”, relata.

El mandatario municipal de Aldeavieja no recuerda nada similar en la zona. Tampoco el de Salvatierra de Tormes, Eusebio García. En su pueblo, el evento “ya está resultando molesto” debido a “la música constante e incansable día y noche”. La localidad también está frente a la acampada, con el agua de por medio, a unos 2 kilómetros del ‘sarao’. Las últimas quejas son de personas mayores, que han trasladado a su alcalde sus dificultades para descansar durante estas noches.

Además, “coincide con esta hora de calor” y “no se pueden cerrar ventanas” para refrescar las casas. “Esta es la parte más negativa y difícil de poder gestionar”, reconoce el alcalde de Aldeavieja, en constante contacto con la Guardia Civil y los servicios de emergencia, que “están poniendo todos los medios para controlar lo que hay”. Pero “la parte psicológica” está minando a los habitantes de esta localidad.

A este respecto, Eusebio García habla de “la necesidad de buscar recursos” para contactar con los organizadores y lograr que bajen el volumen de esa música “machacona” o establezcan “algún descanso, porque es que día y noche, trac-traca, traca-traca…”.

No está claro cuándo finalizará el evento, aunque es posible que “el gran abandono” comience a partir del martes, añade el alcalde, basándose en las informaciones que le ha hecho llegar la Guardia Civil de Guijuelo tras sus averiguaciones en las redes sociales. “Eso es imprevisible”, porque no hay datos oficiales, solo “hermetismo”. De hecho, “no hubo ningún tipo de solicitud para la acampada” ni para el evento en sí.

Por el momento, “todo se desarrolla con un orden” y sin ataques a “la propiedad privada”, pues “es una concentración pacífica”, pero “ya se está convirtiendo en una pesadilla”.

Otro de los pueblos cercanos a la rave más polémica de nuestra provincia este verano es Cespedosa de Tormes, cuyo alcalde, Ángel Mesón Román, confirma que la situación es de normalidad, a excepción de la retención del viernes, cuando empezaron a llegar los vehículos. “En la localidad no han dado ningún problema” y han sido “muy amables”, tanto en los negocios del pueblo como con los vecinos en general, cuenta.

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