¡Benditas mujeres de vida alegre!

A lo largo de los domingos veraniegos iremos desgranando la relación que existe, entre verdades y leyendas, entre la prostitución, la magia o la hechicería y la capital charra
Ilustración de Chema Martín, responsable de la academia Cibeles.

Salamanca y la prostitución tienen una historia común. La fiesta más salmantina, El Lunes de Aguas, está íntimamente relacionado con las meretrices, la mancebía, el negocio… A lo largo de los domingos veraniegos se pasearán por La Crónica de Salamanca, San Lucas, las Tabernas del vino blanco, las brujas, hechicera, putas literarias, además de la Celestina… Salamanca y las meretrices tienen una historia común y eso que la capital charra pudo ser ‘Ciudad de Dios’.

Los artistas les deben mucho a las cabareteras, bailarinas, modelos, artistas… Aprovechamos que en la Casa Lis esta la exposición Danzantes, Mitos y Leyendas para reivindicar a las mujeres consideradas de ‘vida alegre’.

Mujeres artistas ha habido siempre y con arte toda la vida, pero es quizá a principios del siglo XX cuando la mujer pide paso. Son los años de las sufragistas, de las artistas de cabaret, de las primeras universitarias y científicas…

A estos años nos dirigimos de la mano de la muestra Danzantes. Mitos y Leyendas y con Esther Pérez García, investigadora y documentalista de la Casa Lis que nos va a ayudar a ver las Criselefantinas desde otra ventana por donde se cuela el periodo Art Déco, Ballets Rusos o el cabaret y la influencia que tendrán en los artistas estas benditas danzantes.

Los autores de estas delicadas esculturas investigaron nuevas técnicas de esmaltado que dotaron a las piezas de un carácter pictórico único, guardando sus fórmulas con gran celo. Se inspiraron en los mitos y leyendas del Antiguo Egipto, Europa y el Lejano Oriente, pero su esencia fue más allá de la historia antigua, porque por primera vez tuvieron a mujeres de carne y hueso que bailaban para ellos con sus delicados, sensuales y desacomplejados movimientos que los ayudan a la hora de crear. A las que no le dieron el reconocimiento en su momento. Ahora, ellas, a través de sus esculturas, también viven y son reconocidas. Curioso.

A principio del siglo XX, las mujeres artistas estaban consideradas más como prostitutas que como estrellas de sus actuaciones. Las calificaban como mujeres de vida alegre.

Las mujeres que se dedicaban al ballet, más encorsetado, más tradicionalista estaban mejor miradas. Como una de las figuras más representativas está Tamara Karsavina. Primera bailarina del Ballet Ruso. “Abrió camino, porque provenía del ballet clásico, pero comenzó a innovar sobre todo en el vestuario, dejó los corsés y empezó a utilizar sedas, que insinuaban los pechos. Esto va a influir mucho en la moda”, explica Esther Pérez García.

Del ballet de una rusa a la danza de una americana: Isadora Duncan. Sin duda fue la inspiración para el artista Pierre le Faguays.

Isadora Duncan aportará a la danza movimientos libres y naturales. “Era muy liberal. Creía en el amor libre. Era comunista. La censuraron en muchos países. En una representación en Boston bailaba con un pañuelo rojo, se lo quitó y se quedó desnuda y dijo: ‘Esto es rojo, como yo’. La echaron (Risas). Bailaba descalza. También la censuraron por eso, porque se le veían los tobillos. Era un tema muy delicado”, explica la investigadora.

Isadora Duncan estudió muy bien la mitología clásica, Egipto u oriente y decidió incorporarla a sus espectáculos. No fue la única, su compatriota Ruth Saint-Denis, también tomó de estas culturas para encontrar inspiración, pero no era tan reivindicativa con Duncan, Saint Denis se centraba más en los espectáculos.

Ambas adaptaron sus movimientos corporales y vestuario a estos mundos lejanos y lo aprovecharon. “Ellas se amparaban en que representaban Oriente, las culturas exóticas… Ellas no eran eso, ellas lo representaban. Eso sí, los sectores conservadores no les hacía gracia y lo condenaban igualmente. Las consideraban obscenas, porque utilizan túnicas y se les veía todo”, matiza Esther Pérez.

Una de las criselefantinas que se pueden ver en la exposición de la Casa Lis.

De los bailes y ballet en los teatros pasamos a los cabarets, que adoptaron las mismas temáticas, pero le dieron una vuelta. Era más vodevil, para un público más masculinos, más de noche, más erótico. En la exposición de la Casa Lis Danzantes. Mitos y Leyendas se ve este salto al cabaret en ‘La bailarina egipcia’. “Está desnuda. Es una bailarina de cabaret, adopta la misma temática, pero de una forma más libre y explícita. Podían llegar tapadas e ir quitándose la ropa, que con el tiempo daría paso al burlesque”, apunta Esther Pérez.

Seguimos con artistas americanas, pero cambiamos de raza. Hablamos de una de las grandes mujeres que dejaron su impronta en el escenario y en la retina de los pintores y escultores: La gran Joséphine Baker. “Es una rompedora. Americana de nacimiento que triunfó en Francia. Ella sabía lo que tenía, era negra, y conocía los segmentos donde podía romper. Utilizó el charlestón, el swing y elementos de ritmos cubanos, africanos… se adornaba con plátanos. De hecho, su baile más famoso es La danza salvaje que está desnuda y lleva una falda de plátanos. Toma como referencia las tribus”, explica la documentalista de la Casa Lis.

Y, triunfó. Hay una anécdota que describe muy bien el poder que tuvo Joséphine Baker. Actuaba en Viena y a la iglesia católica no le hacía mucha gracia y para dejar claro su inconformidad, todas las iglesias vienesas recibieron a la bailarina con una sonora campanada. “Todo porque decían que llegaba el demonio negro”, matiza Pérez.

Los conservadores más conservadores no fueron a verla, pero fue un reclamo para que el resto del público quisiera disfrutar de su arte. Triunfó mucho en Viena. Rompió todos los moldes.

“Hay un antes y un después en el arte. Los artistas iban a verlas actuar. Un ejemplo es Demetre Chiparus. Iba y cogía apuntes en directo, porque eran sus musas, su inspiración. Tomaban del natural los movimiento, también las fotografías, porque en esta época ya estaba muy avanzada el arte fotográfica”, puntualiza.

Las bailarinas son referencia porque eran la modernidad. Era un paso más. Estas mujeres representaban la feminidad, la disrupción de lo tradicional… “Eran todo lo que los artistas de entre guerras buscaban, anhelaban”, matiza Esther Pérez.

El respeto por ellas era otra cosa. Según la documentalista de la Casa Lis, la mayoría de los artistas respetaban a estas mujeres, “aunque a Joséphine Baker le hicieron de todo. Aquí entra en juego el tema racial. No era lo mismo Tamara Karsavina, que venía de la escuela rusa imperial, a Baker que procedía de vodevil. Las utilizaban”, destaca Pérez.

El tiempo pone a cada uno en su lugar y un siglo después se puede decir que las mujeres les debemos mucho a estas pioneras que fueron abriéndonos caminos. Desde el vestuario, se quitaron el corsé y después todas las demás. Pero no solo eso, que es mucho, también influyeron en los grandes maestros Coco Chanel, Balenciaga, Dior… que son los cimientos de la industria de la moda actual.

“Nos muestran la liberación de la mujer. No hacía falta estar supeditada a un hombre para triunfar. Podías tener un nombre por ti misma y una carrera propia. Eso sí, no creo que ellas fueran conscientes de lo que estaban generando. Pienso que Isadora Duncan fue la más reivindicativa, pero no creo que supiera que lo había logrado o que iba a ser tan reconocida muchos años después”, concreta Esther Pérez.

Artistas como Demetre Chiparus, Ferdinand Preiss o Claire J.R. Colinet capturaron esa esencia, esculpiendo figuras femeninas que reflejaban la elegancia de la danza, el esplendor del Art Déco y el exotismo de las culturas lejanas que fascinaron a Europa a principios del siglo XX.

Todo lo que hemos contado aquí se puede descubrir a través de una cuidada selección de criselefantinas, esculturas realizadas en marfil y bronce, la exposición invita a descubrir las historias que hay detrás de cada criselefantina.

Se trata de un fascinante viaje a través de diferentes culturas, cuyas narraciones fueron reinterpretadas en aras de la modernidad para, finalmente, convertirse en testimonios de bronce y marfil.

Chema Martín, resonsable de la academia Cibeles, dando los últimos retoques a la ilustración.

**** La ilustración es obra de Chema Martín, responsable de la academia de pintura Cibeles, situada en la calle Rosario, 32

Chema Martín trabaja por encargo… Una caricatura, un retrato, una escultura suya… siempre será una obra que embellece su casa o un buen regalo para que os recuerden.

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