Opinión

Medicina y psicoanálisis: invulnerabilidad

[dropcap]Q[/dropcap]ué es esto de la invulnerabilidad? Para el creyente, fuimos expulsados del paraíso y así empezó nuestro penar. De un modo u otro, aquí y ahora, seguimos siendo vulnerables.

Independientemente del sexo, color, raza, creencia o condición, somos seres humanos. «Si nos pincháis, ¿no sangramos?», que diría Shylock, el personaje de Shakespeare en ‘El mercader de Venecia’.

Somos seres humanos vagando por el mundo y en el tiempo, buscando inútilmente la invulnerabilidad perdida que nunca recobraremos. Para el psicoanálisis es el hecho de que no podemos aceptarnos como mortales, porque eso sería admitir que había mundo antes de llegar nosotros y los habrá después de que nos vayamos, y ¿qué mayor vulnerabilidad que esa?; y porque aceptar que somos mortales, y por tanto vulnerables, implica aceptar las diferencias sexuales y la deuda simbólica que tenemos para con nuestros progenitores.

Si soy invulnerable no he de hacerme ninguna cuestión al respecto; pero es una energía al servicio de lo irreal que hace que en muchos casos no solo enfermemos sino que vivamos una vida tortuosa.

La de la invulnerabilidad es una historia de superación de la adversidad por el hombre, una cuestión de buena salud física, psíquica y social. Para muchos puede ser una ilusión, para otros un espejismo o un sueño inalcanzable, pero seguimos sin renunciar a conseguirla desde que hollamos por primera vez este planeta.

¿Qué podemos aprender de la historia? Sencillamente: a resistir la adversidad y seguir adelante convencidos de que a pesar de nuestras experiencias traumáticas la vida merece la pena ser vivida. Desde el punto de vista psicoanalítico, a pesar de nuestras experiencias exitosas, merece la pena seguir produciendo más experiencias exitosas.

Hay un narcisismo en el ser humano, necesario también para sobrevivir sin el cual moriría, y también ese narcisismo hace que nos sintamos imprescindibles. Es una parte estructural del aparato.

[pull_quote_left]Nosotros hemos de producir lo que somos y si queremos ser invulnerables hemos de ser artistas de éxito[/pull_quote_left]El error, lo enfermizo es frustrarse, cuando eso no es así, o enfermar cuando la vida no la controlo sino que es ella quien juega con nosotros a su antojo y nosotros somos quienes le debemos la posibilidad de ser alguien en el mundo. La vida jamás me dará nada. Nosotros hemos de producir lo que somos y si queremos ser invulnerables hemos de ser artistas de éxito y, aun así, y después de muertos muchos de ellos no serán invulnerables. Buscamos la invulnerabilidad física. Como dice el Dr. Carlos Lovesio, un famoso intensivista argentino, «la medicina no está hecha para que alguien sea inmortal. La medicina tiene que saber que las cosas que son corregibles hay que corregirlas. Las cosas que son incorregibles, y que van indefectiblemente a llevar a la muerte, no tenemos que encarnizarnos en prolongar un proceso que lo único que genera es sufrimiento».

Hoy en día ya no nos conformamos con curar la enfermedad, sino que hay que evitarla y, si surge, controlar al máximo los daños para que la recuperación se logre sin secuelas. ¿Voy a morir?, le preguntan al doctor, ¿o voy a vivir como antes? A esta pregunta responde el psicoanalista: “vas a morir y también vas a vivir. La pregunta es, ¿cómo deseas vivir antes de llegar a morir?”.

La medicina se ocupa de la enfermedad y el médico pretende dar con la cura de todo. Es el que sólo cura algo el que cura mejor y eso produce salud. El psicoanálisis es la ciencia de la salud, no le interesa la enfermedad le interesa la salud. Cierto que el paciente se cura; pero el objetivo primordial no es el de curar, sino psicoanalizar, y en el proceso se cura, no porque sea mágico sino por que quien se psicoanaliza no necesita el síntoma para vivir, acepta la salud.

[pull_quote_left]Incluso las sociedades intentan ser invulnerables. En los grupos se da una menor disponibilidad para correr riesgos. Así, cuando no estamos solos, nos creemos más poderosos.[/pull_quote_left]Incluso las sociedades intentan ser invulnerables. En los grupos se da una menor disponibilidad para correr riesgos. Así, cuando no estamos solos, nos creemos más poderosos. También ante las catástrofes, cuanto más colectiva y menos individualista es una sociedad, por ejemplo la asiática comparada con la norteamericana, más «ilusión de invulnerabilidad» manifiesta y más ignorancia del peligro evidente. Sin embargo, para el psicoanálisis, los grupos son más que la suma de sus individuos; y un delito amparado en la grupalidad no es menos delito, y una gran acción no es de uno sino del grupo.

También existe la idea de que el grupo nos protegerá, pero también hay narcisismo social y también es cierto que un grupo lo es por sus proyectos, no por sus individualidades, y permanece también a pesar de nosotros.

Como en toda sociedad existen máximos y mínimos, los más vulnerables, los más necesitados de solidaridad y compasión, los «dejados atrás» por la comitiva que busca la invulnerabilidad. ¿Y de ellos quién se ocupa? La ética es la respuesta, la ética puede ayudar a que los sistemas de salud se centren en los pacientes fuera del sistema, en los más vulnerables. Para el médico «buscador de la invulnerabilidad» cuando enferma, su pérdida de salud, va a ser percibida, consciente e inconscientemente, como una deficiencia de su capacidad curativa.

La creencia en la propia invulnerabilidad a circunstancias anímicas lastra su comportamiento y lo transforma primero en «sujeto de alto riesgo» y luego en «víctima del ‘Burn Out’ de difícil diagnóstico, aceptación y no menos complicado tratamiento.

Con todo, el interrogante persiste generación tras generación: ¿Y tanto esfuerzo para qué? Sencillamente, para que la vida merezca la pena ser vivida, para vivir con calidad. En el fondo, la medicina, es una cuestión de resiliencia, de desarrollar habilidades para vivir la vida. Pero, ¿cómo resistir? O mejor, ¿cómo luchar contra la adversidad, contra la enfermedad, contra la propia vulnerabilidad? ¿Cómo desarrollar una «personalidad resistente»?

[pull_quote_left]A eso llamamos ética: a penar alegremente. En atreverse con la alegría de vivir[/pull_quote_left]¡Ojalá hubiera recetas! Cuando el paciente en la consulta le pregunta al psicoanalista: “¿por qué tanto trabajo si de todos modos voy a morir?” La respuesta es: “porque con ese trabajo y mientras vives lo haces de otra manera”. En cualquier caso, la búsqueda de la invulnerabilidad es un proceso, un camino, «un viaje a Ítaca», que glosó Kavafis en su poema, donde lo que importa es el viaje. Científicos, filósofos, psicólogos, poetas,… buscando. Las ciencias y las humanidades debieran viajar juntas, ayudándose, complementándose si queremos llegar a alguna parte. Tal vez sea tarea de la bioética unirlas, hacer de «puente entre estas dos culturas», como ya dijo, acuñando el término «bioética», en 1971 Van Rensselaer Potter en su propuesta de crear una disciplina que in­tegrara la biología, la ecología, la medicina y los valores humanos.

El psicoanálisis añadiría que ninguna disciplina que no incluya el psiquismo tendrá éxito en la elaboración de la salud, porque deja de lado la otra mitad del ser humano. Freud era médico e hizo temblar los pilares de la vulnerabilidad cuando planeó que el ser humano “es donde no es”. ¿Se puede concebir mayor nivel de invulnerabilidad? ¿Dónde está el secreto? Tal vez el secreto esté en vivir con alegría, como recomienda Fernando Savater en su ‘Ética de la alegría’: “A eso llamamos ética: a penar alegremente”. En atreverse con la alegría de vivir, o como dice el psicoanalista doctor Menassa, “en el ejemplo de vivir, vivir es el ejemplo».

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Por José Julián Arias Garrido (doctor en Medicina y Cirugía. Especialista en Medicina Intensiva. Máster en Bioética) y Mª Carmen García Mateos (Psicóloga y psicoanalista de Grupo Cero).

Para más información leer:
Arias Garrido JJ. ‘El Síndrome del Dejado Atrás’. Cuad Bioet 2009; 20(68): 63-9.
Arias Garrido JJ. ‘En Busca de la Invulnerabilidad Perdida’. Cuad. Bioét 2011; 22(76) 557-563

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