[dropcap]S[/dropcap]í. También yo soy uno más de los afectados por la terrible enfermedad de Alzheimer. No directamente, lo que es más doloroso, sino a un familiar, a mi esposa.
¿Hasta dónde llegará este mal? Las estadísticas nos hablan de cifras espeluznantes, abrumadoras, crecientes a un ritmo acelerado. De vez en cuando hay noticias esperanzadoras, que rápidamente dejan de serlo. ¿Se llegará a vencer a esta enfermedad, como se está venciendo al cáncer? Seguramente sí, aunque mis ojos no creo que lo vean.
[pull_quote_left]Muchas personas están sintiendo ahora como el ser amado se va sumergiendo en el olvido. Y se desesperan. Lloran en silencio ante un futuro que creen sin esperanza. ¡Es tan terrible![/pull_quote_left]Muchas personas están sintiendo ahora como el ser amado se va sumergiendo en el olvido. Y se desesperan. Lloran en silencio ante un futuro que creen sin esperanza. ¡Es tan terrible pensarlo, el ver como la memoria se va retrasando tan lentamente, tan sin remedio! ¡Sentir y saber como era antes y como va a ser! Para estas personas desesperadas, angustiadas, va dirigida esta mi “ocurrencia” de hoy.
A todos nos llega un momento en que tomamos la decisión de llevar a nuestro enfermo a un centro especializado en Alzheimer. Se ha pasado una durísima etapa en la que pensamos que no nos portamos bien, que parece como si te quisieras librar de la angustia de cuidarle. Todos pasamos por esa prueba, algunos con difíciles traumas morales o síquicos.
Pero luego, al cabo de un tiempo, te das cuenta que has entrado en un mundo nuevo, haciendo cierto aquello de que “Dios aprieta, pero no ahoga”
Y es que entras en una hermandad, la Hermandad del Triple Amor.
Triple porque sientes como el amor que sientes por tu enfermo se refuerza, aumenta, progresa…
Triple porque sientes el amor de los que, como tú, padecen el mal, y ves como tratan de ayudarte con su ejemplo, con su cariño constante, con su apoyo.[pull_quote_right]Luego entras en la Hermandad del Triple Amor: el que sientes por tu enfermo, por los que padecen el mal como tú y el de los cuidadores[/pull_quote_right]
Y triple por el amor que ves en los cuidadores profesionales, no sólo a los enfermos, sino también a sus familiares. Que están pendientes de nuestras ansiedades, de nuestras depresiones, tan frecuentes. Y que en cuanto aprecian el más leve síntoma vuelan para ayudarte. ¡Sí, vuelan; porque son ángeles caídos del cielo! Para estos ángeles no hay crisis, no hay ideologías ni partidos, ni razas; no hay cansancio. Sólo hay unos enfermos a los que cuidar y unos familiares a los que ayudar y, a veces, aguantar.
Eso. Eso es lo que encontré en la Residencia Boni Mediero, en la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Salamanca, Asociación sin ningún ánimo de lucro, muy sacrificada en estos tiempos de recortes, que lucha desesperadamente por mantener una actividad ejemplar, a unos profesionales de altísima calidad humana, que ven como las subvenciones se reducen considerablemente, o se suprimen, o no se conceden.
Y siguen ahí –seguimos ahí–, porque una vez “ingresados” en esta Hermandad del Triple Amor, ¡¡¡Ya no puedes, ni quieres salir!!!
DEDICATORIA
A todos los que forman la Asociación de
Familiares de Enfermos de Alzheimer
(Salamanca), los que, con su sonrisa
y el brillo de sus ojos, llenan el vacío
en el alma que nos deja tan terrible
enfermedad en los seres queridos.
A todos ellos,
que forman, conmigo, una
Hermandad del Triple Amor.
Triple por el amor conyugal o filial que nos une;
por el amor sacrificado que nos ata con más
fuerza a nuestros enfermos;
por el amor generoso de nuestros
cuidadores, siempre pendientes
de nuestro más mínimo desánimo.
3 comentarios en «La Hermandad del Triple Amor»
Durante años tu mundo era tu vida, era una cosa natural que formaba parte de ti, te acompañaba y te arropaba. Cuando la cruda realidad de lo efímero de la vida nos alumbra, nadie lo asumimos, pero tu estas consiguiendo unirlo, enlazarlo y mantenerlo con tus relatos autobiográficos. mostrando tus dotes en todos los campos. Nos ayudas y nos enseñas a que no regalemos ni un minuto del tiempo que nos ha correspondido. Gracias Emiliano.
Tío Emilio comparto de tus palabras y de tu INMENSO amor y cuidado por tía Pili. Seguro que hoy ya no eres la misma persona y estarás aprendiendo los muchos valores para enseñarnos como nos enseñas. Aprendo contigo como aprendí con mi padre y tuve este privilegio: cuidarle hasta el último segundo. Gracias por tus palabras tío Emilio!
Gracias una vez más Emiliano; por ese reconocimiento y por expresarlo de esa forma tan sincera. Aunque en muchas ocasiones, es justo reconocer, que los cuidadores recibimos tanto de los de los enfermos que compensa la dedicación y el esfuerzo.