San Cristóbal se ‘deshace’ (literal)

Hace más de tres décadas, la plaza de San Cristóbal, con su iglesia coronándola, recibió el premio Europa Nostra, por lograr su recuperación o que este inmueble goce de la máxima protección que confiere la legislación, al estar declarado Bien de Interés Cultural.

Estos reconocimientos no son suficientes para que San Cristóbal se deshaga, literal, como un azucarillo en un café, debido a la sensibilidad que tiene la piedra de Villamayor al ser arenisca.

Todo ello parece no llamarle la atención al Obispado de Salamanca, como propietario, y la Junta de Castilla y León, como administración competente, para que se preocupen porque esta iglesia pueda ser visitada mensualmente o que su estado de conservación sea perfecto en todo momento, también cuando llueve.

«De un tiempo a esta parte se ha ido apreciando una gran afección en los contrafuertes situados a los pies (orientación suroeste) y en los sillares inferiores de la portada principal con la aparición de líquenes y pérdida material por la ausencia de canalones», enumeran desde la asociación Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio.

Además, son apreciables las filtraciones de aguas pluviales entre las pizarras que cubren otros contrafuertes y muros del templo. «En los últimos tiempos las muestras de abandono se han dejado notar en base a filtraciones que humedecen la cornisa y los canecillos románicos del ábside que, tras nueve siglos, han llegado hasta nuestros días», concluyen desde Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio.