La Generalitat de Cataluña trabaja con una hipótesis tan cotidiana como alarmante para explicar el origen del brote de peste porcina en la sierra de Collserola (Barcelona): un jabalí que comió restos de comida contaminada de la basura. Según el conseller de Agricultura, Òscar Ordeig, la opción más plausible es que el contagio provenga del «embutido de un bocadillo», una teoría que esperan confirmar o desmentir en los próximos días.
Blindaje de la zona y despliegue militar
Mientras se investiga el origen, la prioridad es la contención. El Govern ha desplegado 300 efectivos para asegurar que nadie acceda a las zonas naturales prohibidas, que abarcan 12 municipios en un radio de seis kilómetros alrededor del foco. Además, se mantienen restricciones de vigilancia en un segundo anillo de 20 kilómetros que afecta a otras 64 localidades.
A este dispositivo se suma la Unidad Militar de Emergencias (UME), que prevé destinar unos 80 agentes al parque de Collserola, una cifra que podría aumentar este mismo lunes. La inquietud ciudadana es palpable: el 112 ya ha recibido 125 llamadas alertando de jabalíes fuera del perímetro de seguridad, aunque por ahora las granjas analizadas han dado negativo.
Impacto económico y previsiones pesimistas
La crisis sanitaria tiene ya una traducción económica directa: las exportaciones cárnicas catalanas están bloqueadas en más de 100 países. El conseller Ordeig ha reconocido que reabrir estos mercados será costoso y difícil.
Aunque de momento solo hay dos casos confirmados y ocho sospechosos —localizados cerca de Cerdanyola del Vallès—, la administración asume que «seguramente» aparecerán más positivos.
El problema de fondo: la sobrepoblación
Ordeig ha aprovechado la crisis para señalar un problema estructural: la sobrepoblación de jabalíes en Cataluña. El conseller ha sido tajante al defender que es necesario sacrificar ejemplares para reducir su número y evitar tanto riesgos sanitarios como incidentes de seguridad, asegurando que la comunidad está preparada para afrontar esta emergencia.
