Fuentes vauclusianas

[dropcap]A[/dropcap]cabo de reencontrarme con un amigo a quien no veía desde hace muchísimos años. No le reconocí, ni él a mí. ¡Cómo iba a hacerlo, si yo por entonces llevaba unas gafas de «culo de botella» y, además, era imberbe! Resulta que fue alumno mío, allá por el 67. ¡Qué tiempos!

En el grupo que formábamos unos cuantos tertulianos relató sus recuerdos de aquellos días, cuando yo les explicaba, en el Aula Magna del Palacio de Anaya, la Geología que aprendí en el libro de Meléndez & Fúster.

Y salió a colación mi eterna pregunta de examen: las fuentes vauclusianas.

– ¡Qué es eso!-preguntaron al unísono todos los tertulianos.

¡No me iba a poner a explicarlo en aquel momento improcedente! Pero voy a aprovechar la cátedra que me ofrece este periódico para hacerlo ahora. ¡Siempre es buena ocasión para aprender algo! Y a los que les «cayó» aquella pregunta, para que la sepan ¡por fin!

Porque las dichosas fuentes vauclusianas «caían» en el examen año tras año, durante décadas, siempre; no INTERMITENTEMENTE. Y mis alumnos, sabiendo que la había preguntado el curso anterior, «pasaban» de ella. Y todos los años tenía la esperanza de que fuese bien contestada por la inmensa mayoría ¡No lo conseguí!

Pero al menos, fue y es tema de conversación siempre que me tropiezo con alguno de mis queridos ex-alumnos: –«¡Qué! ¿Te acuerdas de cuando me preguntaste las «fuentes vauclusianas»? -dicen. ¡Creo que si no hubiese sido por las tortugas, hubiese sido mi título honorífico!

¡Bueno, pues sepan ya mis lectores, ex-alumnos o no, qué son las fuentes vauclusianas o intermitentes! ¡Si queréis seguir leyendo, por supuesto!

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Estas fuentes deben su nombre a la famosa de La Vaucluse, cantada nada menos que por Petrarca, cuando residía en Aviñón, la ciudad de los Papas. Allá, en un paisaje idílico, en un acantilado calizo de exuberante vegetación, brotaba en un intermitente y periódico surtidor el agua cristalina que apagaba la sed de belleza de tan gran poeta.

Este tipo de fuente se da en terrenos cársticos, es decir calizos, y requieren una cavidad cerrada que tenga salida al exterior por un sifón en codo ascendente-descendente.

En el esquema adjunto, si el nivel del agua está en «c» no sale agua por «F». Al rellenarse la cavidad el aire retenido en la bóveda «A» se va COMPRIMIENDO. Cuando el nivel de agua llega a «b» encuentra salida por rebasar el punto «e» y vierte por «F». Pero el aire comprimido en «A» empuja la lámina de agua «b» hacia abajo y provoca su ascenso por el sifón («d-e»). Cuando el nivel llega de nuevo a «c» el aire sale por el sifón y la fuente deja de funcionar. El fenómeno comienza de nuevo y si el relleno se produce a ritmo constante la fuente saldrá INTERMITENTEMENTE.

En espeleología llaman sifón a todo conducto por donde el agua incumple la ley de la gravedad, ascendiendo. Ello siempre es debido a un aumento de la presión antes del sifón, no teniendo éste por qué tener la forma de un codo. De este modo una galería puede alimentar a otra en un nivel más alto.

¿Es frecuente esté fenómeno? Las fuentes vauclusianas son raras. Los sifones en las cavernas, no tanto.

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Yo conocí una fuente que manaba intermitentemente por un grifo: la de «Simón Vela», en la subida a la Peña de Francia, en Salamanca. Cuando menos lo esperabas salía un borbotón que se disparaba fuera del pilón, mojando a los desprevenidos bebedores.

Pero allí no hay calizas. ¿Cómo funcionaba entonces? El conducto desde el depósito hasta el grifo debía estar semiobstruido por vegetación, provocando ese efecto.

A mí me servía, cuando con mis alumnos subíamos a la Peña de Francia a ver las Crucianas, para explicar las fuentes vauclusianas, aunque ésta no lo fuera. ¡Y ni por esas! ¡Seguían sin enterarse, fallando en el examen final de la asignatura!

Pero una «mano alevosa» limpió el conducto de la vegetación que lo atascaba, dejando de ser mi motivo de docencia en campo. ¡Ya no refrescó más la cara a mis alumnos, alguno puede que necesitado de ello!