La dificultad en la salida de los pasos debido a la existencia de dos tramos de escaleras no impidió que la procesión del Sábado Santo se desarrollara con normalidad. Los fieles vivieron momentos de emoción contenida durante el descenso de los integrantes de la Hermandad del Silencio que portaban las imágenes (el Cristo de la Vela y Nuestra Señora del Silencio), tanto a la salida de la Iglesia de Jesús Obrero (Pizarrales) como durante la bajada del segundo tramo, en dirección a la Carretera de Ledesma.
El esfuerzo en el rostro de los hermanos porteadores era notable y, tras cada exitoso descenso, el público respondía con una fuerte ovación. Cuando faltaba más de un hora para que comenzara el acto, numerosos fieles y curiosos se concentraban lo más cerca posible de la entrada al templo con el fin presenciar el descendimiento de los pasos, por su gran espectacularidad.
Pese a la bajada de las temperaturas con respecto a días anteriores y a que el cielo estuvo nublado prácticamente durante todo el recorrido, no se registraron lluvias. “A ver si hay suerte y el tiempo lo respeta”, se hablaba hoy en los corrillos, tanto antes como durante el desfile religioso.
Tras su salida de la iglesia de Pizarrales y el acceso a la Carretera de Ledesma, donde se formaban largas colas de público a ambos lados de la vía, el cortejo siguió la ruta establecida. Así, la procesión transcurrió por las calle Valverdón, Avenida de Villamayor, Plaza de la Fuente, Abajo, Las Úrsulas, Bordadores, Plaza de Monterrey y El Prior, hasta llegar a la Plaza Mayor.
Una vez allí, la Hermandad del Silencio, junto al resto de la comitiva, continuó procesionando por la zona centro para, después, iniciar su regreso a la iglesia de Jesús Obrero.
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