[dropcap]T[/dropcap]odas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera», que escribía Tolstoi en Anna Karenina. Con permiso del genio ruso, tomaremos prestada su frase y comenzaremos así nuestra crónica social y el repaso a las revistas del corazón.
¿Por qué? Porque tenemos que escribir de los Alba. Cuando eran felices, al menos cuando su madre estaba entre nosotros, parecían una familia bien avenida. Todo iba sobre ruedas. No había versos sueltos, salvo el conato de enfado de Jacobo Fitz James Stuart, el Conde de Siruela, que estuvo unos meses sin dirigirle la palabra a su madre. Pero, eso se arregló e Inka Martí, la segunda esposa de Jacobo Siruela, entró en Liria y compartió mesa y mantel con Cayetana de Alba, por lo que todo se olvidó.
El funeral de la Duquesa de Alba los congregó de nuevo. Lloraron juntos, pero desde entonces, no se les ha vuelto a ver. Ahora, acaparan portadas de revista todas las semanas, no por sus novi@s, no, más bien, por la herencia. Bien es cierto, que el patrimonio de los Alba, sea en fincas, palacios, inmuebles y obras de arte da para mucho, incluso teniendo, como tiene, gran parte de esta herencia en la Fundación Casa de Alba.
Conocí a la Duquesa y también a sus seis hijos, Carlos, Luis, Jacobo, Fernando, Cayetano y Eugenia. He podido conversar con cada uno de ellos y todos, sin excepción, me han parecido sumamente educados, corteses y disciplinados. La última vez que estuve con uno de ellos, fue este verano en el Palacio de Monterrey, donde entrevisté a Cayetano Martínez de Irujo. No pudo ser más correcto, atento y buen anfitrión. Habló de su sintonía con su hermano mayor, entonces Duque de Huéscar, hoy Duque de Alba, pero no tanto con sus otros hermanos. Eso sí, nada hacía sospechar que al morir su madre, el legado familiar, no tanto el patrimonial, se desmoronara como un castillo de naipes.
Los más mediáticos de los hijos de Cayetana de Alba, Cayetano y Eugenia, que por otra parte era con los que más congeniaba la Duquesa, han sido los más perjudicados. Quizá por eso, porque eran los que mayor sintonía tenían con Cayetana.
La Duquesa dejó todo atado y bien atado, pero sólo en la parte crematística, los sentimientos son difíciles de medir y puede ser que unos se sintieran más queridos que otros y ahora estén ajustando afectos. Apuesto mi agenda, que es lo más preciado que tiene un periodista, que la madre los quería a todos por igual, pero ellos no lo sentían de la misma manera.
Por lo demás, las revistas de esta semana vienen un tanto desinfladas, que si Eugenia Silva presente o mejor vuelve a presentar a su hijo, que si la Infanta Cristina estuvo en Barcelona, otro de los escándalos que casi ya hemos olvidado, o que deja a su último novio.
1 comentario en «La herencia sentimental que dejó la Duquesa de Alba»
¡Hay que ver qué cosas pasan! ¡Quién lo iba a decir! Y podría seguir diciendo frases hechas hasta el infinito… La última: ¡En todas partes cuecen habas!
Un abrazo, querida periodista.