[dropcap]H[/dropcap]a muerto José María Martín Patino, que para los amigos, y especialmente para los lumbralenses, era Pepe. Un jesuita que, con su consistente formación teológica, era, sin embargo, un “animal político” en búsqueda permanente de la tolerancia, el encuentro, la convivencia.
La ausencia de quien precisamente este lunes, día 30, hubiera cumplido 90 años, se dejará notar en el entramado civil de este país. Aparte de su situación eclesiástica, la dedicación de este jesuita se encontraba entregada con fuerte compromiso a la mejora de la convivencia social y política. A través de la Fundación Encuentro, que estableció en 1985, se ha volcado en la búsqueda de senderos de diálogo, de entendimiento, de convivencia y tolerancia, de asiento de las bases de una sociedad más igualitaria en todos sus estratos. “Los españoles necesitamos escucharnos más unos a otros” (…), “hay que apreciar la voz de los demás, aunque disuene de la nuestra”, porque “en el consenso no renunciamos a nuestras ideas. Las enriquecemos generando un pensamiento más rico y más humano”, escribió el año pasado en su habitual carta-tarjeta de nuevo año que recibíamos los amigos. Y con la crisis y la corrupción torturando los que han sido sus últimos meses, a principios de 2015 nos remitió la síntesis de su sensación anual: “La sociedad civil comienza a despertarse. Surge una nueva sensibilidad sobre la transparencia política. Queremos un año político totalmente transparente. Un año de elecciones tiene que demostrar la capacidad de visión de un pueblo”.
[pull_quote_left]Aparte de su situación eclesiástica, la dedicación de este jesuita se encontraba entregada con fuerte compromiso a la mejora de la convivencia social y política.[/pull_quote_left]Porque a Pepe le importaba enormemente la política como ejercicio y práctica de mejorar la vida de las personas, muchos creemos que era un hombre esencialmente político. Al abrigo del eclesiástico, relucía la persona que proclamaba su conciencia civil de que “todos compartimos bienes en común”, y reclamaba también el juego fundamental de la solidaridad porque “este vínculo social”, la solidaridad, “se convierte en opción de la voluntad libre”, en medio de un “tiempo de crisis, económica, social, política y espiritual”. Y para ese camino de mejora de la sociedad “necesitamos más política con mayúsculas”, había escrito.
De esa implicación la Fundación Encuentro ha dejado destacada muestra a través de sus informes anuales que han buscado “descubrir a la opinión pública la realidad de España. Había que meterse en las estadísticas. Cruzarlas, globalizarlas. Me pareció que era clave una reconciliación en las opiniones”, señaló en torno a esa dedicación investigadora como foro de debate independiente.
[pull_quote_left]El papel del laicismo en la sociedad española, la relación entre el poder y la Iglesia española, fueron otras de sus ocupaciones plasmadas con frecuencia en artículos y entrevistas, en alguna de las cuales proclamó que “no quiero morir sin oír a la Iglesia pedir perdón por su apoyo a la guerra”, y no dudó en proclamar que “los obispos fueron cómplices de hecho con el 23-F”.[/pull_quote_left]El papel del laicismo en la sociedad española, la relación entre el poder y la Iglesia española, fueron otras de sus ocupaciones plasmadas con frecuencia en artículos y entrevistas, en alguna de las cuales proclamó que “no quiero morir sin oír a la Iglesia pedir perdón por su apoyo a la guerra”, y no dudó en proclamar que “los obispos fueron cómplices de hecho con el 23-F”. Desde dentro de la Iglesia, y siguiendo la estela del cardenal Enrique y Tarancón –con quien recorrió tantas horas complicadas de España y la de la Iglesia–, no dejó de enjuiciar a esa institución que en tantas ocasiones no daba la talla a s misión apostólica. Entre otros campos, en el de la enseñanza, ámbito en el que, como hijo de maestros, consideraba decisivo un trabajo que se alejara del partidismo y del funcionariado: “La enseñanza es una práctica de comunicación e intercambio social”, señaló.
Como hacía algunos meses que no coincidía con él, no sé si al final habrá dejado listo el fajo de papeles con lo que podrían ser sus “memorias”, aunque él escapaba de esa denominación y de ese encuadre. Confío en que esos se encuentren dispuestos para que puedan aportar datos y luz en muchas situaciones importantes de este país. Aunque los que le conocimos sabemos, desde luego, de su vertiente ladina, que le habrá llevado a buscar algunas curvas en el relato…
[pull_quote_left]No sé si al final habrá dejado listo el fajo de papeles con lo que podrían ser sus “memorias”, aunque él escapaba de esa denominación y de ese encuadre.[/pull_quote_left]Por lo que se refiere a su tierra –era un auténtico enamorado de su pueblo de nacimiento, Lumbrales–, al final Pepe se llevó un cierto grado de dolor al no poder impulsar del modo que había planeado el programa conocido como Raya Duero, volcado desde la Fundación Encuentro en encauzar y facilitar el desarrollo en la deprimida zona fronteriza mediante la implantación en el medio rural de un nuevo sistema para fomentar el avance tecnológico en las aulas y otros sistemas de progreso.
De los méritos y títulos de Pepe hablarán con dedicación los medios de comunicación. Pero a los amigos, y más a los amigos de una familia amplia de la que ya sólo permanece Basilio, nos quedará el regusto de un hombre que volcó su vida en buscar mejoras para la vida del prójimo.
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