Opinión

Minglanilla

¿Qué hace famosa a una población? Muchas cosas, generalmente buenas. Algunas veces, malas. O fábulas… Cada persona tiene algún motivo seleccionado para recordarla…
¡Minglanilla! Para mí este nombre está asociado a la búsqueda de sus famosos ARAGONITOS.

¿Que qué es el aragonito? Es un mineral, un carbonato cálcico. Fijaros bien en que digo «un» y no «el», porque hay otro, la CALCITA, que tiene su misma fórmula química. El aragonito cristaliza en el sistema rómbico y la calcita en el trigonal. ¡Pero no quiero aburriros con una lección de cristalografía! ¡No es el lugar!

Lo que sí os voy a contar es una anécdota curiosa que sucedió a mediados del siglo XVIII, cuando unos incomparables ministros de Fernando VI y de Carlos III quisieron elevar el nivel cultural de España, favoreciendo la creación de las Sociedades Económicas de Amigos del País. Fruto de ello fue el descubrimiento del tungsteno o volframio y del platino.

Aragonito. Minglanilla.
Aragonito. Minglanilla.

Dentro de los intercambios de muestras, la Escuela de Minas de Friburgo, a cuyo frente estaba el inmortal Abraham Gottlob Werner recibió algunas enviadas por estas Sociedades. Estudiadas por este insigne científico descubrió dos minerales nuevos, a los que llamó ARAGONITO y ANDALUCITA.

Lo curioso del caso es que no eran ni de Aragón ni de Andalucía. El aragonito que motivó su nombre era de Molina de Aragón (Guadalajara). El error era lógico. La andalucita holotípica era de El Cardoso, también de Guadalajara. No está muy claro el origen de esta confusión.

El aragonito es un mineral frecuente; se le encuentra por todas partes, pero en formas muy pequeñas. España es un paraíso para los coleccionistas; hay poblaciones famosas por el tamaño y espectacularidad de sus abundantes ejemplares: Molina de Aragón, Sigüenza, Beteta, Calatayud, Ubierna, Medinaceli, Játiva, Chiclana, Minglanilla…

Estuve en esta villa conquense durante una excursión con mi maestro Bermudo Meléndez, que nos llevó, a mis compañeros y a mí, a un lugar donde podían cogerse estos minerales, que en Aragón llaman «torrecicas» por su forma de prismas hexagonales.

¡51 años han pasado desde entonces! Y parece que estoy viendo el paisaje, un gigantesco embudo, como de 2 km de ancho y unos 150 m de profundidad, con el fondo plano. En él se veía una caseta de la que quedaban sólo las paredes. En lo alto del embudo había calizas; las laderas estaban formadas por estratos inclinados de arcillas grises y yesos rojos y en el fondo nos dijo D. Bermudo que se encontraba sal gema, que se había explotado en pequeñas galerías y que, incluso, habían hecho una capilla dentro, colocando una Virgencita en una hornacina en una pared, con unos efectos de iluminación muy bonitos por la transparencia de la sal. No bajamos hasta el fondo, de modo que no pudimos verlo.

Jacinto de Compostela. Minglanilla.
Jacinto de Compostela. Minglanilla.

Nos quedamos en la mitad de la ladera y pudimos recoger una buena cantidad de muestras de aragonito en prismas sueltos o en asociaciones irregulares con una base calcárea. En los yesos rojos aparecían pequeños cristales de JACINTOS DE COMPOSTELA, una variedad de cuarzo rojo apuntado en sus dos bases. Eran bastante abundantes y formaban un precioso conjunto embutidos en el yeso rojo. Alguno llegó a medir 2 cm.

Estábamos recogiendo minerales cuando se desencadenó una tormenta pavorosa, repentina, como yo no había sufrido hasta entonces. No se veía nada «a dos palmos». De modo que nos pusimos los impermeables y subimos la pendiente, embarrándonos hasta las orejas. Tan rápidamente como empezó la lluvia, cesó. Llegamos a Minglanilla, cogimos el autobús y ¡aquí se acabó mi estancia en Minglanilla, que no pudimos visitar, empapados y sucios como estábamos, con ganas sólo de secarnos y dormir!

¿Se acaba aquí el relato de los aragonitos de Minglanilla? ¡No! Pero dejo la segunda visita, en la que me jugué la vida, para otra ocasión, que será la semana que viene, s. D. q.

7 comentarios en «Minglanilla»

  1. Nos dejas en suspense esta vez por unos dias. Ya estoy esperando a que llegue el lunes para ver lo que os pasó en Minglanilla…

    Un abrazo y hasta pronto,

    Emilio

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  2. Siempre que conté esta historia, no sé por qué, conseguí atraer la atención de los oyentes. Y ahora, también de los lectores. ¡No hace falta ir a las Antípodas para vivir intensamente!. ¡Ni hacer deportes extremos! ¿A que tengo razón?
    Un abrazo David. Pasa unas buenas vacaciones.

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  3. Me ha encantado tu relato,has conseguido hacerme vibrar como a tus alumnos,¡que bello es compartir el saber!.A personas como tú siempre recordarán sus alumnos……..Un abrazo.

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