El Lunes de Pascua se celebra una de las fiestas más peculiares y pintorescas de la Alberca, el ‘Día del Pendón’. Vecinos y visitantes disfrutan de una romería cuya tradición proviene de la Baja Edad Media, del triunfo de las mujeres albercanas sobre las tropas portuguesas del Prior de Ocrato durante la guerra civil castellana que enfrentó a Isabel la Católica y Juana la Beltraneja.
Los quintos, jóvenes que han cumplido la mayoría de edad, vestidos con trajes serranos, y montados en caballos enjaezados para la ocasión, han recogido de mano del alcalde ‘el Pendón’, después de que desde el balcón del Ayuntamiento las quintas hayan leído la Provisión de la Duquesa de Alba.
El Pendón ha sido subido a caballo por las calles de La Alberca hasta la ermita de San Blas. Una vez allí, los quintos lo han subido hasta la espadaña lo han hecho ondear y lo han dejado sujeto. Acto seguido, el Ayuntamiento ayudado de quintos y quintas sirven vino y hornazo a todos los que allí se acerquen. La atmosfera es de gran festividad y hermandad.
Como manda la tradición
Cuenta la tradición que tropas de Portugal, del bando de la Beltraneja, pasaron a tierra a la Sierra de Francia donde se dedicaron a saquear, robar y destruir todo lo que encontraron a su paso. Los soldados portugueses hicieron un alto en camino y decidieron acampar en un paraje cerca de La Alberca. Las mujeres albercanas fueron hasta allí y los atacaron por sorpresa. Este lugar pasó a llamarse ‘Las Matancias’ dado el enfrentamiento sangriento que ocurrió allí.
Las mujeres albercanas se apoderaron de El Pendón del Prior de Ocrato, con media luna en fondo rojo. En agradecimiento a esta acción tan heroica, la Casa de Alba, del bando de Isabel la Católica y de quien dependía La Alberca, dio una provisión, por la que se invitaba a los vecinos del pueblo a vino:
“Yo, Doña María de Toledo, Duquesa de Alba, Marquesa de Coria, etcétera, hago saber a vos Bernaldino de Henao, Corregidor que sois de la mi villa de Granada, e a otro cualquiera que de aquí adelante fuere, a vos los Alcaldes e Regidores e Procurador del mi Conçaijo de mi lugar del Alberca, que por parte del dicho lugar me fue fecha relacción por su petición diciendo que en dicho Conçaijo del Alberca tiene, por costumbre muy antigua, en cada año hacer una proscisión a Nuestra Señora de la Peña de Francia, la cual hacen el martes de Pascuas despíritu Santo y otra el lunes que llaman Albillo, que es después del Domingo de Cuasimodo, en la cual van a Nuestra Señora de Majadas Viejas, y el lunes de Pascua de Resurrección sacan al hexido el Pendón del dicho lugar, que ganaron cuando la Guerra de Zamora.
Y cuando van las dichas proscisiones de los vecinos del dicho lugar llevan de comer de sus casas y el Conçaijo les da el vinoque se gasta en las dichas proscisiones. Y el día que sacan el Pendón dan dos veces de vino a cada uno. Y que estando, como están, en posesión de tiempo inmemorial de lo poder ansí hacer, vos, el dicho Corregidor, en las visitas que habéis hecho de la tierra de la dicha mi villa, les habéis mandado que no den el dicho vino del dicho Conçaijo, sin mi licencia y mandado; en lo cual, dicen, rescibir notorio agravio, lo cual todo fué por mi mandado, visto en mi Consejo y conmigo consultado.
Y en ello proveyendo, mandé dar e di la presente, por la cual, siendo lo susodicho cosa tan antigua, como dicen que es, y atento que en muchos otros Conçaijos sea costumbre que, cuando van las proscisiones el lunes Albillo, los conçaijos del Alberca quisieren ir y fueren por sus desvociones a las dichas dos proscisiones y sacaren el Pendón sobredicho, el día que dicen que se saca, pueda el dicho Conçaijo de la Alberca lo gozar desto por mi mandado e permitido.
Fecha en la mi villa de Alba, a siete de Mayo de mil e quinientos e cuarenta e siete años. Yo la Duquesa Marquesa.
Por Mandado de S. S. Juan de Portillo. Pedro Andrés: de derechos tres reales”.
Y continúa la celebración
Al atardecer son las mujeres las encargadas de subir a la espadaña, quitar la bandera y devolverla al Ayuntamiento.
En un principio los pendones eran utilizados por los caballeros en sus lanzas para indicar su presencia, entre los siglos X al XIII. En el Cantar del mio Cid se encuentran referencias.
Con la evolución de villlas y ciudades en la Baja Edad Media se empezaron a conceder Pendones, por el Rey, para uso exclusivo de estos municipios, denominados pendones concejiles, cuyo color más usual era el rojo carmesí.Estos debían de ser ser portados por un caballero designado expresamente para ello.Desde entonces, fueron el orgullo y símbolo de un lugar. Cuando en la batalla se perdía el pendón, o caía en manos del enemigo, se procuraba recuperarlo a toda costa.
Muchas de las fiestas populares tienen como origen la obtención de un pendón perdido en batalla. Muchos de ellos se ostentan hoy en día con orgullo en las fiestas populares.
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