Opinión

Esa foto

hospital accesos
Un señor sube a duras penas la escalera para abndonar el complejo.

[dropcap]Q[/dropcap]ué maravilla de foto, desgraciadamente. Es decir, esa fotografía no debería ser posible ni con este Gobierno ni con ningún otro. Es la fotografía que captó este medio digital en la que un hombre mayor trata de ascender con esfuerzo el espacio que, a través de una escalera, separa el Hospital Clínico con el territorio -por otra parte, nada fácil- en el que tratará de “pillar” un ascensor que lo sitúe en un ámbito normal de calle. Para salir del Clínico, ahora mismo, una de dos: o te sometes a la tortura del pobre hombre de la foto o pagas un taxi que te lleve a donde le pidas. Y eso, sinceramente, no es vida.

Esa fotografía es inexplicable, por más que sea la realidad cotidiana. Esa fotografía desmiente el canto melifluo de quienes gobiernan en Castilla y León y en Salamanca, que parece ser que se encuentran encantados con la realidad que se cuece en torno al Hospital Clínico. (Por favor, que no me vengan con precisiones “técnicas”, que ya nos joden bastante y diariamente a los ciudadanos con la simple realidad).

[pull_quote_left]A los mandamases de la Junta y del Ayuntamiento no les interesa ese problema, ese dolor. Igual que tienen demostrado que no les interesa haber reventado el prestigio profesional del Hospital Clínico de Salamanca[/pull_quote_left]La fotografía es excesivamente elocuente porque, simplemente, reproduce unos hechos que saltan cada dos por tres en ese espacio “hospitalario-ciudadano”, es decir, que afecta por igual a los ámbitos sanitario (Junta de Castilla y León) y ciudadano (Ayuntamiento de la ciudad). Son las gentes que nos gobiernan. Y nos gobiernan así. Si decimos que es a trancazos, asegurarán que eso es demagogia. Pero esa demagogia es la pura realidad que vivimos: algunos, con capacidad para superar esas escaleras, pero hay personas que no pueden ascender si no es a fuerza de sufrimiento. A los mandamases de la Junta y del Ayuntamiento no les interesa ese problema, ese dolor. Igual que tienen demostrado que no les interesa haber reventado el prestigio profesional del Hospital Clínico de Salamanca –y en esas estamos (¿nos permiten presumir que quizá adrede?)– en relación con su capacidad asistencial, con su plantilla (¿nos consideran gilipollas en relación con lo que está ocurriendo?), con el desprestigio de la sanidad pública para favorecer el negocio de la sanidad privada, la de los negocios que han arruinado a este país. Igual que no les interesa no haber construido el nuevo hospital en el tiempo marcado por ellos mismos. Y nos siguen tomando el pelo –lo cual la ciudadanía consiente, sometida a esa masacre política y social– según sus propios esquemas de trabajo: ellos marcaron unas fechas, ellos nos muestran la mera realidad de unas obras.

Esa fotografía del pobre hombre arreando con su vida no necesita explicación. Pero no te inquietes, amigo, ya sabemos la respuesta: ¡Vaya demagogia! Pobre hombre el de la foto: encima de su sufrimiento, lo calificarán de demagogo. Y, además, asegurarán que todo es un invento, una simulación, un contubernio, que lo han puesto ahí para sacar el retrato, como campaña para reventar que esos gobernantes nos cantan que la realidad que disfrutamos es que algunos sujetos a quienes nos da por pensar somos unos tristes amargados y frustrados –se nos ocurre pensar, se nos ocurre leer, se nos ocurre atender a los datos, se nos ocurre atender a la realidad–, mientras que nos explican con todo detalle y con insistencia –como tú, amigo mío, puedes comprobar en tu propia vida, en tu ámbito– que la vida es bella. Bellísima…

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