Todas las personas las tenemos, pero los adultos las canalizamos y los niños las manifiestan con más o menos intensidad.
Los padres temen esos momentos sobre todo cuando los hijos las presentan delante de otras personas ajenas a la familia.
Se producen cuando la persona está enfadada y no encuentra una salida lógica a la situación.
Los niños cuando son pequeños no tienen esa lógica y no entienden una explicación, no pueden aguantar su ira y la sacan mediante llanto, gritos, patadas…..
Llegan a agredir al adulto cuando intenta controlarlos e incluso se pueden autolesionar.
La rabia que sienten es la expresión de sus sentimientos de frustración por no obtener lo que desean.
Las aparición de estas conductas es muy variada y depende mucho del tipo de educación que reciben de los padres y del entorno familiar, hermanos mayores, pequeños, o abuelos.
Contemplar los limites y normas es básico. No se puede ceder al chantaje, por muy duro que resulte a los padres.
Algunas recomendaciones para enfrentarse a las rabietas podrían ser:
- Tener paciencia cuando se de una crisis y esperar a que pase.
- No fijarse en esas conductas y por el contrario reforzar a los hijos cuando actúan de manera positiva.
- Intentar calmarles y en la medida de lo posible, si los pequeños lo permiten, abrazarlos, cogerles de la mano, situarse a su altura de sus ojos e intentar comprender su dolor.
- En ningún caso aumentar la rabieta haciendo burla o risas.
- Cuando El Niño está en plena rabieta es imposible que entienda explicaciones. Hablar cuando la tempestad pase y dejarle claro las normas y límites como así mismo que el chantaje no va a dar resultado.
- Ser firmes con ellos es importante para lograr un cambio de conducta.
- Considerar que cada niño es único y que las recetas del vecino tal vez a otros padres no le sirvan.
En muchas ocasiones la etapa de las rabietas pasa sin dejar secuelas, pero si se alarga y se incrementan es necesario buscar ayuda de profesionales.
1 comentario en «Las rabietas son demostraciones explosivas de un malestar»
Hay ocasiones en que la rabieta nos hace tanta gracia que no podemos evitar la risa. Entonces la rabieta es mucho mayor, pero me da la impresión de que se le pasa antes que si le haces mimos. No sé si es así siempre, pero a mí me ha ocurrido con mis nietos.
Un abrazo, Nati.