[dropcap]E[/dropcap]n una serie de cuatro artículos en La Crónica nos ocuparemos de algunas cuestiones clave que he pretendido analizar a lo largo de un viaje reciente, en el que dicté conferencias en cuatro ciudades de Asia Oriental: Seúl, Tokio, Pekín y Shanghái.
Ese largo itinerario, por países que conozco desde los años 70 y 80 del siglo pasado, lo concebí para calibrar, una vez más, el relevante papel que en el escenario del mundo de hoy desempeña el trío que forman la República de Corea, Japón y China: el núcleo de mayor desarrollo del continente asiático, un agregado de casi 1.600 millones de personas, el 22 por 100 de la población mundial; con 23,5 billones de dólares de PIB conjunto, algo así como el 20 por 100 de toda la economía global. Se trata, pues, del auténtico motor económico de Asia, y la contraparte, podríamos decir, de lo que en las Américas representa el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que integran Canadá, EE.UU. y México.
Empezando por Seúl, en el «Korea Forum» (KF), uno de los think tanks coreanos más destacados, intervine en un simposio en el que me presentó nuestro Embajador, Gonzalo Ortiz, para tratar sobre el tema de «Asia en las relaciones internacionales en la era de la globalización». En cuya exposición, en inglés, me planteé el hilo conductor de mis artículos para La Crónica. A fin de ofrecer un panorama general del dinamismo asiático en lo económico y político al día de hoy.
[pull_quote_left]El trío que forman Corea, Japón y China es el núcleo de mayor desarrollo del continente asiático, un agregado de casi 1.600 millones de personas, el 22 por 100 de la población mundial y el 20 por 100 de toda la economía global.[/pull_quote_left]Con la particularidad adicional de que en la península de Corea per-siste uno de los efectos más graves de la Segunda Guerra Mundial: la separación, desde hace 70 años, de un solo pueblo en dos Estados; cuando en Europa la reunificación austriaca se hizo en apenas un lustro después de la guerra, y la de Alemania en 1989. Se trata, por tanto, de una flagrante discriminación, sin visos de solucionarse; pues el grupo “Six Party Talks” (Rusia, EE.UU., China, Japón y las dos Coreas), no va más allá del intento, parece que ya en vano, de controlar la nuclearización norcoreana.
Mi siguiente intervención fue en la capital de Japón, sobre el tema «La transición democrática y la España del siglo XXI»; un encuentro organizado por nuestra Embajada junto con el rectorado de la Universidad de Estudios Extranjeros de Tokio (TFSU), en el que compartimos mesa el Ministro Consejero Santiago Herrero, el Prof. Florentino Rodao y el rector de la TFSU, Hirotaka Tateishi.
En esa ocasión, muchos de los comentarios, más que sobre las reali-dades actuales de España o de Japón, versaron sobre la situación en China, donde está pendiente (para cuándo y cómo, son las grandes incógnitas), el paso de la autocracia que gobierna el Partido Comunista (PCCh), a una democracia verdadera. Debate en el que, obviamente, no fue preciso traducir el término harakiri en referencia a las Cortes Orgánicas de Franco durante la reforma política de Suárez de 1976; que tras el 15.J.77 dio paso a la Constitución.
En Pekín, dicté mi tercera conferencia –patrocinada por Alsa, la em-presa española que más tiempo lleva trabajando en China—, en un acto que tuvo lugar en el Instituto Cervantes, que dirige nuestra mejor sinóloga, Inma González Puy; en colaboración con la Facultad de Filología Hispánica de la Universidad de Estudios Extranjeros de Pekín (BFSU), de la que soy Catedrático Honoris Causa desde 2010.
En tal encuentro cervantino-pekinés participaron el Dr. Liu Jian –decano de Filología Hispánica en la BFSU—, nuestro Embajador, Manuel Valencia, y el Prof. Dong Yansheng: el primer traductor directo de El Quijote del español al chino. Y precisamente el tema de discusión fue la segunda parte de nuestra “biblia nacional” (Umbral dixit), que en 2015 cumple los cuatro siglos de su publicación.
Dentro de nuestro coloquio ocupó un lugar relevante el “viaje ficción” de Cervantes a China; a invitación del decimotercer Emperador de la dinastía Ming (Wan Lin), quien presuntamente solicitó al Manco de Lepanto que se instalara en la corte imperial, para allí dirigir un centro de enseñanza de nuestra lengua: objetivo hoy hecho realidad con el Instituto Cervantes, en medio de un creciente interés chinesco por toda la realidad española; que todavía no hemos sabido aprovechar cabalmente en lo económico ni en lo político.
Y en la secuencia de mi gira asiática, diré que de Pekín a Shanghái viajé en tren de alta velocidad, cubriendo 1.500 kilómetros en poco más de cuatro horas. Para apreciar el espectacular crecimiento de las ciudades de la gran planicie, que literalmente están comiéndose el campo, impregnándolo al tiempo de la más fuerte contaminación atmosférica. Para combatir la cual el gobierno de Pekín acaba de nombrar un nuevo ministro de Medio Ambiente, el científico Chen Jining; con plenos poderes, se dice, a fin de acometer lo que es el problema más grave para la salud de toda la ciudadanía de los Han.
[pull_quote_left]No pretendo otra cosa que llamar la atención sobre el interés que España debe poner en la zona más dinámica de todo el planeta; y dentro de ella, obviamente, China[/pull_quote_left]Por último, en Shanghái, mi conferencia estuvo organizada por la Oficina Comercial de España, por su Director Eduardo Euba, con la participación de casi un centenar de representantes de las 700 empresas españolas radicadas en China: desde Alsa y Antolín a Inditex y La Caixa, pasando por Técnicas Reunidas, Telefónica, etc. Y en lo que fue último encuentro de mi periplo, me ocupé de la «Situación económica de la Eurozona»; subrayando, en varias ocasiones, lo mucho que para la UE puede significar la desaceleración económica de la República Popular, que de más de dos dígitos de crecimiento antes de la crisis, ha pasado al 7,4 por 100 en 2014.
Espero que los lectores de La Crónica me hagan la merced de disculpar las anteriores referencias a mi itinerario por Asia Oriental. Con las que no pretendo otra cosa que llamar la atención sobre el interés que España debe poner en la zona más dinámica de todo el planeta; y dentro de ella, obviamente, China, con su prevalencia demográfica (10 veces la población de Japón, 8 la de Rusia, 4,5 la de EE.UU., y 2,5 la de la Unión Europea), en un escenario, el de Asia/Pacífico, sobre el cual dijo Lee Kuan Yew –el recientemente fallecido padre fundador de Singapur—: “la potencia que controle el gran Océano, dominará el mundo”.
Y ese gran espacio político y económico es el que va a ocupar nuestra atención en los próximos artículos de esta serie “Asia/Pacífico, hoy”. En línea con lo que parece ya inevitable: un nuevo orden mundial, diferente del obsoleto de 1945, de prevalencia anglosajona. Y asimismo, de muy distinta naturaleza de cómo observamos las diversas realidades desde nuestro habitual eurocentrismo, o desde el excepcionalismo que aún rige en EE.UU.
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