Opinión

El rapto de la tortuga

[dropcap]C[/dropcap]ontaba el otro día que aquel 10 de diciembre de 1988 tuve que dejar la tortuga de Coca, que tanto costó rescatar de su encierro pétreo, a la helada intemperie campestre. Subida ya en el volquete, enfundada en su envoltura de poliuretano, como una gigantesca magdalena, no pudimos subir la aguda pendiente de aquel camino de tierra congelada. De modo que , avisada la Guardia Civil para que la custodiasen, emprendimos la retirada hacia Salamanca. Aquel sábado habíamos sido visitados en el campo, en la «Ribera de los Mata», por numerosas personas, que habían acudido de toda la comarca movidos por la curiosidad. Llamaron la atención algunas mujeres que manifestaron su discrepancia al hablar de la tortuga como que era de Coca. Nos aclararon que no se había sacado en dicho término municipal, sino en el de Villeguillo. ¡Por 100 m!
El domingo 11 la Benemérita cumplió con su compromiso, personándose repetidas veces en la «Ribera de los Mata». No hubo novedad en el fondo del barranco.

Pero llegó la noche y Villeguillo se movilizó. El ambiente se había ido caldeando durante aquella jornada, quizás por el consumo alcohólico, que debió ser superior al normal. El caso es que decidieron que había que custodiar la tortuga en su pueblo y no en Coca. De modo que dos tractores bajaron hasta la ribera en plena gélida nocturnidad, cargaron con cuidado la «magdalena», que pesaría unas 3 Tm, y la subieron muy despacio hasta Villeguillo.

2bMientras tanto, el alcalde, asustado por lo que estaba pasando, se personó en el cuartelillo de la Guardia Civil para contarlo. Con el teniente del puesto marcharon al lugar de los hechos, llegando a Villeguillo al mismo tiempo que la expedición raptora. El teniente comprobó que el «paquete» no había sufrido daños y, con muy buen criterio, no ordenó la continuación del traslado hasta Coca, sino que se custodiase en una nave propiedad del alcalde. ¡A dormir todo el mundo!

Nada más amanecer el lunes 11 el eficaz teniente informó a las autoridades provinciales sobre lo ocurrido. Todos, desde Segovia y desde Coca, se presentaron en Villeguillo, increpando al alcalde por no haberlo evitado, como atentado contra el Patrimonio, aunque sin mucha energía por lo bien que se había solucionado, de momento.

¡Pero algo vino a enrarecer el ambiente!

Los villeguillinos –y sobre todo las villeguillinas– al ver tantos coches oficiales aparcados en su plaza mayor, se reunieron frente al Ayuntamiento cantando, o gritando, «¡¡¡LA TORTUGA NO ES DE COCA, QUE ES DE VILLEGUILLO!!!».¡ Y así, repetidamente, cada vez con más brío!

Las autoridades tuvieron que salir al balcón, tratando de poner calma. ¡Imposible! Algunas mujeres eran las que más chillaban, impidiendo todo diálogo. A esto, uno de los dignatarios perdió la paciencia y dijo algo así como: ¡¡¡CALLENSE, NO SEAN BORRICAS!!!

(Recientemente, Adán Pérez García ha revisado las tortugas gigantes de Europa, definiendo la de Coca-Villeguillo dentro del género Titanochelon)
(Recientemente, Adán Pérez García ha revisado las tortugas gigantes de Europa, definiendo la de Coca-Villeguillo dentro del género Titanochelon)

Y ahí fue donde se armó –con razón, pienso yo. De manifestación, la cosa degeneró a tumulto.

Afortunadamente, estaba allí el teniente, que dio pruebas de su innato e inteligente «saber hacer» y ordenó con un megáfono que se disolviese la masa o daría orden de hacerlo él de otro modo.

Volvió la calma. El alcalde estaba muy asustado. «No había habido mala intención –dijo–; que lo que ocurrió es que los villeguillinos no querían que la tortuga ni siquiera pisase el término de Coca. Que no tenían ningún inconveniente en que fuese a Salamanca; es más, que Villeguillo correría con los gastos del transporte». Tengo entendido que lo pagó él de su bolsillo. ¡Olé por los alcaldes españoles de aquel tiempo!

Puestas así las cosas y dado que la tortuga no había sufrido ningún daño, se levanto la sesión sin sanción de ningún tipo.

Pocos días después, bajo la dirección de Juan Francisco Blanco y Luciano Municio, arqueólogos de la Escuela-Taller de Coca y Territorial de Segovia, respectivamente, un camión llevó el gigantesco paquete a Salamanca el 19 de diciembre de aquel venturoso 1988, resultando muy laboriosos tanto el izarla como el bajarla.

En la «magdalena» alguien había escrito «VILLEGUILLO LE DESEA FELICES FIESTAS 1989»

¿Acaba ya la historia de la tortuga de Coca-Villeguillo? No. Continuará…

6 comentarios en «El rapto de la tortuga»

  1. Querido Emiliano,

    El comentario de hoy va en verso. Espero que te guste:

    El rapto de la tortuga
    Por: Emiio Cervantes (cuasi-tocayo)

    En una fría mañana de otoño
    Arañando la roca
    Los vecinos de Coca
    Encontraron un quelonio

    Las buenas chicas de Villeguillo
    Reclaman la tortuga
    Y le proponen su fuga
    Más allá de los muros y del castillo

    La cosa empezó a ir mal
    Cuando llegada la noche
    La tortuga echó primero a andar
    Y luego viajó en coche

    Marcho para Villeguillo,
    susurraba el animal:
    En Coca me da miedo el castillo
    Y los caucenses me quieren mal

    Ayúdeme don Emiliano
    A resolver mi destino
    Envuélvame en poliuretano
    Y lléveme para Salamanca
    Allá en una vitrina estanca
    Me tendrá siempre a su mano

    Responder
  2. Podría calificarse de culebrón, pero en este caso muy interesante. Veremos que nos depara el siguiente capítulo.

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