Rafael Sánchez es el presidente de la Asociación de Consumidores Independientes de Salamanca (Acisa). Asegura que los consumidores salmantinos se han vuelto más reservados a la hora de gastar su dinero. Miran más los precios, compran lo estrictamente necesario y buscan lo más barato.
PREGUNTA.- ¿Cómo ha afectado la crisis a los hábitos de los salmantinos?
RESPUESTA.- El impacto de la crisis sobre el consumo ha sido brutal, no sólo porque muchos salmantinos han perdido su empleo, sino que el resto está en una situación de tremenda incertidumbre. Esto hace que el consumo se reduzca a lo estrictamente necesario, incluso a la compra del mes, dejando “lo que pueda esperar” para años posteriores.
P.- ¿Consumen más marcas blancas, productos caducados como decía un reciente estudio, menos carne y pescado?
R.- El consumo de marcas blancas, que tuvieron su éxito en los noventa y parecían olvidadas en la primera década de los 2000, ha aumentado en los tres o cuatro últimos años de forma vertiginosa. No parece observarse una disminución en el consumo de productos frescos como la carne o pescado, sino más bien un desplazamiento de la demanda hacia productos más baratos, baja el consumo de ternera y el cordero y sube el de cerdo y pollo.
En cuanto al consumo de productos caducados no se puede hacer ninguna estimación pues su venta en establecimientos autorizados no es posible.
P.- ¿Miran más los precios. Comparan precios en distintos establecimientos?
R.- Dado el carácter marcadamente ahorrador de los consumidores castellano-leoneses en general y los salmantinos en particular, esto sí es así, pero lo es desde antes de la crisis, aunque ésta lo haya podido acentuar.
P.- ¿Van a la compra con una lista cerrada?
R.- Los supermercados a los que hemos visitado así nos lo constatan. Las compras planificadas ganan peso frente a las “compras por impulso”, las cabeceras con estos productos no tienen tanto éxito.
P.- ¿Se puede decir que se han puesto las pilas?
R.- A nuestro entender en Salamanca los consumidores tenían y tienen buenos hábitos de consumo, y analizaban y analizan las opciones antes de comprar si bien han limitado el consumo de productos “capricho”. El gran problema que se encuentran los consumidores salmantinos, como los del resto de España, es la disminución de su capacidad adquisitiva real pues a la crisis tienen que añadirle la subida de impuestos como el IVA, la de los carburantes, la luz etcétera.
P.- ¿Quedarán buenos hábitos para cuando salgamos de ésta?
R.- Hay un hábito de consumo que deberíamos aprender con la crisis, y es que también somos consumidores de políticos, pues les pagamos por sus servicios y, por tanto, si no nos gusta lo que han hecho, no deberíamos volver a contratarles o en este caso, votarles.
Por lo demás, la educación en consumo consiste en gastar en función de nuestras posibilidades y necesidades, o sea, de los ingresos y las expectativas, que es lo razonable. Con anterioridad a la crisis, nos endeudamos demasiado confiando en la estabilidad de la economía, y eso no se puede, no lo deberíamos olvidar.