[dropcap]E[/dropcap]ste no es un blog de autoayuda al uso. Tampoco es un texto de consejos médicos. Ni siquiera es una conversación entre médico y paciente. Son, por encima de otras cosas, las reflexiones personales de una fumadora impenitente de cigarrillos, Lira Félix Baz, y de un médico, Miguel Barrueco, que trata de ayudar a los fumadores a dejar el tabaco como jefe de la Unidad de Tabaquismo del hospital Clínico de Salamanca.
En ese sentido tiene un poco de autobiográfico, de exposición pública descarnada de pensamientos y sentimientos entrecruzados, determinados por la descarga o la ausencia de nicotina en los circuitos cerebrales, y de asunción lenta y progresiva de la realidad de fumador y del deseo de dejar de serlo.
Creemos que nuestros pensamientos son elaborados libremente. Creemos que nuestros sentimientos son emociones propias fruto de nuestra personalidad, y al final nos explican que todo está determinado por mediadores cerebrales, por la dopamina, la serotonina, la acetilcolina y otras sustancias que se liberan en nuestro cerebro. Todo lo más importante y personal de nosotros mismos reducido a procesos bioquímicos.
Pero, lo que te choca, más aún es cuando te explican que –en los fumadores- la nicotina es capaz de actuar sobre esos mecanismos y determina en gran medida nuestro comportamiento, y lo que es peor, que su ausencia provoca el “mono” y no solo nos produce ansiedad e irritabilidad, que eso bien lo sabemos los fumadores, sino que interfiere en nuestra forma de pensar y de sentir. ¡Toma ya!, ¿dónde queda nuestra estirpe de animales racionales?, ¿dónde queda nuestra libertad y nuestra capacidad para decidir?
Todo ello te lleva a un proceso en el que asumes poco a poco que deberías dejar de fumar, pero te sientes incapaz y piensas que no lo vas a conseguir, lo que significa que nunca te pones manos a la obra, y sigues debatiéndote entre el debo, el quiero y el no se si puedo.
Si están en ese punto, aún te queda un largo camino por recorrer, pero si no te pones a andar nunca sabrás si lo puedes conseguir. “Caminante no hay camino, se hace camino al andar” que decía el entrañable Antonio Machado o “Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces estás peor que al principio”, de Confucio. Así que hay que sobreponerse, hacer de tripas corazón y comenzar a caminar sin saber si llegarás al final del camino.
No será fácil, incluso pensarás que no vale la pena, que estabas mejor cuando fumabas, pero verás que cuando consigas pasar tu propio Rubicón, y al igual que César vivirás una tremenda Batalla campal, donde hay dos bandos, tú y el mono, en un mismo cuerpo, el tuyo, te encontraras mejor. Es como entrar en un túnel, no ves la luz del otro lado, pero intuyes que esta allí, al final de la oscuridad. Puedes sentarte a la mitad, puedes desandar el camino andado a oscuras, pero si quieres atravesar el túnel tienes que ponerte en pié una, dos, tres o trescientas veces y volver a caminar.
Continuaremos contándoos nuestras experiencias, esto no ha hecho nada más que comenzar…
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