[dropcap]H[/dropcap]e de confesar que siento por la Guardia Civil una admiración enorme, sin límite. Y a muchos de sus miembros, una profunda gratitud.
Me viene a la memoria un personaje a quien conocí, allá por 1967. Se llamaba Sotero Pérez Gómez y era comandante de Tráfico en Salamanca-Zamora. Hombre muy inteligente, quiso estudiar Ciencias y vino a hablar conmigo porque no podía hacer las prácticas de Geología por razón de su trabajo. Le ayudé y nos hicimos muy amigos. Entre las muchas anécdotas recuerdo una que aconteció un día en que Antonio Arribas y yo habíamos parado al borde de la carretera para contemplar el espectáculo de numerosos aviones que estaban haciendo prácticas de aterrizaje y despegue en Matacán. No éramos los únicos espectadores. En esto que pasó por allí el Comandante en su coche oficial y paró a nuestro lado para charlar un rato con nosotros. Y de pronto nos dimos cuenta de que todos los demás coches, todos, ¡habían desaparecido!. ¡Debieron pensar que así se librarían de la posible multa!
Resultó que todas las facilidades que le pusimos, tanto Antonio Arribas como yo, fueron de las pocas que encontró. Desanimado, dejó sus estudios en Ciencias y pasó a Derecho, haciéndose abogado en dos años. ¡No tiene nada de extraño, porque era de las personas más capaces que he conocido! Después se marchó de Salamanca y perdí su pista. Dicen que dejó la Guardia Civil para ser asesor jurídico de una multinacional. No sé.
Otro personaje que conocí y del que también gocé de su amistad fue el Comandante Isidro Labrador, jefe de Tráfico de Zamora o gobernador Militar, no estoy seguro del cargo que ocupaba. En 1989 Iberduero montó en Zamora su famosa exposición «Minerales y Fósiles» en la que colaboró la Sala de las Tortugas llevando algunas piezas muy valiosas. Con tal motivo di una conferencia y allí conocí al comandante Labrador. Congeniamos inmediatamente.
Algún tiempo después planteé una gran excavación, de aquellas que por entonces apadrinó la Junta de Castilla y León, en Casaseca de Campeán, lugar que yo hice clásico en Paleontología de Vertebrados.
Una tarde se presentó Isidro, de paisano, en compañía de alguien. Medio en broma les dije que, ya que estaban allí, por qué no cogían un punzón y se ponían a excavar. ¡Lo hicieron! ¡Y con gran entusiasmo!
Según estábamos faenando se presentó un coche de la Guardia Civil del cuartelillo de Corrales. Con mucha educación me pidieron el permiso de excavación; cosa extraña, porque días antes de empezar yo había estado en el cuartelillo y se lo había mostrado y solicitado posible ayuda, si era necesaria. ¡Siempre lo hice así, salvo en las actuaciones de urgencia!
Naturalmente, comprendí que estaban intrigados por ver como trabajábamos y les acompañé hasta el coche de la Universidad, donde les mostré lo que pedían y les dije «que aquel señor de allí, el tercero, era el comandante Labrador«. ¡Qué cara de sorpresa pusieron! Me ofrecieron ayuda y se fueron rápidamente. Pero entendieron que el comandante no era el que yo les indiqué, sino mi gran amigo Luis Alonso, inseparable e indispensable en muchas de aquellas grandes excavaciones. Al terminar la jornada volvió a su Corrales y se encontró en el cruce de carreteras al coche de la Guardia Civil. Sus ocupantes, al verle venir, bajaron del coche y, al pasar a su lado, se cuadraron y saludaron militarmente. Comentaba mi amigo Luis que «era la primera y única vez que le habían saludado como a un presidente del Gobierno«.
¡Isidro Labrador! Cuando necesité información para recabar ayuda del Ejército con vistas a la excavación «Corrales-92», él me lo solucionó todo. Y cuando en aquel gélido mes de febrero excavábamos en el interior de aquella gran tienda militar de campaña, nos llevaba pastas y café en un termo. Como en al caso anterior, perdí su pista al ascender y marchar de Zamora. ¿Qué habrá sido de él?
Otro día estábamos sacando una tortuga gigante en el elevado escarpe de la autovía en construcción, en Arévalo, en 1989. Pasó por allí un coche de la Benemérita y paró para ver que estábamos haciendo. Una vez mostrado el permiso de excavación les invité a participar. ¡Y aceptaron durante una media hora!
Por ello puedo presumir — con orgullo– de que tuve a dos miembros uniformados de mi admirada Guardia Civil a mis órdenes, excavando. Por desgracia no hice ninguna foto de aquel servicio, que hubiese lucido, con todo honor, en una pared de la Sala de las Tortugas.
¡La Guardia Civil! Parece mentira que mucha gente vea en ellos únicamente a funcionarios que ponen multas. ¡Pues hacen muy bien en ponerlas! ¡Más pondría yo al ver lo que veo! ¡Y algunas veces a mí mismo también!
4 comentarios en «La Guardia Civil»
Querido Emiliano,
Has tenido mucha suerte en los encuentros con la Guardia Civil aunque seguro que también te han puesto alguna multeja, aunque claaaro que con tales amistades igual luego se ha podido arreglar con un cafelito a Luis Alonso, que ya debe ser Coronel del Cuerpo ¿no?¿ o es ya General?
Nos acordamos mucho de ti el sábado porque estuvimos con unos amigos en Portugal, bueno en el Epicentro de Portugal como si dijéramos, ya sabes, en ese pueblo que dicen que es el más portugués de Portugal: Monsanto. Una maravilla.
También tengo que decirte que en el Yacimiento de Villarroya, no en el clásico que es el que tu excavaste en el 88, sino en otro al lado me han llegado noticias de que has sacado un rinoceronte prácticamente entero. Preguntale a Santiago que te contará más detalles…
Y finalmente que vengas un día a tomar café a tu antiguo instituto que nos tienes abandonados. Ya ves, se acumulan las noticias y el día que vengas no te voy a dejar hablar…(Es broma, seguro que me cuentas alguna anécdota…)
Un abrazo y hasta pronto,
Emilio
Creo que los que dicen que Monsanto es el pueblo más portugués de Portugal tienen razón. Y si no lo es a mí, desde luego, me parece de lo más curioso. ¡Una maravilla!
Hoy me has dado una gran alegría!…Tus comentarios sobre ese benemérito cuerpo merecen mí felicitación…soy hija y nieta de dos personas a las que amo profundamente…
Recuerdos entrañables llegan a mí ,las viví en
aquellas casas cuartel de mí niñez…Gracias por este homenaje tuyo
al CUERPO…Enhorabuena,un abrazo.
Muchas gracias, Azucena. ¡Lo que he contado es poco! Se trata de un Cuerpo muy sacrificado y heroico, que merece el mayor respeto. ¿Qué sería de España sin la Guardia Civil!
Un abrazo