Según datos de la Delegación de Sanidad de la Junta de Castilla y León en Salamanca, en lo que llevamos de mes de julio, 6 personas han sufrido golpes de calor. Todos ellos de edades comprendidas entre los 36 y los 59 años. Tres varones y tres mujeres.
Los medios de comunicación no cesan de alertar sobre los riesgos de exponer a niños y ancianos al calor, pero han sido adultos quienes los han padecido. Y esto es porque algunas personas se confían, creen que no están en una situación en la que le pueda suceder y no toman las medidas necesarias.
Náuseas, vómitos, dolor de cabeza, piel enrojecida, aumento de la temperatura corporal por encima de los 40 grados, inestabilidad al caminar, mareos, convulsiones, coma… Estos son los síntomas de los golpes de calor, y no son ninguna broma, y a eso se le pueden añadirle los daños habituales por la exposición al sol, como podrían ser calambres, agotamiento o deshidratación.
Medidas básicas
Y es que a veces esas medidas son tan básicas que se obvia su puesta en práctica, como, por ejemplo, la protección ocular con gafas de sol, la protección de la cabeza con una gorra o sombrero, beber mucha agua, o algo tan usual como ponerse a la sombra o en espacio ventilado, especialmente entre las 12 y las 16 horas, que es cuando más aprieta el sol.
Sin embargo, hay otras medidas que son menos conocidas y, por lo tanto, no tomadas en cuenta y posiblemente causantes también de golpes de calor, como es el caso de la ingesta de ciertos medicamentos que pueden aumentar el riesgo de reacción de la piel frente al sol.
Pero, ¿qué se debe hacer cuando ya no se puede evitar? Cuando una persona está sufriendo un golpe de calor lo imprescindible es llamar inmediatamente al 112. Después, hay que colocar al enfermo en un lugar con sombra, quitarle la ropa para airearle, ofrecerle agua con la cabeza ligeramente elevada, refrescarle con agua fría. Si, por el contrario, la persona se encuentra inconsciente, se le debe colocar de lado y nunca ofrecerle líquidos.
Memoria
Más allá de los golpes de calor, hay que tener en cuenta que la piel tiene memoria. Esto quiere decir que cada vez que tomemos el sol o nos quememos, la piel lo va a recordar y esa quemadura siempre va a quedar ahí aunque no a simple vista y puede provocar manchas o cáncer de piel a largo plazo.
La solución es muy sencilla, aplicar crema solar en la superficie de la piel, diferenciando entre crema de rostro y de cuerpo. Uno de los mayores fallos que se cometen es la aplicación de protector solar únicamente en la hora del baño en la piscina o playa, cuando es una medida que se debería emplear cada día, antes de salir de casa, y repetir cada dos horas.
La mejor opción en la época estival es dejarse llevar por lo que nos pide el organismo. Es decir, llevar menos ropa y más holgada, realizar menos esfuerzo físico, permanecer a la sombra o no salir de casa durante las horas de más calor, comer alimentos frescos y saludables, beber más agua y descansar. Lo que son unas vacaciones de verano. Y lo advierten las autoridades sanitarias.
Texto: Paula Castro Romo