Opinión

El meteorito

Dibujo de Emiliano Jiménez[dropcap]H[/dropcap]ay una persona a la que considero algo así como mi hermano mayor. Fue él quien me trajo a Salamanca como su Profesor Adjunto, recién obtenida su plaza de Catedrático de Cristalografía y Mineralogía «para explicar Geología» en la Facultad de Ciencias, que por entonces, 1965, sólo contaba con la Sección de Químicas. Pocos años después fue el fundador de la Sección de Geológicas, por una feliz iniciativa de Felipe Lucena. Su nombre: Antonio Arribas Moreno.
Las anécdotas que vivimos juntos son innumerables. Hoy os relataré una muy curiosa.
Estábamos en su despacho con Bartolomé Casaseca, otro amigo inolvidable, Catedrático de Botánica. Por entonces Antonio sufría el cargo de Decano de Ciencias… En esto sonó el teléfono…

– ¿Digaa?
– ¿Cómoo? ¿De la Comandancia de la Guardia Civil de Zamora?
– Sí. Sí. Soy yo. ¿Un METEORITO? ¿Que lo vieron caer? ¿Dóndee?
– ¿Que lo tienen en un frigorífico? ¿Que se está derritiendoo?
– ¿Cómo es? ¿Qué color tiene?
– ¿Y donde dice que está?
– Bien, mire… Vamos a hacer una cosa. Que no lo toque nadie. Ténganlo bien cerrado. Sí. Sí. Salgo ahora para Zamora y paso por la Comandancia. Sí. Calculo que de hora y cuarto a hora y media. Bien. ¡Hasta luego!

Este fue el diálogo telefónico. Bueno, más o menos, lo que escuchamos Bartolomé y yo.

Antonio me propuso que le acompañase, pero rechacé la idea, por tener que hacer algo, dar mi clase o lo que fuese, no recuerdo qué.

——

Al día siguiente, nada más llegar a la Facultad, lo primero que hice fue ir al despacho de Antonio. Resulta que el «mineral» que vio era lo que quedaba de un bloque de hielo que, seguramente, se había desprendido de algún avión de pasajeros que cruzaba el cielo zamorano.

– ¿Y cómo lo confundieron con un METEORITO? – pregunté.
– ¡Era de color oscuro. No era sólo hielo. No!
No me atreví a preguntar. De sobra conocía la costumbre de este gran mineralogista, que, algunas veces, usaba la técnica de reconocimiento por el sabor…
– ¿Olía? – le dije.
– ¡No! Descuida, que no lo lamí…

Menos mal que no fui a Zamora. A lo mejor, allí, yo sí lo hubiese «degustado».
Supongo en el lector de esta «ocurrencia» mía de hoy la suficiente inteligencia como para no tener que explicar la procedencia detallada de aquel «meteorito» tan peculiar

——

Mira por donde, varios años después leí esta misma anécdota como capítulo de un libro de Narraciones Extraordinarias, de Juan José Benítez, que aporta algunos datos por mí ignorados: el impacto fue en Faramontanos de Tábara un 24 de febrero a las 14,10 horas. Incluso da el nombre de las dos mujeres que lo oyeron y vieron caer, María González y su hija Josefa Alonso, a unos 20 m de donde se encontraban. Relata el natural revuelo que se produjo en el pueblo y que alguien recogió los fragmentos en una caja de galletas y lo introdujo en el frigorífico. Resulta entretenidísima la narración de este insigne autor, que lo adorna con su brillante estilo. Se titula «El asunto congelado que cayó del cielo». Lo cierra mencionando otros dos casos similares ocurridos poco después en Añés (Álava) y en la Serranía de Ronda. Éste se analizó, con el resultado «humano» que cabía esperar.

——–

No hace mucho leí un artículo de Jesús Martínez Frías & Fernando López-Vera, titulado «Bloques de hielo que caen del cielo; antecedentes y fenomenología recientes». En él se comentan METEOROS DE HIELO citados incluso antes del nacimiento de la Aeronáutica. Es evidente que no se trata de masas extraterrestres. Hay varias teorías para explicar estos fenómenos naturales, que se pueden producir en capas atmosféricas muy elevadas, llegando a estrellarse contra el suelo. Generalmente, el impacto es de un único ejemplar, que puede alcanzar un peso entre 1 y 2 kg.

¡Afortunadamente son muy, muy, raros! ¿Os imagináis una granizada con bloques tan pesados, cayendo a toda velocidad?

4 comentarios en «El meteorito»

  1. Querido Emliano,

    Hoy nos sorprendes con una noticia de alto índice de impacto. Afortunadamente parece que la aviación ha mejorado ampliamente en la gestión de sus residuos…

    Un abrazo y que sigas con ánimo contando anécdotas,

    Hasta pronto,

    Emilio

    Responder
    • Efectivamente. Creo que el residuo de los inodoros ahora no se cae. Por lo visto lo llaman «hielo azul» por los disolventes que llevan. El de las alas es más difícil de evitar. Éste es blanco.

      Responder
  2. Este caluroso día,me has hecho pasar un agradable rato,leyendo
    Tu escrito curioso.¿cómo estás?.Sigue animándonos,y entreteniéndonos..¡Bravo!…querido profe.Un abrazo.

    Responder

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