Opinión

Nerja

[dropcap]H[/dropcap]Hace tiempo recibí carta de Jesús Francisco Jordá, hijo del inolvidable D. Francisco Jordá Cerdá, gran arqueólogo y prehistoriador, una de las personas que más he admirado por su sabiduría y personalidad.

Quelonios de la Cueva de Nerja. A. Galápago europeo. B,C,D: Galápago leproso.
Quelonios de la Cueva de Nerja. A. Galápago europeo. B,C,D: Galápago leproso.

En la carta me hace saber que el Museo de Málaga quiere recuperar las tortugas que se encontraron en la Cueva de Nerja en 1982, que D. Francisco depositó en la Sala de las Tortugas para su estudio. Resultaron de ello varias publicaciones.

Pero lo importante que quiero resaltar hoy es que inmediatamente, en cuestión de minutos, se localizaron aquellos fósiles, uno de los cuales estaba en la vitrina de los Galápagos Españoles, donde están representados todos los de este grupo de reptiles, que habitaron nuestro país desde hace 45 millones de años hasta la actualidad. Ello ha sido posible gracias al imprescindible inventario de las más de 25.000 piezas registradas en la Sala de las Tortugas, labor realizada por Santiago Martín de Jesús.

Hoy están surgiendo «museos» por todas partes; que conste que no lo digo por el Museo de Málaga. Sólo hace falta que aparezca, o mejor dicho, que se publique en alguna revista especializada algún descubrimiento, para que las autoridades locales, movidas por el afán crematístico o con fines turísticos –tan de moda hoy–, quieran reclamar lo que en su pueblo se encontró para exhibirlo en algún local acondicionado para su explotación. En Paleontología eso es un gravísimo error, científicamente inadmisible, pues los fósiles que se publican en revistas especializadas deben estar depositados en Museos que se responsabilicen de su cuidado y puedan ser estudiados por los especialistas ahora y dentro de siglos. Y más aún si se trata de holotipos, ejemplares que definen una nueva especie. ¿Puede garantizar eso un Ayuntamiento, cuyos ediles cambian cada poco tiempo, y no digamos sus intenciones? ¡No! Es un desprestigio para el pueblo y para la nación que lo permite. Para eso están las réplicas, fotografías, esquemas y reconstrucciones artísticas.

Pero volviendo la Cueva de Nerja, los dos galápagos allí encontrados son muy modernos, casi iguales a los de hoy, el europeo o común y el leproso. Los dos murieron hace 8.000 y 12.000 años, suponiéndose que fueron comidos por los habitantes de aquellos parajes malagueños.

Uno de los galápagos de la Cueva de Nerja.
Uno de los galápagos de la Cueva de Nerja.

No son los galápagos habituales en la dieta humana. ¡Mucha hambre hay que tener para comerlos! Pero, en fin, todo puede ser. En la Sala de las Tortugas se conservan restos del Cuaternario de Archidona y Arganda, mucho más antiguos, además de los de la Cueva de Nerja, que ahora pasarán al Museo de Málaga.

Además de repugnante alimento el hombre encontró en el pasado otras aplicaciones a estos animales, que en algunas regiones de España se les tiene todavía como repulsivo de ratones y cucarachas.

En el nordeste de España floreció en el Neolítico inferior la «cultura de los Sepulcros de Fosa». En algunos enterramientos se han encontrado caparazones sin el peto, que se supone eran utilizados como platos votivos con alimentos para la Eternidad. Probablemente lo asociaban con la longevidad de estos reptiles, cuyos restos se han conservado pero no su contenido ritual.

En sepulcros del Neolítico de Argelia es frecuente encontrar placas sueltas de quelonios. Los dos xifiplastrones –esto es, las placas posteriores del peto– se separaban, perforaban y usaban como pendientes masculinos, costumbre ancestral de los pueblos primitivos, que los antropólogos correlacionan con la hombría sexual. Dichas placas parecen alargados lóbulos de las orejas humanas. Hay un caso excepcional: ¡los dos xifiplastrones de un mismo individuo se encontraron en enterramientos separados por una gran distancia!

Hay muchas más extrañas aplicaciones que se han dado a los quelonios, pero eso… es otra historia. Otro día os las contaré.

2 comentarios en «Nerja»

  1. Hola Emiliano. Como puedes ver yo tampoco salgo de Madrid. Sin comentario. He leído tu escrito de esta semana y llevas toda la razón. Los fósiles (entre otras cosas) NO deben estar fuera de su lugar, es decir en colecciones científicas que, normalmente , están en los museos. Esperemos que la localización actual del fósil sea solo «momentánea» y que pase a ocupar el lugar más lógico que es la colección de la que eres el «culpable». Un abrazo muy fuerte de tu amiga
    Loli

    Responder
  2. No, Loli. El holotipo al que me refiero no es un vertebrado. Es un trilobite que está en el Museo de la Universidad de Zaragoza y es reclamado –dice el alcalde que lo hará judicialmente– porque ha sido «robado» de su pueblo. ¡Y a lo mejor hay un juez que da la razón al alcalde! Son cosas muy lamentables que dan fe de la inversión cultural negativa que estamos padeciendo y que, de ser seguir así, nos van a poner en los primeros lugares de los países mas incivilizados del planeta.
    Un abrazo

    Responder

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