Este no es un blog de autoayuda al uso. Tampoco es un texto de consejos médicos. Ni siquiera es una conversación entre médico y paciente. Son, por encima de otras cosas, las reflexiones personales de una fumadora impenitente de cigarrillos, Lira Félix Baz, y de un médico, Miguel Barrueco, que trata de ayudar a los fumadores a dejar el tabaco como jefe de la Unidad de Tabaquismo del hospital Clínico de Salamanca.
Siempre hay un momento en el que un fumador quiere dejar el tabaco. Aprovéchalo, porque es como los trenes… (18º Post)
[dropcap]L[/dropcap]e prometí asistir y me comprometí a apuntar en el cuaderno verde las sensaciones que había tenido, valorándolas de mayor a menor. Me comprometía a escribir como reaccionaba mi cuerpo durante los días en los que se manifestaría el síndrome de abstinencia y todo ello, como bien había señalado a pelo. Haber decidido hacerlo sin fármacos me hacía sentirme más orgullosa de mi misma.
De camino a casa miré el folleto que me dio Miguel, en él se podía leer una serie de estadísticas sobre las posibilidades que tiene una persona de dejar de fumar con y sin fármacos.
Solo del 2 al 5% de los que se plantean dejar el tabaco por si mismos permanece sin fumar al año del intento. El 10% de los que dejan el tabaco con consejo médico (consejo antitabaco de una duración estimada de tres minutos) se mantienen sin fumar al año. Entre el 10 y el 20% de los que reciben consejo médico intensivo, acompañado de información escrita, y seguimiento en la consulta del médico se mantienen sin fumar al año. A mayor intensidad de la intervención mejores resultados. El 50% de los que reciben tratamiento multicomponente (cognitivoconductual más tratamiento farmacológico) se mantienen sin fumar al año de la intervención. A mayor intensidad de la intervención mejores resultados.
Parecía obvio que a mayor intensidad del tratamiento las posibilidades de conseguir abandonar los cigarrillos eran mayores, pero ¿Dónde estaba yo?, ¿Qué intensidad de tratamiento necesitaba si yo misma había renunciado al tratamiento farmacológico?, ¿habría actuado bien o habría sido mejor aceptar la propuesta de Miguel?
Al llegar a mi casa volví a pensar en lo de los fármacos, por lo que me había dicho Miguel, y lo que había leído en el tríptico que me había dado. Por lo que me plantee que quizá fuera buena idea tomar los medicamentos, al fin y al cabo me los recomendaba el médico que me iba a ayudar a dejar de fumar.
Tanto él como yo sabíamos lo difícil que es dejar de fumar, es posible que me esté equivocando con mi testarudez de querer abandonar el tabaco a pelo – medité. Lo pensaré más detenidamente.
Al poco tiempo llegó mi pareja, me preguntó cómo había ido todo.
-No sé-. Le dije yo.
-¿Cómo que no sabes? ¿Qué te han dicho? ¿Qué te han dado?
-Nada. Que escriba las sensaciones que tenga en este libro y que si veo que me resulta complicado dejarlo a pelo, me tome estas pastillas.
-¿Pero no te las han dado ellos?
-No, las tengo que comprar y no entran por el seguro médico.
-¡Pues vaya Unidad del Tabaquismo¡ No te dan nada y si quieres las pastillas te las tienes que comprar tú.
– Si. Voy a llamar a Ana, para ver cuánto cuestan las pastillas.
Ana es amiga mía y farmacéutica. La llamé y le pregunte por el tratamiento. Sin quererlo, esa llamada era como una confirmación de que podría necesitar ayuda extra o que en un momento determinado me vendría bien contar con ese plus. No sé. Por otro lado, poco me ha durado a mí eso de querer dejar de fumar a pelo. ¿Me estaba rajando antes de comenzar a dejar de fumar? ¿Estaba sintiendo que podía no ser tan fuerte como creía? ¿Me estaba poniendo excusas a mí misma para decir que era muy difícil dejarlo y por tanto resultaba menos complicado continuar fumando? ¡Vaya por Dios! Todas estas preguntas por una simple llamada de teléfono.
– Ana, he estado en la Unidad del Tabaquismo y me han recomendado una serie de medicamentos, ¿son muy caros?
– Depende del tratamiento que te hayan prescrito. Uno de ellos vale 99 euros, el otro 180.
– ¡No me lo puedo creer! ¡Es carísimo!
– Si, además no está financiado por la Seguridad Social.
– ¡Es injustísimo!, volví a exclamar por el teléfono completamente indignada.
– Sí, pero es una ayuda. Hay personas que necesitan una dosis controlada de nicotina para dejarlo y les resulta más sencillo hacerlo de este modo. Eso son los famosos parches, chicles y comprimidos de nicotina.
– Ya, pero es muy caro.
– Piensa que fumar es también muy caro, ¡casi un lujo! ¡y más caro que se va a poner en los próximos años!
– Ya, pero lo quiero dejar y no me planteo desembolsar esa cantidad sin garantía de éxito.
– En tu caso, no es la primera vez que lo dejas y no has necesitado ayuda en las ocasiones anteriores. Prueba de nuevo. Ya sabes que existe este tratamiento y otros 3 ó 4 fármacos diferentes, pero todos te vienen a salir por el mismo precio, poco más o menos. Si lo necesitas, lo compras. Por cierto, ¿cuál te han recomendado?
– Unas pastillas que se llaman Champix.
– Si y rondan el precio que te he dicho. Todos cuestan por el estilo.
Continuará…
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2 comentarios en «Dejar de fumar no entra por la Sanidad Pública»
Atónito me quedo. ¡Qué barbaridad! ¡Qué precios!
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