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Opinión

El freno

[dropcap]H[/dropcap]ace unas semanas conté que, en 1975, había ido a Sanzoles (Zamora) para ver un gigantesco fósil de 17 m de longitud. No había tal, sino un fragmento de hueso en un punto de un sembrado y otro a 17 m de distancia. ¡Pero nada entre ellos!
Bueno, sí… Había un canto que me llamó la atención. ¡NO DEBÍA ESTAR ALLÍ!

Me explicaré. El canto en cuestión, que mide 100x32x22 mm, con forma de paralelepípedo acuñado, es una cuarcita lidítica, una lidita, «piedra de toque» o «piedra de Lidia».

OLYMPUS DIGITAL CAMERALas liditas son rocas sedimentarias de origen orgánico o químico. Las de origen químico, si se producen en un medio continental, revelan un clima muy húmedo y muy cálido, algo parecido al que hoy se da en el sudeste asiático. En los sedimentos de la Cuenca del Duero, suelen encontrarse en los niveles más antiguos, lo que yo llamé el Preluteciense, que algunos consideraron del Paleoceno, pero que debe ser más antiguo, anterior al Terciario.

¿Por qué el canto de Sanzoles no estaba en su sitio? Porque el Preluteciense está bastante alejado del lugar. Claro está que puede haber granos o pequeños cantos de lidita resedimentados a partir de un relieve posterior, pero en un canto del tamaño de éste de Sanzoles resulta difícil de explicar cómo llegó hasta allí…

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Me contó en cierta ocasión Antonio Arribas que, estando en Estados Unidos, visitando un museo etnográfico indio, creo recordar que en Arizona, vio en una vitrina unos canutillos de colores. Al lado había una etiqueta en la que se leía, más o menos: «No sabemos qué es esto. Si alguien nos puede dar alguna pista sobre su origen, le rogamos pase por dirección para explicárnoslo».

Esta prueba de humildad a mí me parece maravillosa. Patentizar nuestra ignorancia para que otra persona nos pueda enseñar es el verdadero progreso. ¡Qué bueno sería bajar de nuestro pedestal y hacer lo mismo en toda ocasión! ¡Pero qué difícil es hacerlo!

Bien. Pues el caso es que Antonio Arribas pasó por la dirección de aquel museo y explicó que los canutillos le recordaban otros similares que había visto en el Sáhara Español, donde los saharauis los utilizaban, ensamblando unos con otros, como silbatos, arrancando distintos sonidos según se colocasen.

Supongo que en aquel museo habrán cambiado la etiqueta y hasta puede que figure el nombre de quien lo había aclarado. No me extrañaría, dado que estoy hablando de los Estados Unidos.

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Recordando esta enseñanza de Antonio Arribas coloqué el canto de Sanzoles en un armario-vitrina, bien a la vista, con unas tarjetas en blanco al lado y un cartelito que decía algo así como «Si sabes que puede ser este canto escríbelo en una de estas tarjetas».

Al cabo de poco tiempo ya había varias escritas. Decían lo siguiente:

  • A: Bizcocho petrificado.
  • B: Piedra de jugar a la «chana».
  • C: Piedra usada por los niños prehistóricos como juguete.
  • D: Canto de cuarcita con dos bordes paralelos muy erosionados.
  • E: Piedra de afilar.

Pongo estas respuestas, A, B y C, con un poco de vergüenza, pero lo hago por seguir la broma de los amigos que las escribieron.

Podría ser una piedra de afilar, pero suelen ser de superficie más regular, más lisa. La explicación D era la más evidente pero ¿cómo había llegado a Sanzoles?

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OLYMPUS DIGITAL CAMERAPasó más tiempo y un día me visitó don Francisco Jordá, ilustre prehistoriador y grandísima persona. Al ver el canto de Sanzoles me dijo:

¡Hombre! Esto es un freno de carro tradicional, de aquellos de dos bueyes! ¡Mira. Se colocaba así, como una cuña entre la rueda y el –no recuerdo como llamó a la pieza adosada al cuadro, para que no se mueva el carro cuando está parado! Se conoce que ya no servía y la tiraron a un lado del camino.

Y aquí se acaba la historia. He conservado el canto como un tesoro, más que por su valor, nulo, en recuerdo de las lecciones magistrales de aquellos dos grandísimos profesores, Antonio Arribas Moreno y Francisco Jordá Cerdá, que tanto nos enseñaron con su saber y con su ejemplo.

8 comentarios en «El freno»

  1. Querido Emiliano,

    Hoy has dado una lección memorable. Otros días puede que hayas estado más ameno o que hayas contado cosas más originales o divertidas. La de hoy es esa lección magistral que quienes te seguimos sabemos que de cuando en cuando aflora.

    Muchas gracias y tendré siempre presente lo que es el verdadero progreso:

    Patentizar nuestra ignorancia para que otra persona nos pueda enseñar.

    Por eso hacer preguntas es mucho más importante que contestarlas, porque preguntar es la manera de patentizar nuestra ignorancia.

    Un abrazo y que tengas un feliz verano. Hasta pronto,

    Emilio

    Responder
    • Muchas gracias, casitocayo. Estos relatos míos han permanecido dentro de mi muy fuertemente arraigados. Celebro poderlos sacar a flote para enseñanza de lo que aprendí con aquellos insignes hombres de los que hoy casi nadie se acuerda. Y sin embargo ¡que profunda huella dejaron con su vida y su docencia! ¡Docencia no sólo en las aulas, que es lo importante!
      Un abrazo

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    • Lección aprendida….Me ha parecido interesante lo que nos cuéntas, y no digamos la moraleja…
      sigue deleitándonos.
      Un abrazo.

      Responder
      • Muchas gracias, Azucena. Os he contado unas anécdotas de mi vida con aquellos grandes profesores. Pero ni son únicas ellas, ni únicos ellos. .. Creo que de las mejores cosas de mi vida es haber compartido algo con estos insignes catedráticos, en Salamanca y en Madrid….
        Un abrazo

        Responder
  2. Muchas gracias, Magdalena. Para mí también es un privilegio y un honor haberte conocido y compartir sentimientos y lucha por nuestros queridos enfermos. ¡Que Dios te bendiga!
    Un abrazo

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