[dropcap]E[/dropcap]sta era la pregunta angustiosa más oída por los profesionales que hace treinta años nos dedicábamos al diagnóstico, pronóstico y tratamiento de los graves trastornos del lenguaje, el habla, la voz y la audición, después de informar a los padres de la enfermedad discapacitante y de las secuelas que de por vida acompañarían al paciente que acabábamos de explorar.
Jesús Málaga
Profesor en la Escuela de Psicología
[dropcap]L[/dropcap]a Escuela de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca se convirtió en Facultad. Se buscaron para su desarrollo y puesta en marcha diversos modelos, especialmente el de la Universidad de Lovaina. En la citada facultad belga se estudiaba Psicopatología del Lenguaje. Javier Viejo, que había estudiado en Lovaina, así se lo hizo saber al decano y fundador de la Escuela de Psicología de la Pontificia, Enrique Freijo Balsebre.
Mi estancia en Barcelona
[dropcap]L[/dropcap]legué a Barcelona bajo de ánimos el dos de noviembre de 1972. Había dejado en Salamanca a María José y a mi hijo Javier con algo más de dos meses. Me dirigí al Centro Municipal Fonoaudiológico, en Montjuit. Pregunté por el doctor Perelló y me dijeron que estaba realizando una audiometría a un niño. Me indicaron el lugar, y abrí con sigilo la puerta.
La elección de carrera
[dropcap]Y[/dropcap]o no quise estudiar medicina. Al terminar los exámenes de acceso a la universidad mi padre me preguntó qué pensaba hacer. Mi contestación fue clara: matricularme en derecho. Como todos los veranos pasé el mes de agosto de 1963 en casa de mis tíos y padrinos, Pedro Clemente y María Guerrero, en Abadía, el pueblo donde nací en 1945, en plena posguerra.
La foniatría y la Logopedia, profesiones desconocidas
[dropcap]E[/dropcap]n los inicios de la Logopedia en España se produjo la intervención del presidente de la Diputación de Badajoz en la inauguración de uno de los primeros congresos de AELFA (Asociación Española de Logopedia, Foniatría y Audiología), donde dedicó más de 20 minutos a hablar de la importancia que tenía el estudio de la glosopeda para acabar con esta terrible enfermedad de las vacas.
Eligiendo profesión
[dropcap]E[/dropcap]n una de las esquinas de la biblioteca de la Universidad de Salamanca se encuentra una escultura dedicada a “la ocasión”. Todos conocemos el dicho popular, “la ocasión la pintan calva”, y su significado.
Amigos a los que admiro
María Teresa Aubach fue con Enrique Freijo la persona que más me influyó entre las que conocí en la Universidad Pontificia de Salamanca.
Cristianos por el socialismo
[dropcap]E[/dropcap]n el PSOE fui considerado siempre como “vaticanista”. En ese grupo se integraban los militantes creyentes que no ocultaban sus creencias. En las encuestas realizadas por el partido, los votantes socialistas que se consideraban católicos superaban siempre el sesenta por ciento, entre los militantes bajaba un poco, pero también éramos una buena proporción.
Nombres ligados a la Pontificia
[dropcap]A[/dropcap]ntonio Cañizares es una persona simpática y afectiva. Cuando le nombraron obispo de Ávila coincidí con él en algunas ocasiones y me invitó a visitarle. Pensé hacerlo, pero no surgió la ocasión. Logró para la ciudad amurallada la Universidad Católica que supuso una hipoteca de por vida para la diócesis, pero los abulenses le querían a rabiar, especialmente las personas más destacadas del PP.
La Cátedra Pablo VI
[dropcap]O[/dropcap]tro hecho ocurrido en la Universidad tuvo repercusión en nuestra relación con el barrio, la creación y posterior desarrollo de la Cátedra Pablo VI. Enrique Freijo, Alfonso Ortega, Marcelino Legido, entre otros, profesores de las Universidades de Salamanca y Pontificia de Salamanca
