Sanzoles

[dropcap]S[/dropcap]anzoles! De vez en cuando me tropiezo con algún sanzoleño que ignora un capítulo importante de la historia de su pueblo. Lo cual no es raro, dada la escasa relevancia que se ha dado siempre en España a la Ciencia no médica.
Pues es el caso que Sanzoles es la población que demostró que en España había sedimentos del Terciario inferior, lo que se llamó el Paleógeno. Fue en 1873, de la mano de Juan Vilanova i Piera, que citó la presencia de cocodrilos parecidos a los de la misma edad de la Cuenca de París, modelo entonces de la Estratigrafía del Terciario.

¿Quién fue este insigne científico? Pues fue nada menos que el defensor de las pinturas de la Cueva de Altamira, en París. El tiempo demostró la verdad y reivindicó, mucho después, los nombres de Sautuola y de este personaje del que os estoy hablando, hoy casi olvidado.

¡Sanzoles! Ochenta años más tarde Miguel Crusafont y Jaime Truyols describieron dientes de mamíferos en la «Dehesa de Valdemimbre».

En 1973, Gregorio Salvador Palacios descubre el «nivel de peces» en dos puntos de su querido pueblo. En realidad se trata de varias capas con gran cantidad de espinas y vértebras de estos vertebrados, con una extensión enorme, que abarca casi toda la zamorana Tierra del Vino. Cuatro años antes el Dr. Crusafont me había hablado de ella y no hace mucho tiempo supe que ya era conocida en Corrales, allá por 1959, pero nunca fue mencionado en la bibliografía paleontológica.

En abril de 1974 me visitó mi colega y amigo galés Richard T. J. Moody. En la víspera de su marcha fuimos a Sanzoles, donde casualmente estaba Cándido Alfageme, profesor entonces en Toro. Nada más llegar, encontramos restos de una tortuga, un pelomedúsido de pequeña talla. Al extraerlo, hallamos otro, y otro, y otro más. Dick decidió quedarse unos días más, para ayudarme a sacar aquellos cuatro ejemplares. Dieciocho años después con el más completo definí una nueva especie, que llamé Neochelys zamorensis.

Un recuerdo muy vivo de aquellas jornadas fue la extraña impresión que me produjo conducir un coche británico, con su volante a la derecha. ¡Menos mal que fue por una carretera poco frecuentada!

Un día de 1975 recibí una llamada de Cándido. Me informó que le habían comunicado que en Sanzoles habían encontrado un fósil ¡¡¡de 17 m de largo!!! Por supuesto, le habían dicho que debía tratarse de un dinosaurio, a lo que Cándido respondió que eso era imposible por estar en terrenos terciarios. Aquel mismo día nos encontramos los dos en el sitio con el informante. Y efectivamente, había dos fragmentos de huesos, separados 17 m. Pero entre ellos… ¡NO HABÍA NADA!

Lo que sí recogimos fue un canto muy peculiar, de cuarcita, del que os hablaré en otra ocasión.

En este lugar, logotípico de Neochelys zamorensis, me ha ocurrido algo muy peculiar. Casi siempre que he ido, sin avisar a nadie, había gente conocida. En una ocasión nos reunimos allí, Mercedes Rosado, su hija Merceditas Arribas, el geólogo chileno Héctor Soto y José María Beneítez. En la bodega subterránea de este gran encuadernador y amigo celebramos el encuentro, al que se apuntaron varios sanzoleños más. Degustamos el buenísimo vino de la Tierra y las sabrosas cebollas matanceras con chorizo. ¡Inolvidable!

Nunca se hizo una gran excavación en Sanzoles. ¿Qué encontraremos el día que se decida hacer una profundización vertical? Seguro que tendremos un yacimiento tan importante como Casaseca de Campeán, Corrales, Valdegallina o El Viso, nombres zamoranos que han enriquecido, y mucho, la Paleontología de Vertebrados.