Miembros de la Asociación Recuerdo y Dignidad y de la Sociedad de Ciencias Aranzadi hallaron una fosa común en el paraje de ‘Carraarenillas’ en La Riba de Escalote (Soria) que alberga, al menos, a dos personas que pudieron ser fusiladas en la contienda de la Guerra Civil española.
La historia de Catalina Muñoz Arranz es la historia de muchos en el año 1936. Hace más de ocho décadas, esta madre de cuatro hijos estaba frente a un pelotón de fusilamiento, al alba, cuando los colores del cielo empezaban a despuntar un 22 de septiembre. A Catalina le fusilaron llevando en uno de sus bolsillo un sonajero, de colores vivos, de su hijo Martín. Un juguete que este sábado retornó a sus manos y le trasladó a la historia y los restos de una madre, de la que apenas guarda recuerdos.
«Mi padre»; «Mi abuelo»; «Mi bisabuelo». No llegó a una docena de familiares de las 143 personas que fueron fusiladas en Salamanca después de un consejo de guerra injusto, pero los que acudieron lloraron, recordaron y sintieron que por fin, más de 80 años después, se hacía justicia