[dropcap]D[/dropcap]omingo por la tarde. No tenemos plan y fuera está lloviendo. Sin embargo el calor del hogar nos embriaga y las cómodas cercanías del sofá nos atraen poco a poco como los dos polos de un imán. Sin darte cuenta estamos envueltos en una manta como si fuésemos un kebab y el televisor se enciende. Una interfaz de luz y de color nos saluda con una maravillosa selección audiovisual hecha por y para nosotros, invitándonos a visualizarla. De pronto la unidad de tiempo se convierte en capítulos y películas y solamente una necesidad básica es capaz de sacarnos de ahí dejando apartado nuestro proceso de fosilización.