Las paredes del Huerto de Calisto y Melibea se llenan de ‘poemas’ cuyos ‘autores’ tienen en común con Fernando de Rojas, que el autor de la Celestina firmó con versos acróstico, y estos poetas firman con sus iniciales. La cursilería, que no se da en La Celestina, sí que se puede apreciar en las paredes del Huerto de Calisto y Melibea, que han servido de ‘pergamino’ a los copleros con su amor hiperbólico: “Me muero cada noche que esté sin verte”.
Huerto de Calisto y Melibea
El Huerto de Calisto y Melibea parece un descampado
El Huerto de Calisto y Melibea, uno de los espacios más buscados y visitados por los turistas que visitan Salamanca, ofrece estos días un lamentable estado de conservación.
El Huerto de Calisto y Melibea. El Jardín del Visir
[dropcap]M[/dropcap]aría José tuvo un profesor de arte que además de sus saberes trasmitía a sus alumnos amor a Salamanca, Rafael Lainez Alcalá. Oírle era una delicia, era un genio. Deslumbrado por el arte y por la cultura salmantina, no se conformaba con explicar en el aula, muchos días se llevaba a los alumnos a visitar los monumentos salmantinos, y en plena calle les explicaba el románico, el gótico o el barroco.
La historia de cómo se compró el Huerto
[dropcap]E[/dropcap]l profesor Rafael Lainez Alcalá explicaba a sus alumnos el arte paseando por Salamanca. En uno de esos paseos visitaron el huerto de Calisto y Melibea, donde les enseñó el árbol del amor, les hizo agarrarse de la mano haciendo un corro y cantar canciones amorosas.
A 30 metros de la papelera