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Los cuarenta y cuatro angelitos del retablo

 

[dropcap]C[/dropcap]umplía la octava de la Pascua en mi vuelta, después de unos cuantos meses, a la villa de Macotera. En las últimas ocasiones ha sido para despedir o recordar a personas que se fueron. Da la impresión de que nuestros pueblos van quedando para esto, para rendir últimos homenajes y devolver a la tierra a quienes quisimos, como si fuera su sino y no hubiera ya remedio. Ayer aparecían llenos de vida, ilusión, juventud y esperanza; hoy muestran mortecinos e indolentes su sangría demográfica, funeral tras funeral, mientras van quedando en la nada.

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