El pasado mes de junio se dispararon las alarmas. La compañía danesa Vestas anunciaba una reducción drástica de las líneas de trabajo de su centro de Villadangos del Páramo (León) y el pasado lunes, dos meses después de iniciado el conflicto laboral, comunicaba su decisión de cerrarlo con el argumento de una previsión de baja producción. La multinacional mira hacia Rusia y Argentina como destinos de sus políticas de expansión y, cómo no, hacia China.