Opinión

Cerca de Ledesma

 

La Fuente del Cerezo, o de don Bartolomé (grabado de E. Jiménez)
La Fuente del Cerezo, o de don Bartolomé (grabado de E. Jiménez)

[dropcap]Y[/dropcap]endo desde Ledesma a Espino de los Doctores hay, como a 2 km a la izquierda, una preciosa fuente barroca, que en la cartografía figura como «del Cerezo» por la cercana finca de este nombre.

Ignoro su origen pero supongo que fue erigida por un agradecido gobernante, o poderoso, que con sus aguas sanó algún mal. En la misma fuente se aclara todo, como no podía ser menos: fue don Bartolomé Antonio Rodríguez de Zifuentes, Regidor Perpetuo de la Plaza de Ledesma y su Tierra y Alguacil Mayor de la Santa Inquisición de Valladolid. Aclarado.

Cuando mis hijos eran pequeños solía acercarme a esta fuente, después de los tranquilos paseos por la villa bletisense. Por entonces no había cercados de alambre y se podía ir por una veredita paralela a la rivera de Gudino, colectora de las aguas de la fuente, hasta que vierte en el Tormes. El paisaje desde lo alto de los meandros encajados es una maravilla. Desde allí, subiendo y bajando, se llegaba casi hasta Ledesma, contemplando aceñas y berrocales, con algunas pequeñas playas inhóspitas –conos de torrentera–, de difícil acceso sin barca. ¡Benditos tiempos aquellos, en que había campos libres donde podías descansar al pie de cualquier encina! Mucha gente –demasiada– lo hacía y dejaba la huella de su paso –¿no sería que querían marcar el territorio, como hacen los animales «irracionales»?

Consecuencia: los cercados. ¡No me extraña, porque a nadie le gusta ver el lugar propio, su amado paraíso, lleno de desperdicios!

Bien. Pues volviendo a la orilla del Tormes, también se podía llegar, aguas arriba, a la desembocadura de la Rivera de La Valmuza, otro cauce ensoñador, lleno de paz y sosiego. Los dueños del lugar, el Palacio de los Dieces, jamás se enteraron de nuestra estancia allí, pues no «marcábamos el territorio».

¿Y por qué hago hincapié en este lugar? Pues veréis:

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A principio de los años 70 un amigo de Linares (Jaén) me trajo un galápago al que llamamos Genovevo. Por entonces veraneábamos en Coca (Segovia), y nos acompañaba en un jardín, mientras yo aprovechaba para excavar restos de tortugas gigantes y los huesos de un rinoceronte miocénico. Pero eso es otra historia…

Era un animalito simpático, que no daba ninguna guerra, que comía de mi mano, incluso cuando estaba aletargado en invierno si le daba pescado. A veces se orinaba encima de mí, seguramente como medida defensiva; pero eso son cosas que pasan… Yo había oído decir que los galápagos se utilizaban en los pueblos para alejar ratones y cucarachas, pero con Genovevo esto último no era cierto…

Cuando llegaba el 17 de marzo, ni antes ni después, sentía los golpes que daba en la puerta de la habitación donde invernaba, buscando el sol de primavera.

En el verano del 73 decidimos cambiar de aires y nos fuimos a la asturiana Tapia de Casariego, casi en la frontera con Galicia. Al segundo día de estar allí Genovevo se nos escapó –o se lo llevaron– del jardín donde estaba y, por más que lo buscamos por todas partes, no dimos con él.

Pasó el tiempo y nos dijeron que lo tenían en una pescadería. Cuando fuimos a por él resultó que también había desaparecido.

Más tarde reapareció en un bar del puerto. Le habían construido un pequeño cercado para evitar su huida y era la atracción del local. ¡Los niños se podían subir encima, jaleados por los papás mientras consumían sus pinchos y bebidas!

Naturalmente, le reclamamos como nuestro, pero no quisieron devolvérnoslo. La Guardia Civil dijo que sin pruebas no podían ayudarnos a rescatarle.

De modo que nos resignamos y volvimos a casa sin él, pero una compañera que también veraneaba en Tapia, consiguió que se lo diesen y nos lo trajo. ¡Tenía el espaldar roto de lado a lado, con una grieta abierta de casi 1 mm de ancho, supurando! Por lo visto, algún desalmado le había aplastado con un adoquín para comprobar la resistencia de estos animales. ¡Desgraciadamente hay mucha gente así!

El animalito despedía un leve olor a gangrena, de modo que, al día siguiente, le llevamos a aquel pequeño paraíso de aguas tranquilas en la desembocadura de la Rivera de La Valmuza, donde yo había visto como otros congéneres suyos tomaban el sol primaveral, para que allí pasase el resto de su vida.

Y recuerdo que uno de mis hijos, creo que Tito, con entonces 6 añitos, le dijo algo así como -«¡Adiós, Genovevo; que seas feliz!»

14 comentarios en «Cerca de Ledesma»

    • Gracias a ti, queridísima Lira. ¡Tú sí que eres mi maestra en periodismo! ¡Ojalá que todos tus colegas fuesen tan sabios, audaces y sensatos como tú!

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  1. Querido Emiliano,

    Muy bueno tu relato de hoy. Me ha gustado mucho la ilustración. Nos tienes que contar cómo está hecho ese grabado. Eso queda pendiente.

    Ranas he contado tres y una salamandra. Gatos hay uno espléndido que es el protagonista del grabado casi mas que la propia fuente. El segundo gato no lo veo claro, más bien me parece sombra de gato. Otro día nos pones una foto o retrato de Genovevo.

    Un abrazo y que tengas una buena semana. Quedo intrigado con la historia del grabado, pero ya nos contarás…Hasta pronto,

    Emilio

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    • En el cielo quise representar el alma de mi gatita querida. Y la del muro es ella.
      Un abrazo.
      Ya te contaré lo del grabado.

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  2. Gracias por tu tiempo, hace pocos meses me llevo mi mejor amigo-hermano a conocer tal fuente. Me admiro y punto. Tus comentarios son preciosos, !!! A ti con tortugas!!! La despedida de tu hijo maravillosa. Un abrazo
    Marcelino

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    • Gracias Marcelino. Esa fuente me maravilló desde el primer momento. ¡Tan aislada! ¡Tan serena! Y sin embargo ¡tan poco conocida!
      Un abrazo

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  3. ¡Un buen retiro para el pobre Genovevo! A ver si me lo encuentro algún día porque, tal como describes la zona, tendré que hacer una escapada próximamente. Ah, el grabado, precioso. Un abrazo

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    • Desgraciadamente, hace muchos años que toda esa zona esta vallada y no se puede llegar hasta el río. ¡Salvo que se conozca a los propietarios de la finca, claro!
      Un abrazo, Armando

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  4. Emiliano,tu relato me ha gustado ,curioso y tierno a la vez .La fuente barroca muy bella,lugar para soñar ,escuchando el murmullo de sus chorros de agua??.He encontrado tres ranitas,y a tu gatita,esa que fue tu fiel compañera.Hasta la próxima semana,un abrazo.

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    • Muchas gracias, Azucena. También está mi gatita en forma de nube, en el cielo. Es el lugar que le corresponde por la felicidad que nos dio a toda la familia.
      Un abrazo

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