[dropcap]E[/dropcap]l maremágnum postelectoral del 20D fue desde el principio el maremágnum preelectoral de cuando toque volver a votar. Y desde el minuto cero casi todos jugaron al mismo juego. Esto va de retratos.
Antes y después del 20D, la obsesión del PSOE fue desvincularse del tándem PPSOE, romper ese noviazgo, tirar esa foto, librarse de ese abrazo del oso, tan cálido en tiempos de hibernación, corrupción y bonanza, como tan poco estético en tiempos de zozobra electoral.
Anagrama y símbolo del cotarro, y evidencia sólida asumida por una parte importante de la población con la misma certeza con la que se asume, sin esperanza de sorpresas, la ley de la gravedad, el PSOE, y sobre todo sus militantes, no querían pertenecer a esa marca.
Los esfuerzos del PSOE en esta brega han sido hercúleos, y aun sabiendo que le era imposible romper su cordón umbilical con los dueños del dinero, ni borrar fácilmente su larga y densa historia de corrupción y estropicio (estropicio que hace referencia tanto al engranaje de nuestra imperfecta democracia como a la solidez del estado de bienestar), ha echado el resto en esta labor de olvido y simulacro, intentando recuperar la marca y puesto oficial de la izquierda, con tal desasosiego y nerviosismo que incluso pareció durante un momento que iba a anteponer los intereses de los ciudadanos a los intereses de los poderes económicos que alimentan y sostienen el partido.
Era cuestión de vida o muerte para el PSOE en esas circunstancias (a pesar de lo que dijera González) desmentir la historia reciente (reforma del artículo 135 de la constitución, promoción legislativa de la privatización de la sanidad, reforma laboral para el precariado competitivo en miserias), e intentar empañar el fiel reflejo del espejo de los hechos. Y para eso era preciso dilatar los plazos y mucha campaña publicitaria. Acercarse -para hacerle sombra- a la nueva izquierda, y apropiarse de parte de su programa, cosa que al final han hecho todos.
Pero era solo un espejismo, porque solo era estrategia.
[pull_quote_left]A Podemos solo le queda coherencia y fidelidad a sus principios, que es de lo que suelen morir todas las iniciativas honestas[/pull_quote_left]Dicen los socialdemócratas de ahora (los de la neocosa ultra liberal) que hay que crecer para repartir, y lo dicen delante del informe aún caliente de oxfam intermon, que junto con una mayoría abrumadora de informes internacionales independientes, demuestra con pelos y señales que lo suyo solo da para robar, defraudar y acaparar. Para que la desigualdad vaya en aumento y el fraude se consolide hasta extremos que escandalizan al mismo Papa. Para que medre el 1% de la población a costa del 99% restante.
¡Qué poco empíricos han salido estos modernos y que poco socialistas han salido estos socialdemócratas!
El PP por su parte sigue en su línea, defendiendo contra viento y marea que un gobierno serio -ese gobierno que nos pide Europa- puede y debe ser un gobierno alimentado y sustentado por un partido atiborrado de corruptos, como si los violadores de la ley pudieran ser los guardianes de la república.
Quizás sí en la era franquista.
CIUDADANOS es sin duda el que mejor baila este baile de máscaras, porque aposentando su sólido y estético marketing en el centro de la pista, saca a bailar alternativamente a corruptos de uno y otro signo, permitiendo con su caballeroso gesto que ninguno de ellos tropiece. El novio de todas las novias, aunque ninguna de ellas honesta.
En el hueco que han dejado en la foto oficial PSOE y CIUDADANOS tras su pacto, solo hay sitio para el PP. El dinero llama al dinero, y la derecha llama a la derecha. Como dice el Eclesiastés: nada nuevo bajo el sol.
A PODEMOS, sin sólidos apoyos económicos, y apaleado y temido desde todos los frentes del cotarro, solo le queda coherencia y fidelidad a sus principios, que es de lo que suelen morir todas las iniciativas honestas.
¡Pues vale!
Con la frente herida, pero alta.
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