Opinión

Lo escribió mi hermano

 

[dropcap]H[/dropcap]acia 1990 se me ocurrió escribir el cuento que me contaba siempre mi padre: «Catorcena». A mí y, antes, a mis hermanos. ¡Creo que no sabía otro! Lo recordé palabra por palabra, sin omisiones. Algún día os lo presentaré.

Después siguieron otros cuentos, poesías y otras cosillas. Un día le propuse a mi hermano mayor, Joaquín (1926-2003) que escribiese algo. Y me entregó dos relatos, ambos basados en recuerdos de su infancia durante la Guerra Civil. No son partidistas en absoluto. Son… vivencias. Por eso las presento aquí. El primero fue escrito en abril de 2000. No he querido quitar ni añadir o cambiar nada. Conocí a varios personajes de este relato, que destacaron, como todos los vecinos de aquella casa –me lo contaba mi madre–, por la gran solidaridad y ayuda entre ellos en aquellos difíciles tiempos.

 

LA PAZ NOS SEPARA

 

Joaquin 3por Joaquín Jiménez Fuentes

En una casa de Madrid cercana a la Telefónica, situada entre las calles de Hortaleza, Barquillo y Prim, nací, allá por el año 26; allí pasé nuestra guerra y luego viví algunos años más (para mí, bastantes).

En esta casa, como sucedía en la mayoría de las casas de Madrid, había vecinos de tres categorías: los de primera, vivían en los pisos exteriores; los de segunda, en los pisos interiores; y los de las buhardillas. La casa tenía cinco plantas y dos escaleras, de categoría claramente diferenciada. A las buhardillas se llagaba por la escalera interior.

La mayoría de las buhardillas se destinaban a guardar trastos viejos de los vecinos de primera categoría, pero había otras destinadas a viviendas; éstas tenían un comedor con una ventana a un patio, una habitación y una cocina, ambas con tragaluces en sus techos. En una de ellas vivía una señora llamada Bernardina; yo la recuerdo como muy simpática y agradable, y siempre cariñosa con los niños.

Hace algunos años, no muchos, en plena explosión especulativa de la vivienda, se derribaron todas las buhardillas, trasteros y viviendas, para transformarlas en áticos-residenciales.

Al vaciar de trastos y muebles la buhardilla de Bernardina, apareció un diario escrito por una niña llamada Carmen, que prácticamente abarcaba toda nuestra guerra.

Al ver el diario recordé a la niña que lo había escrito. Pertenecía a una familia que llamábamos los evacuados de Toledo. Estaba  formada por Teresa, la madre; Angelita, la hija mayor que, por cierto, solía estar enferma con frecuencia; Carmen, la autora del diario; Antonio, único varón, aproximadamente de mi edad y con el que hice una gran amistad; y Eva, la hija menor, que era demasiado pequeña para alternar en nuestros juegos.

A continuación voy a transcribir algunas de las páginas del diario. Todo él trata de hechos reales, aunque vistos con la mentalidad de una niña, que muchas veces no llegaba a comprender lo que veía. Sólo me  he tomado la libertad de cambiar algunos nombres. Así empieza el diario:

19-20 DE JULIO DE 1936

Hace unos días cumplí 10 años, pero en estos pocos días algo ha pasado en Toledo que no logro comprender. Mi colegio ya no funciona; las monjas no sé donde están. Dicen que se han escondido, pero…¿por qué?

La gente parece de mal humor, andan por la calle cómo con miedo. Es como si el mundo se hubiese dividido en dos bandos. Cada uno dice que los otros son los malos y se persiguen e incluso se matan, ¿por qué?. En Madrid dicen que pasa lo mismo. Cuentan que hay un general en África que se ha sublevado contra el Gobierno.

En mi barrio, incluido mi padre, siempre nos hemos considerado como un barrio obrero. Ahora dicen que formamos el bando de los defensores del pueblo. El otro bando, dicen que está formado por fascistas y sublevados; los llaman los enemigos del pueblo.

Mi padre está dentro del Alcázar a las órdenes de Moscardó; dicen que los que están dentro luchan contra el pueblo y, por tanto, a favor de los amotinados.

He preguntado a mi madre: ¿Por qué? –Hija, sabes que tu padre es guardia civil y uno de los mandamientos de ese Cuerpo es la obediencia. Sus jefes le han ordenado defender el Alcázar y allí está. Pide a Dios que esto termine pronto y que salga con bien.

Se comenta que en Madrid pasó lo mismo en un cuartel llamado de la Montaña y allí parece que no se salvó nadie.

26-27 DE SEPTIEMBRE DE 1936

Seguimos sin saber nada de mi padre.

Los fascistas se están aproximando a Toledo y mi madre tiene mucho miedo. Se comenta que son legionarios y moros, y que por donde pasan hacen muchas barbaridades: asesinan, violan, roban,…

Cuando lleguen, no quiere estar en Toledo y ha decidido que nos vamos a Madrid a casa de tía Bernardina. ¡Qué falta nos hace papá en estos momentos!

La huida ha sido en un camión abierto y lo único que llevamos son cinco hatillos con algo de ropa.

Al llegar a casa de tía Bernardina parece imposible que podamos estar allí, ¡es tan pequeño! Hemos conocido a algunos vecinos, que nos prestan colchones y lo más imprescindible. Parecen buenas personas, pero no sé de qué bando son. No les parece lógico que en esta situación y estando mi padre en el Alcázar, nos hayamos venido de Toledo.

Esta noche dormiremos en los pasillos de fuera, aunque dicen que hay ratas y otros bichos negros corren por el suelo, saliendo de los trasteros.

2-3 DE FEBRERO DE 1937

Hoy han llegado otros dos evacuados: una señora, llamada María, y su hijo Carlos. Vienen huyendo de un barrio de Madrid llamado Carabanchel. El frente de guerra está ahora allí.

Vivirán en una clínica oftalmológica del piso principal, en el primero exterior, con unos parientes que trabajan allí como conserjes y que tienen un hijo llamado Miguel. El dueño de la clínica se llama D. José Lorenzo Cortés y nadie sabe dónde está, aunque se supone que está escondido.

Por cierto, Carlos tiene una pinta estupenda y es algo mayor que yo. Como la clínica es tan grande, con muchas habitaciones y camas, puede que mis hermanos y yo nos bajemos a dormir allí.

4 DE OCTUBRE DE 1938

Seguimos sin noticias de mi padre.

Hoy, como todas las tardes, nos hemos reunido el grupo de amigos para jugar, charlar y pasear. Hemos ido por el Paseo de Recoletos hasta Cibeles; está rodeada y tapada con sacos llenos de tierra.

Hemos jugado a las prendas; una de las veces le ha tocado a Carlos darme un beso: ¡qué bien me ha sabido!

Al final, cuando nos hemos quedado solos, hemos decidido hacernos novios, para toda la vida. Nos hemos dado más besos. ¿SERÁ ESTO EL AMOR?

28 DE MARZO DE 1939

MI PADRE VIVE Y HA VENIDO A BUSCARNOS

La guerra ha terminado y mañana volvemos a Toledo.

Mi padre, ahora, por haber estado en el Alcázar y hecho la guerra en el bando victorioso, es todo un héroe. Es jefe y tiene un uniforme muy bonito.

Ha aparecido D. José que, efectivamente, ha estado escondido.

Siento mucho dejar a mi grupo de amigos. ¡Hemos pasado juntos tantos ratos buenos y malos, y tantas calamidades…y hambre! Han sido tres años…ya casi tengo trece.

En especial siento alejarme de Carlos, aunque nos hemos prometido hacer todo lo posible por volvernos a ver y no olvidarnos nunca.

La guerra nos unió… LA PAZ NOS SEPARA

9 comentarios en «Lo escribió mi hermano»

  1. Queridos amigos: hoy os presento un escrito que no es mío, sino de mi hermano mayor, Joaquín, que falleció hace 13 años. Cuando lo leáis pensaréis en «El diario de Ana Frank» o en «Odessa». Es evidente que el diario no está transcrito sino interpretado por mi hermano. De entre los personajes me acuerdo perfectamente de Bernardina, que había sido cocinera famosa, creo que en el Hotel Palace, así como del oftalmólogo que menciona. ¡Cómo no voy a acordarme si cuidó mis ojos desde que nací! Aunque siempre oí decir a mi madre que fue muy respetado por los republicanos durante la guerra y que favoreció a todos los vecinos de aquella casa, fuesen del color que fuesen.
    ¡Espero que os gusté!

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  2. Para simplificar diría que es entrañable.
    Es mucho más, es un documento que debemos tratar de difundir.
    Necesitamos conocer muchísimas cosas que encierra este breve escrito.
    Un fuerte abrazo
    Marcelinobds

    Responder
    • Estoy completamente de acuerdo contigo, Marcelino. Parece como si en la guerra civil todo hubiese sido maldades, tristezas y odios. Y mi madre me contaba cosas verdaderamente sublimes de generosidad y de sacrificio por los demás en el edificio donde vivían. Por ejemplo, de un dirigente comunista que impidió siempre la entrada de aquellos famosos piquetes milicianos. Y como le defendieron todos en la postguerra. O de como compartían lo poco que encontraban para comer. O de aquellos perseguidos, que encontraban refugio en tantas casas. Y del sentimiento general, DE TODOS, del ansia porque acabase de una vez la maldita guerra. Decía mi madre que aquel día fue el más feliz de su vida.
      ¿Por qué no se recuerdan esas cosas tan GRANDES?
      Estoy completamente de acuerdo contigo, Marcelino. Parece como si en la guerra civil todo hubiese sido maldades, tristezas y odios. Y mi madre me contaba cosas verdaderamente sublimes de generosidad y de sacrificio por los demás en el edificio donde vivían. Por ejemplo, de un dirigente comunista que impidió siempre la entrada de aquellos famosos piquetes milicianos. Y como le defendieron todos en la postguerra. O de como compartían lo poco que encontraban para comer. O de aquellos perseguidos, que encontraban refugio en tantas casas. Y del sentimiento general, DE TODOS, del ansia porque acabase de una vez la maldita guerra. Decía mi madre que aquel día fue el más feliz de su vida.
      ¿Por qué no se recuerdan esas cosas tan GRANDES?

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    • Yo también lo he pensado. No creo que fuese muy difícil encontrar aquella niña, hoy nonogenaria, si vive. Con el dato de su padre, guardia civil en el Alcázar seguro que sí. No habría más que ir al Archivo de la Hermandad.
      Le brindo la idea a algún periodista. ¡Con menos han salido argumentos muy buenos!

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  3. Muy interesante ese diario ,gracias por hacernos partícipes de el.Siempre esperamos tus correos con ilusión,siendo de lo más variados..Un a razo,hasta la próxima semana.

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    • Pues, por lo visto, al final de la guerra marchó con su padre a Toledo y no se volvió a saber de ella. ¡Qué gran guión para una película, elucubrando sobre lo que pasó después! ¡Claro, que tal como está el cine actual, habría que meter maquis, tormentos, miseria, hambre y todo lo malo que se le ocurra al azuzador!
      Un abrazo, David

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