[dropcap type=»1″]E[/dropcap]l comienzo del recorrido comunero salmantino arranca en este espacio urbano de la ciudad de Salamanca que evoca con gran intensidad los recuerdos de la revuelta. Esta plaza, que se abre alrededor de la iglesia de San Benito, mantiene todavía en pie algunos edificios que fueron testigos de los alborotos ciudadanos de aquellos años: la casa del que fuera capitán de las huestes salmantinas, Pedro Maldonado Pimentel, hoy transformada en convento de clausura, y el templo que remozó a su costa el arzobispo Alonso de Fonseca II.
Las otras edificaciones monumentales, que en la actualidad hacen de este rincón uno de los más entrañables de Salamanca, nunca fueron contempladas por el comunero Maldonado que vivió en ella. El palacio de los Maldonado de Morille, el que hiciera construir Diego Maldonado en el solar de la que fuera casa de su tío Francisco de Ribas, se construyó después de los disturbios, y la casa donde vivió Meléndez Valdés, que se extiende también por la Compañía y la calle Sordolodo, hoy Meléndez, se construyó siglos más tarde.
De la plaza ha desaparecido el palacio de la familia Acevedo, situado enfrente del templo, en la que hoy es calle de la Compañía. Su solar fue ocupado por el Colegio de los Jesuitas. En esta casa vivió el Patriarca de Alejandría, Alonso de Fonseca II, Maldonado por parte de madre, y su hijo Alonso de Fonseca III. Por vecindad y por haber recibido el bautismo en dicho templo, Alonso de Fonseca II rehabilitó la iglesia de San Benito. El templo había sufrido un incendio que lo dejó en ruinas. Los muchos escudos de los linajes a los que pertenecía el arzobispo jalonan tanto el interior como el exterior de la iglesia, comunicando a los viandantes quién fue el benefactor de la obra.
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