¡Ay si Rocío Jurado levantara la cabeza!

La más grande se fue hace casi ocho años, pero raro es el día que no se la menciona. Y no precisamente por su gran legado artístico.

Rocío Jurado, que siendo la Más Grande y una de las mejores folclóricas de nuestro país, sólo contaba de su vida lo bueno. Unos años antes de morir se vio inmersa en un tsunami cuando su hija mayor, Rocío Carrasco, se casó con el ex guardia civil, Antonio David, pero al margen de esa etapa, de ella conocíamos sus presentaciones, sus bodas, sus bautizos y sus comuniones varias. Si ella estuviera viva, su vida sería un tormento. Su marido, mijose, como ella lo llamaba, está a punto de entrar en prisión. Y su hijo José Fernando acaba de salir de ella. Y acto seguido, ha entrado en un centro de desintoxicación que le cuesta la friolera de 9.000 euros al mes. Seguro que el torero da por bien empleados esos miles de euros si su hijo sale de la situación en la que está. Por poner algo bueno, estaría muy orgullosa del camino que ha tomado su hija mayor, Rocío Carrasco, que lleva más de un lustro sin dar noticias. Lleva una vida ordenada y aparentemente feliz junto a su pareja de la última década Fidel Albear. Esa pareja por la que nadie daba un duro, cuando se conocieron un verano en la playa de Chipiona. Tampoco le disgustaría que su otra hija, Gloria Camila sea buena estudiante y quiera comenzar una carrera universitaria, la primera de sus vástagos que pasará, Dios mediante, por la Universidad. Pero, ya ha dado muestras de que le gustan las cámaras, tocarse el pelo y contonear las caderas.

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