La intensa sequía que ha sufrido el campo en primavera como consecuencia de la persistente falta de precipitaciones acompañada de elevadas temperaturas, continuación de un invierno cálido y seco, ha provocado que las floraciones sean muy cortas e incluso improductivas, tanto silvestres como cultivos como la colza, recursos alimenticios para las colonias de abejas en esta época del año en la Comunidad Autónoma.
Esta deficiente floración ha influido «mucho y negativamente» en la producción de miel y polen de las explotaciones apícolas, que en el caso de la mayoría de los profesionales no han podido compensar con la actividad trashumante que realizan, al encontrarse con una sequía similar en otras regiones de España, según indica Coag Salamanca.
Además de la sequía, las heladas acontecidas en el mes de mayo han quemado los robles, brezos y tomillos de zonas apícolas importantes de Salamanca, León y Zamora.
Por este motivo, la campaña de polen ha sido muy escasa, y a día de hoy se estiman unas pérdidas que rondan el 60% con respecto a un año de producción normal.
También se han visto repercutidas las producciones de miel como la de cantueso, romero, brezo, milflores, etc., que han sufrido ya considerables pérdidas, con cosechas prácticamente nulas.
Castilla y León es la comunidad autónoma de España con mayor número de explotaciones apícolas, y cuenta con un censo cercano a las 450.000 colmenas. Sin embargo, en el pasado invierno se ha producido una elevada mortandad de colonias de abejas.
Durante la primavera las explotaciones apícolas además de producir miel y polen, se dedican a la producción de enjambres, pero debido a las circunstancias climatológicas y a la precaria situación de las colonias por la falta de nutrientes, se ha complicado la reposición de las colmenas perdidas, y muchos de los núcleos obtenidos por los apicultores no son viables, por lo que va a ser imposible compensar todas las bajas invernales.
Por lo tanto, el sector apícola de Castilla y León se enfrenta a «una dramática situación». Los colmenares se asientan en un campo en el que la vegetación natural y los pastos se encuentran agostados, y ante una ausencia casi total de floraciones los apicultores se ven obligados a alimentar las colonias de abejas para mantenerlas y asegurar su supervivencia, disparándose los costes de alimentación que agravan más la situación económica de las explotaciones apícolas ante la falta de producciones. Además, este escenario se va a prolongar en el tiempo, ya que el próximo mes entraremos en el verano y las perspectivas no son mejores.
Esta precaria situación del campo influye en el estado sanitario de las colmenas, ya que la debilidad que provoca en las colonias de las abejas, las hace más susceptibles a los daños provocados por el ácaro Varroa y a la aparición de enfermedades secundarias como las virosis o micosis.