- Amenaza del acusado del crimen del Paseo de la Estación a una amiga de la víctima
- Los testigos sitúan al procesado en el lugar del crimen el día de los hechos
Varios testigos sitúan al detenido por el crimen del Paseo de la Estación en el lugar de los hechos. Diversas declaraciones han descrito al acusado como un hombre que discutía a menudo con su mujer de forma violenta, llegando a amenazarla de muerte y agredirla físicamente. Una de las compañeras de piso de la víctima ha asegurado que el acusado también llegó a amenazarla a ella navaja en mano, profiriendo amenazas como “te voy a arrancar el corazón y me lo voy a comer”.
La Audiencia Provincial de Salamanca ha acogido la segunda jornada del juicio por el crimen del Paseo de la Estación acontecido en abril del año 2016, por el cual se culpa a R.A.O.L. de un delito de asesinato con ensañamiento por acabar presuntamente con la vida de su mujer, Yolanda Jiménez, tras asestarle hasta 51 puñaladas. En este segundo día del procedimiento judicial han intervenido diversos testigos y peritos, quienes afirman que el procesado se encontraba en el escenario del crimen durante los hechos.
Una de las compañeras de piso de la víctima declaró que el acusado “estaba continuamente allí”, contrariamente a lo que él asegura, y que la pareja protagonizaba numerosas discusiones violentas en las que, a veces, ella tenía que pedirles que dejaran de golpear la pared. El día 14, tres días antes del crimen y antes de que la compañera de piso se fuera a Ciudad Rodrigo, aseguró que la pareja estaba discutiendo fuertemente y se acercó a defender a Yolanda Jiménez.
Fue entonces cuando R.A.O.L. la amenazó con una navaja para impedir que llamase a la Policía. “Te voy a arrancar el corazón y me lo voy a comer”, le gritó. Esto no impidió que, una vez en su cuarto, llamara a la Policía, aunque no recibió ayuda. La testigo relató que tiempo después abandonó la casa para irse al pueblo.
El propietario
Varios testigos han afirmado que vieron al detenido en el lugar de los hechos ese día. La declaración más importante la ha aportado el propietario del piso alquilado, quién indicó que conocía “perfectamente” a R.A.O.L. y que, meses antes, le había dicho a Yolanda Jiménez que él no podía vivir allí, ya que la habitación se la alquilaba solo a ella.
Aquel día, el propietario recibió la llamada de una nueva inquilina, quien decía que no podía acceder al piso. El casero se acercó y comprobó que la puerta estaba cerrada desde dentro. Llamó insistentemente hasta que el procesado abrió la puerta antes de volver rápidamente a la habitación de Yolanda Jiménez. La nueva inquilina había acudido allí a limpiar su nueva habitación, pero no encontraba la fregona. El propietario llamó a la puerta de la habitación de Yolanda Jiménez y preguntó si ella la tenía. El acusado respondió desde dentro “Yolanda no está aquí” y “no veo la fregona”. Según fuentes del caso, el acusado habría estado utilizando dicha fregona para intentar limpiar los restos de sangre.
Fue tiempo más tarde, en torno a las 19.30 horas, cuando una de las vecinas del edificio escuchó fuertes golpes en la puerta y se acercó a ver qué sucedía. Al ver la puerta del piso rota, llamó a la propietaria para decirle que llamase a la Policía. Tanto esta vecina como otros vecinos del edificio y de la zona aseguran haber visto bajar las escaleras apresuradamente a un hombre con “mucho” pelo negro rizado cuyas características coinciden con el perfil del detenido.
Informes periciales
Los informes periciales también han situado a R.A.O.L. en el apartamento, indicando la presencia de sus huellas dactilares en las puertas y varios efectos, así como muestras de su perfil genético (ADN) en colillas y prendas de ropa. Según la autopsia, el cadáver presentaba 51 heridas de arma blanca antemortem entre las cuales se identificaban señales de defensa. Según los datos extraídos de la investigación, se puede afirmar que existe una voluntariedad en la acción, es decir, intención de acabar con la vida de la víctima.
Los médicos forenses han declarado que el acusado no posee ninguna alteración a nivel cognitivo, es decir, ninguna patología psiquiátrica, por lo que podría ser imputable de los hechos. Explicaron que su relato de lo acontecido era confuso e incoherente aunque sí recordaba cosas puntuales como la discusión por la fregona. Presentaba algunas lagunas que los médicos consideran que pueden deberse a falsedad en el testimonio (mentir sobre no acordarse) o a un trastorno disociativo causado por un hecho violento.
Texto y foto: P.C.M.