[dropcap]J[/dropcap]esús Málaga, presidente del Centro de Estudios Salmantinos, y La Crónica de Salamanca inician una serie sobre monumentos, rincones, rutas y lugares ‘escondidos’ de nuestra ciudad bajo el título de: Salamanca, de la sombra a la luz
El primero que ideó la Gran Vía como calle que atravesara la ciudad de norte a sur fue el ingeniero del puente Enrique Esteban, Gumersindo Canals, así se uniría la estación de ferrocarril con el nuevo puente. Esta ocurrencia fue concebida allá por 1910, cuando se estaba construyendo el puente.
Unos años después, el que fuera alcalde en los años 1917-18 y 1934-36, Miguel Íscar Peyra, retoma esta idea. Así se puede leer en El Adelanto en marzo de 1950, cuando le hacen un obituario por su muerte.
«No es nuestra intención hacer siquiera una sencilla exposición de cuanto inició y dejó en marcha y aún de lo que constituyó obra firme. Pero la recordación o puede separarse de los sentimientos afectivos y los recuerdos nos llevan hacía los años en que comenzó a ser actualidad la entonces proyectada Gran Vía, que, como primera etapa, tuvo la apertura y alineación de la calle de Pozo Amarillo, siendo alcalde el señor Íscar Peyra. Los proyectos, a veces, suelen empolvarse, pero queda la idea, el estudio, por el que pasan los tiempos».
La pista del inicio de las obras de lo que será la hoy Gran Vía nos la da El Adelanto en un artículo publicado en mayo de 1939 y que firma Juan Domínguez Berrueta: Algunas ideas sobre la urbanización de Salamanca.
El puentecillo de Santo Domingo.
Como un dardo de acero dice el anteproyecto, que atravesará la ciudad de norte a Sur, la futura Gran Vía.
Y que al pasar bajo el puentecillo se desdoblara en dos sin alterar su silueta. Y que arriba continuará la atrayente serenidad de ese puentecillo y la del atrio de la iglesia. Y por abajo circulará la corriente veloz y rauda del tránsito rodado moderno e impaciente.
En este punto seguimos pensando que el proyecto de Gran Vía, iniciado hace muchos años fue una gran equivocación para nuestra vieja ciudad.
Y que modernamente, con buen acierto se ha abierto la avenida de circunvalación o paseo de Canalejas, por donde pueden correr a sus antas los veloces automóviles que no necesiten detenerse en la ciudad, ni tengan para que atravesar de parte a parte.
He ahí, en ligeros rasgos, mi humilde opinión, que no tiene otro sentido que cumplir con el deber de acudir a la invitación que el Ayuntamiento nos hace a los salmantinos, para aportar las ideas que nos sugiera nuestro cariño a la ciudad.
Una ciudad que crece
El censo de Salamanca cuando se construye la Gran Vía, en la década de los 40 es de 71.872 habitantes, un importante aumento, ya que sólo una década antes, en 1930, la población era de 46.867 habitantes.
La ciudad se estaba quedando pequeña y había que abrir nuevas vías. Los planes de urbanización de Salamanca anteriores a 1939 apenas se contemplaba la futura expansión de la ciudad, tampoco se llegaban a plantear la necesidad de unas normas de ordenación urbana para el futuro y solo tenían en cuenta las alturas de las edificaciones sobre todo en ciertas zonas de la ciudad.
Por ello, se aprueba un plan en 1939, del que no se tendría en cuenta más que la modificación de dos de las propuestas de reforma de perspectivas en el casco histórico y algunos puntos que más tarde serían retomados por José Paz Maroto como el sistema circulatorio del que se mantiene la Gran Vía como fachada -eje simbólico de penetración a la ciudad-.
En 1944 se aprobó un nuevo proyecto de urbanización para Salamanca encargado a Paz Maroto, formado sobre todo por un plan de alineación y a revisión y adecuación de la Ordenación de edificación hasta entonces vigentes. En ese plan, en la Gran Vía se abrirá el primer tramo y se enlazará con la Plaza Mayor.
Edificios de la década de los cuarenta
La mayor parte de los edificios que se pueden ver en la Gran Vía forman parte de las construcciones ideadas por las clases acomodadas que levantaron edificios con materiales nobles y una arquitectura burguesa y religiosa de un estilo neobarroco y neoplateresco, sobre todo a partir de 1945.
En enero de 1946 se comienza a hablar de un nuevo edificio que se construirá en la Gran Vía, es el que albergará el Gobierno Civil y se construirá entre las calles conocidas como Cárcel Vieja y la Cuesta de la Rata.
Ese mismo año, se inaugura el Teatro Gran Vía. Fue en septiembre, coincidiendo con las Ferias y Fiestas. El Adelanto contaba así la apertura:
Un público selecto llenaba por completo todas las localidades mientras el marco espléndido de la sala producía la general admiración y elogio, ante una serie de detalles, hasta ahora desconocidos y que ponen de manifiesto las aspiraciones de la empresa propietaria y del arquitecto directo de la obra, el prestigioso salmantino don Francisco Gil, de dotar a Salamanca de un teatro suntuoso.
La potente iluminación, el gran número de valiosas arañas, ese mismo aspecto de un patio de butacas completamente alfombrado la comodidad de las localidades y la perfecta visibilidad y audición desde cualquier punto, causaron verdadera sorpresa. Desde bastante antes de la hora señalada para el espectáculo comenzó a acudir gran número de espectadores que se estacionaron por los amplios vestíbulos admirando las impresionantes pinturas del gran artista Manolo Gracia, que ha obtenido uno de sus éxitos más resonantes.
No obstante, la Gran Vía ya contaba con algunos edificios construidos antes de la década de los cuarenta. Así el edificio Ana Mirat, que hace esquina con el paseo de Canalejas se edificó en 1934, y firmó el proyecto el arquitecto Eduardo Lozano Lardet. Los demás edificios que continúan en esa misma acera, son de 1946, también obra de Lorenzo Lardet, el de dos plantas, es de 1965.
El Adelanto, de cuya hemeroteca hemos extraído buena parte de la información de este artículo de Salamanca: de la Sombra a la Luz dedicado a la Gran Vía, tenía en la calle Ramos del Manzano su imprenta, hoy este tramo, donde está la estatua de Santa Bonifacia, forma parte de la Gran Vía desde la década de los ochenta.
La calle de la Movida Salmantina
Quizá las últimas dos décadas del siglo XX fue donde la Gran Vía reinó como una de las principales calles de Salamanca.
A mediados de los años ochenta, en esta calle se abrieron locales nocturnos con una clase, un gusto y un atrevimiento que fueron la punta de lanzamiento para que la noche de Salamanca fuera conocida y reconocida en toda España como una de las mejores y más divertidas. Donde los estudiantes vivían la fiesta desde el jueves hasta el domingo, donde la decoración de los bares era temática y las ganas de divertirse se hacían al calor del amor en un bar que cantaba Gabinete Caligari allá por 1989.
Aún se conservan con cierto espíritu de aquella época bares como De Laval Genoves más conocido como El Submarino, El Puerto de Chús, El Moderno o El Country. Se han perdido por el camino El Callejón o El Metro, entre otros muchos.
Y es que, la Gran Vía fue la calle de la Movida Salmantina, porque no solo la tuvo Madrid o Galicia. Aquí también existió, gracias a empresarios hosteleros que apostaron por crear marca y exportarla. El decorador Ángel Bajo tuvo mucho que ver, como también aquellos jóvenes emprendedores que hicieron que Salamanca figurara en el mapa de las ciudades más divertidas de nuestro país. Aún se bebe de aquellos tiempos.
Documentación:
Hemeroteca El Adelanto.
Historia de Salamanca: V Siglo Veinte.
salamancaenelayer.blogspot.com.es
1 comentario en «La Gran Vía y sus 80 años de historia»
Recuerdo con nostalgia y cierta pena la vidilla nocturna, pero también durante el resto de la jornada, de esta bonita calle.
Creo que la Junta de Castilla y León debería haber aprovechado algunos edificios para uso administrativo. Creo que el edificio de P. Vergara no es todo lo ideal que han vendido. Po contra, han condenado a esta calle y está parte del Centro a una muerte lenta.
Una pena.